lunes, 27 de diciembre de 2010

MARIO VARGAS LLOSA Y LO QUE EXPRESA

Sus triunfo, es el triunfo de la experiencia, del liderazgo de un adulto mayor. es demostrar que la vida empieza también a los 75 años.
Las opiniones, todas positivas, de los analistas del mundo, sobre los conceptos entregados por Mario Vargas Llosa en el discurso de aceptación en Estocolmo, abrió las primeras páginas de los diario electrónicos del orbe y las ediciones de los últimos días.
Por: Miguel Humberto Aguirre.
EL PAIS: “El escritor peruano emocionado y entre lágrimas transformó una carta de Batalla sobre su vida y su vocación en un homenaje a su mujer Patricia y a la literatura, el elogio a la lectura y la ficción”
LA JORNADA (México)” Vargas Llosa recordó el incumplimiento con la emancipación indígena”.
2001 (Venezuela) “Sin ficción el hombre será menos conciente de la importancia de la libertad para que la vida sea vivible y del infierno en que está se convierta cuando es conculcada por un tirano en una ideología o una religión”.
OPINION (Nueva York) “Fue un elogio a la lectura y la literatura).
EL CORREO (Países Vascos) “Leer es lo más importante que me ha pasado”.
EL MUNDO (España) “Y el Nóbel se declaró a Patricia”.
Las opiniones de Mario Vargas Llosa en su generoso y solemne “elogio a la lectura y la ficción” permitieron escuchar y leer expresiones de una total aprobación. Vargas Llosa no fue mezquino con la vida y, en su discurso de aceptación, tuvo recuerdos y conceptos para los 74 años vividos en las 12 páginas leídas – dos minutos 58 segundos hasta 3 minutos 6 segundos en cada una de ellaS aproximadamente – que le obligaron en 7 oportunidades a tomar agua porque la garganta se secaba. De aquella hora y minutos recordamos expresiones como:
Aprendí a leer a los 5 años en la clase del hermano Justiniano en el colegio de la Salle en Cochabamba, Bolivia. Es la cosa mas importante que me ha pasado en la vida
Recuerdo con nitidez cómo esa magia, traducir las palabras de los libros en imágenes enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y de espacio.
La lectura convertía el sueño en vida y la vida en sueño y ponía al alcance del pedacito de hombre que era yo el universo de la literatura.
Me gustaría que mi madre estuviera aquí, ella que solía emocionarse y lloran leyendo los poemas de Amado Nervo y de Pablo Neruda, y también el abuelo Pedro de gran nariz y calva reluciente. Que celebraba mis versos.
Si convocara en este discurso a todos los escritores a los que debo algo o mucho sus sombras nos sumirían en la oscuridad. Son innumerables. Además de revelarme los secreto del oficio de contar, me hicieron explorar los abismos de lo humano.
Algunas veces me pregunté si en países como el mío, con escasos lectores y tantos pobres analfabetos e injusticias. Donde la cultura era privilegio de tan pocos, escribir no era un lujo solipsista.
Creo que hice lo justo, pues, si para que la literatura florezca en una sociedad fue requisito alcanzar primero alta cultura, la libertad, la prosperidad y la justicia, ella no hubiera existido nunca.
Seríamos peores de lo que somos sin los buenos libros que leímos, mas conformistas, menos inquietos, e insumisos y el espíritu crítico, motor del progreso, ni siquiera existiría.
Sin las ficciones seríamos menos conscientes de la importancia de la libertad para que la vida sea vivible y del infierno en que se convierte cuando es conculcada por un tirano, una ideología o una religión.-
Quienes dudan de la literatura, además de sumirnos en el sueño de la belleza y la felicidad, nos alerta contra la forma de opresión, pregúntense por que todos los regímenes empeñados en controlar la conducta de los ciudadanos de la cuna a la tumba, le temen tanto que establecen sistemas de censura para reprimirla y vigilan con tanta suspicacia a los escritores independientes.
