miércoles, 21 de diciembre de 2011

CUANDO EL COMPAÑERO SE VA

El consuelo llegará al aceptar que el amado se le lleva en el corazón



El amor es el sentimiento que mayores recompensas y satisfacciones puede brindarnos.
Es por medio del amor que logramos “vivir en el otro” y que el otro llega “a vivir en nosotros” Por eso, perder a la esposa o esposo de toda una vida causa un vacío que las demás personas no pueden llenar.
Ciertamente, el concepto maduro de amor incorpora la responsabilidad individual de saber responder cuando ese amor traiga consecuencias dolorosas: heridas, rechazo, olvido y aun la muerte.
Cuando la compañera amada –o el compañero– nos abandona para siempre, se inicia el proceso de duelo más doloroso que existe, según los estudios pues deja una herida emocional inevitable.
Implica, además, la partida del compañero, del amigo, proveedor, amante, protector, padre o madre de los hijos y hasta de un estilo de vida, lo cual obliga a reaprender muchas cosas.
Después de la conmoción de la muerte, aparecen muchos síntomas físicos en la pareja sobreviviente y sentimientos tan dolorosos que hacen pensar que nunca se podrá superar la pérdida.
Es importante, sin embargo, reconocer que el dolor pasará a pesar de que en el promedio se necesitan de seis meses a dos años para alcanzar la etapa de aceptación. El consuelo llegará cuando se acepte que el amado se le lleva en el corazón, internamente, y que es posible dejarlo partir y seguir con la propia vida.
La aceptación lleva a la sanación del sufrimiento y a la posibilidad de seguir creciendo como ser humano.

Función familiar

En este proceso, la familia es muy importante porque puede ayudar al viudo en la transición que está experimentando al convertirse en su fuente de apoyo, de intimidad, protección, autoestima, compañía y cariño. Durante esas primeras etapas de desconsuelo, la familia deberá estar presente y apoyar al cónyuge que quedó solo.
La familia que incluye varias generaciones debe reconocer los beneficios que esa convivencia produce.
Estos beneficios deben ser reconocidos por todas las generaciones que comparten el hogar. De ese modo, tanto los niños, adolescentes y adultos, como los mismos ancianos viudos, se sentirán orgullosos de vivir en una familia enriquecida por el amor y la presencia de varias generaciones.
El hombre o la mujer necesitará compañía, estímulo y seguridad de que no serán abandonado a la soledad, tomar conciencia de que se le quiere y de que sus decisiones serán respetadas.
Una familia cariñosa podrá notar que el sobreviviente, después de un período de conmoción, aturdimiento y hasta de problemas psicosomáticos, empezará a retomar sus fortalezas y a recobrar, poco a poco, la esperanza.
Es posible que el viudo sufra reacciones periódicas de luto y melancolía, pero, armado de paciencia y del amor de quienes lo rodean, empezará una nueva vida sin su compañera de tantos años

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