sábado, 25 de febrero de 2012

CUANDO MUERE UN SER QUERIDO

La pérdida y el duelo en la mujer.
Cuando muere tu pareja...
 
Vivir la muerte de un ser querido es probablemente una de las cosas más  difíciles por las que pueda pasar un ser humano. La experiencia es única y distinta para cada persona y ninguna pérdida es comparable a otra, por lo que cada doliente siente y expresa su dolor de una sola manera, la suya.
A continuación te presentamos algunas sensaciones, sentimientos y reacciones experimentadas por otras personas que atraviesan tu misma situación.
 
Cuando muere tu pareja...
...el dolor que sientes puede ser tan terrible y dispara emociones tan fuertes, que te darán miedo y te parecerán imposibles de soportar...
...o puede que no sientas tanto dolor como esperabas..., o que no sientas nada..., y es que estás bloqueada..., no pienses que no le querías o que eres mala, no enterarte muy bien de lo que pasa es una defensa de la mente para no romperse...
...puedes desesperarte, estar enfadada con todos y contigo misma..., rabiosa, agresiva, irritable…, y sentirte celosa de las otras parejas…, o culpable por no insistir más en que dejara de fumar o se cuidara; se lo dijiste tantas veces... y no te hizo caso..., e incluso experimentar alivio... porque finalmente ha dejado de sufrir..., y se acabó todo... 
Tener estos sentimientos es lo normal en tus circunstancias, no eres un bicho raro ni te vas a volver loca…, eso sí serán unos sentimientos muy intensos y te vendrán a tirones... y cuando te sacuden parece que te partes de sufrimiento…, llora..., llora profunda y amargamente..., será un desahogo y el nudo de tu pecho se irá deshaciendo.
Continuamente te preguntarás ¿por qué?, ¿por qué ahora? que estabais tan bien..., lo teníais todo..., él había empezado a cuidarse..., jubilado… ¿por qué él?, es injusto..., y todo sigue igual... Para todo esto nadie tiene respuestas..., pero quizás tu encuentres algún sentido a lo que te ha ocurrido..., o no.
Observarás que todos te evitan -a veces médicos y enfermeras incluidos- ...tranquila, no estás apestada, no tienes la culpa de nada..., el problema es nuestro, la muerte nos pone nerviosos... La gente no acertará a decirte nada sensato... o utilizará frases hechas del tipo de: “....bueno, mejor así, para como estaba…, te acompaño el sentimiento..., lo sentimos, pobrecita....”; o te pregunte: “¿como estás?...” y en vez de aliviarte te enfades todavía más y pienses: “...éste es tonto, pues como voy a estar... mal…, como puedo estar si se ha muerto mi marido, ¡mal!… ¡que cosas me preguntan…! No lo tengas muy en cuenta..., tiene su explicación: ¡¡¡la muerte nos aterroriza!!!
Quizás encuentres algo de alivio en hablar con otras viudas o personas de tu entera confianza, o si escribes una carta a tu marido, o le hablas a su foto, o escribes un diario sobre lo que te está ocurriendo, o preparas un álbum de fotos de cuando él vivía...
Puede que notes...
  • un nudo en la garganta, como un tropiezo que incluso te molesta al tragar y no se te va con la tos.
  • tensión muscular en el cuello o en la espalda..., o en todo el cuerpo.
  • dolores y molestias en el pecho, como que algo te aprieta... y no te lo puedes soltar..., o que te atraviesa y te desgarra..., o sensación de tener un nudo en el estómago y en la tripa.
  • dificultades para dormir..., te cuesta conciliar el sueño o te despiertas a la mínima de madrugada y no puedes volver a dormir.
  • mucho nerviosismo, como ansiedad, que no puedes parar por dentro..., o auténtico pánico.
  • falta de apetito o que no puedes dejar de comer.
  • que ves a tu marido, que le oyes o le sientes...
  • como un casco entre la frente y la nuca que te aprieta toda la cabeza.
  • sensación de tener un nudo en el estómago o malas digestiones.
  • dolores de tripas, estreñimiento o diarreas, o ambos.
  • dificultades para concentrarte.
... y que sientas...
  • tristeza, melancolía, depresión.
  • falta de memoria.
  • culpa y reproches continuos por cosas que ocurrieron, o por las que no ocurrieron, en la relación a tu marido.
  • enfado, irritabilidad o verdadera rabia, dirigida contra tus familiares, médicos, enfermeras, contra ti misma, contra Dios o contra tu propio marido.
  • que te entren las ganas de llorar de repente y no puedas controlarlo.
