Cuando él le sugirió que buscara un nuevo empleo, ella argumentó que no había ninguno decente en aquel pequeño pueblo.
Él indago acerca de la posibilidad de encontrar empleo en el pueblo adyacente, a quince millas. Ella manifestó que necesitaría un automóvil para llegar allí, y que no tenía ninguno.
Cuando el terapeuta ofreció un plan para adquirir un carro no costoso, ella argumentó que eso nunca funcionaría, ya que de todas formas, no había sitio para el estacionamiento en el pueblo vecino.
Se ha dicho que en la vida son seguras tres cosas: la muerte, los impuestos y el cambio.
Si observas a tu alrededor, notarás que la mayoría de las personas pueden lidiar mejor con las dos primeras, que con la última. No obstante, sin los cambios, nunca sabremos qué maravillosos pueden ser los planes que Dios tiene para nosotros.
El temor a un cambio se origina en el miedo a perder, incluso si perdemos algo que nunca ocupará un lugar especial. Si estás batallando con algún tipo de transformación en tu vida actual, toma un momento para depositar tus temores en manos del Señor. Confiando en Su orientación, ¡el cambio puede conducir a la bendición!
Nuestras verdaderas bendiciones con frecuencia llegan a nosotros, con vestimentas de dolor, extravíos y desilusión; mas seamos pacientes, y pronto las veremos tal como son. Joseph Addison.
2 Timoteo 1:7
Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
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