jueves, 19 de mayo de 2011

UNA TRISTE REALIDAD

Una vida sin esperanza y con el peso de los años. Franz Gamboa, un anciano de 72 años pasa el día a día en un viejo sillón en el asilo “El Buen Pastor”, esperando por la familia ausente que lo dejó hace 4 años.
Hoy, como el resto de los días, la jornada transcurre con la esperanza de que algún familiar visite a los muchos ancianos que viven en el asilo.

Abandono y maltrato

La Directora del Asilo, Hermana Cecilia Humerez, afirma que en muchos casos los ancianos son abandonados porque sus parientes los consideran un estorbo, pero también hay casos donde los ancianos son dejados a su cuidado porque los familiares no cuentan con los recursos necesarios para su cuidado, sobre todo para la compra de medicamentos.
“El 80% de los ancianos abandonados que llegan al asilo son indigentes o no tienen ninguna referencia, mientras que el 20% restante, al menos tienen una persona que los conoce y/o visita”, informó Humerez.

El asilo

Fundado el 16 de septiembre de 1910 en Cochabamba, el asilo “El Buen Pastor” alberga a 62 ancianos pese a la falta de ingresos económicos. El asilo se encuentra a cargo de las hermanas de la orden “Hijas de Santa Ana”. La Directora del asilo nos explicó que esta casa de la providencia se mantiene gracias a las donaciones de algunas instituciones y personas con un gran corazón. “Si no fuera por Dios y la gente esta casa no existiría”, afirmó la religiosa.

La rutina de un adulto mayor

El día inicia a las 7:00 asistiendo a misa; el desayuno se sirve a las 7:30; a las 8:30 los días lunes, miércoles y viernes sesión de fisioterapia brindada por estudiantes de la Universidad Central y UDABOL, los días martes y jueves a la misma hora reciben terapia ocupacional; el almuerzo a las 11:00; descanso hasta las 14:00 hora en la que se reza el rosario; el horario de visita con previa cita inicia a las 14:30 y finaliza a las 16:00. “Durante la tarde los ancianos reciben la visita de grupos voluntarios y dos veces a la semana vienen los médicos de la alegría, pero rara vez se ve a algún familiar”, afirmó Humerez. La cena a las 16:30; al finalizar la cena empieza la hora de recreación hasta las 18:00 que es la hora de dormir. “Los ancianitos”, comentó la directora, “luego de la cena disponen de un tiempo para su recreación, pero la mayoría prefiere irse a la cama”.

Triste realidad

Los ancianos en ocasiones llegan por decisión propia, porque no quieren ser una carga para sus familias. “Un anciano llegó caminando al asilo, diciendo que su hijo lo había botado de su casa, para que su novia viva ahí”, contó Rosmery Vaca Diez de Medina, ex enfermera del asilo.
La Directora del asilo, contó el caso de un anciano de 63 años, enfermo y que no puede caminar debido a problemas de nacimiento, él vive en el asilo desde que tiene 5 años; las hermanas de la orden “Hijas de Santa Ana” lo trasladaron desde la ciudad de Tarija, ciudad donde fue encontrado en la calle con solo semanas de nacido, vivió con las religiosas hasta la edad en la que lo trasladaron a Cochabamba.

Ausentes

Para las personas de la tercera edad lo más doloroso es no recibir un abrazo o un beso de las personas por las que alguna vez dieron todo y a cambio solo reciben ausencia.

“Seguro que cuando me muera recién se van a acordar de mí, van a venir a ver si tenía plata”, afirmó Franz Gamboa.

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