  • cambios de humor repentinos.
  • incomodidad al estar con otras personas o, por el contrario, que no quieras estar sola por nada del mundo.
  • pensar que lo que te ha ocurrido no es cierto, que tu marido no ha muerto, que realmente no ha pasado nada, que todo era un sueño, una película.
  • como que haces las cosas automáticamente, igual que un robot.
  • un vacío y falta de ganas de vivir o incluso deseos de morirte para irte con él.
  • pensamientos que te acosan, acerca de si las cosas hubieran ocurrido de otra manera, y los rumias... y les das vueltas y más vueltas...
  • miedo al futuro y a la soledad.
  • deseos de desaparecer, de irte a no sé donde, o de trabajar mucho para huir del dolor que tienes.
  • sentir que estás enloqueciendo cuando la intensidad de los sentimientos te sobrepasan.
¿Qué puedes hacer para sentir cierto alivio y consuelo?
  • cuidarte física y mentalmente, darte tiempo…
  • al principio no te fuerces a comer más de lo que te apetezca.
  • trata de hacer ejercicio físico regular: pasear, correr, nadar, andar en bici… te ayudará a relajarte.
  • ¡ojo! al café, te pone más nerviosa y te da más angustia; ¡cuidado con el alcohol!, puede llevarte a la depresión; controla el tabaco, se puede convertir en un problema serio; y utiliza los medicamentos razonablemente, si tienes dudas al respecto consulta con tu médico de familia. 
  • procura llevar una vida lo más equilibrada posible, donde tengas un tiempo para el reposo, el trabajo, y la reflexión o la oración si eres creyente.
  • sé muy paciente contigo misma; recuerda que lo que te ocurre es normal en tu situación, aun cuando a menudo te encuentres desbordada y desorientada.
  • intenta mantener el contacto con los que te quieren: familiares, amigos,... y si por tu dolor te habías apartado... vuelve poco a poco a relacionarte con ellos; es importante tener familiares y amigos con los que puedas hablar, te ayudarán.
  • no te importe volver a contar lo que ocurrió, habla de cómo falleció…, de lo que sentiste, lo que hiciste…
  • revisa los recuerdos de tu vida en común, los buenos… pero también los malos, te aliviará.
  • ten presente que tu dolor es único, es tuyo, y por lo tanto no es comparable; no midas, pues, lo que progresas comparándote con otros, no sirve.
  • permítete llorar, el llorar profundamente alivia de verdad, es un desahogo y una “salida” a tu dolor acumulado.
  • cuando te venga la culpa, reflexiona… y repasa lo que hiciste, “hice esto, y lo otro, y lo de más allá…”, ¿de verdad piensas que podías haber hecho más de lo que hiciste…?
  • el luto interior lleva su tiempo y las emociones van y vienen, y a veces -como decíamos antes- a golpes, ve a tu ritmo.
  • quiérete y no seas muy crítica contigo misma, insistimos, tómate tu tiempo.  
  • busca sostén tanto dentro como fuera de la familia; tus familiares son seres humanos y tienen sus limitaciones, piensa que probablemente cada uno tenga lo suyo, para ellos era su hermano, su padre…
  • a muchos se nos ha educado para ser independientes y nos cuesta pedir ayuda, pero todos la necesitamos; solicita ayuda y acepta la que se te ofrece.
  • te aseguramos que llegará un momento en el que tu vida volverá a encarrilarse, pero también te decimos que nada será igual, hay un antes y un después, y por eso te recomendamos que busques nuevas maneras de hacer las mismas cosas que antes hacías y que hagas cosas diferentes, piensa que ahora siempre hay alguien que te puede ayudar desde el otro lado.
  • permítete volver a vivir.
Piensa que... no estás enferma... solamente estás penando tu pérdida, llorándola..., que sufres toda tú, tu cuerpo y tu espíritu, y por eso te duele todo..., te duele hasta el alma, estás mal, tus tripas, tu corazón, tu cabeza, tus nervios... toda tú..., y para esto... no hay medicamentos, por eso a veces es tan difícil que encuentres ayuda profesional. Sin embargo, poco a poco, médicos, enfermeras, psicólogos…, vamos tomando conciencia de que podemos ayudar, y en eso estamos…
Finalmente... ¡¡recuerda que todos somos diferentes y únicos!!... y que por lo tanto este folleto te ha podido servir... o no... o incluso enfadarte más... ¡¡todo puede ser!!

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