Defendamos la democracia liberal, que, con todas sus limitaciones, sigue significando el pluralismo político, la convivencia, la tolerancia, los derechos humanos, el respeto a la crítica, la legalidad, las elecciones libres, la alternancia en el poder…
En mi juventud, como muchos escritores de mi generación, fui marxista y creí que el socialismo sería el remedio sería el remedio para la explotación y las injusticias sociales que arreciaban en mi país, en América Latina y el resto del Tercer Mundo. Mi decepción del estatismo y colectivismo y mi transito hacia el demócrata y liberal que soy, que trato de ser, fue largo y difícil y se llevo a cabo despacio y a raíz de episodios como la conversión de la Revolución Cubana, que me había entusiasmado al principio, al modelo autoritario de la Unión Soviética
De niño soñaba con llegar algún día a Paris porque deslumbrado con la literatura francesa, creía que vivir allí y respirar el aire que respiraron Balzac, Stendhal, Baudelaire, Proust, me ayudaría convertirme en un verdadero escritor…
Los que mas le agradezco a Francia es el descubrimiento de América Latina. Allí aprendí que el Perú era parte de una vasta comunidad a la que hermanaban la historia, la geografía, la problemática social y política, una cierta manera de ser y la sabrosa lengua en que hablaba y escribía y que en esos mismos años producía una literatura novedosa y pujante. Allí leí a Borges, a Octavio Paz, Cortaza, Garcia Márquez, Fuentes, Cabrera, Infante, Rulfo, Onetti, Carpentier, Edward, Donoso y muchos otros.
De entonces a esta época, no sin tropiezos y resbalones, América Latina ha ido progresando, aunque, como decía Cesar Vallejos, Todavía Hay hermanos muchísimo por hacer. Padecemos menos dictaduras que antaño, solo Cuba y su candidata a secundaria, Venezuela y algunas seudodemocracias populistas y payasas como las de Bolivia y Nicaragua.
Nunca me he sentido un extranjero en Europa, ni en verdad, en ninguna parte del Mundo.
El amor al país en que uno nació no puede ser obligatorio, sino, al igual que cualquier amor, un movimiento espontáneo del corazón, como el que une a los amantes, a padres e hijos y los amigos entre si.
A Perú yo lo llevo en mis entrañas porque en él nací, me formé, y vive aquellas experiencias de niñez y juventud que modelaron mi personalidad, fraguaron mi vocación, y porque amé, odié gocé, sufrí y soñé.
Algunos compatriotas me acusaron de traidor y estuve a punto de perder la ciudadanía cuando durante la ultima dictadura pedí a los gobiernos democráticos del mundo que penalizaran al régimen con sanciones diplomáticas y económicas como siempre lo he hecho con todas las dictaduras, de cualquier índole, la de Pinochet, la de Fidel Castro, la de los talibanes en Afganistan…
Un compatriota, Jose María Arguedas, llamó al Perú, el país “de todas las sangres”. No creo que hay formula que lo defina mejor… Eso somos y llevamos dentro todos los peruanos, nos guste o no: una suma de tradiciones, razas, creencias y culturas procedentes de los cuatro puntos cardinales.
Quiero a España tanto como al Perú y mi deuda con ella es tan grande como el agradecimiento que le tengo. Si no hubiera sido por España, no estaría en esta tribuna.
De todos los años que he vivido en suelo español, recuerdo con fulgor los cinco que pasé en la querida Barcelona a comienzos de los años setenta.
Detesto toda forma de nacionalismo, ideología ¿o más bien, religión provinciana, de corto vuelo.
El Perú es para mi una Arequipa donde nací pero nunca viví, una ciudad que mi madre, mis abuelos y mis tíos me enseñaron a conocer a través de sus recuerdos y añoranzas. Es la Piura del desierto, el algarrobo y el sufrido burrito, al que los piuranos llamaban “el pie ajeno” Es el colegio San Miguel el Teatro Variedades donde por primera vez vi. subir al escenario una obrita escrita por mi.
· El Peru es Patricia, la prima de naricita respingada y carácter respingada con la que tuve la fortuna de casarme hace 45 años y que todavía soporta las manías, neurosis y rabietas que me ayudan a escribir. Sin ella mi vida se hubiera disuelto hace tiempo y no hubieran nacido Alvaro, Gonzalo, Morgana ni los seis nietos que nos prolongan y alegran la existencia. Ella hace todo y todo lo hace bien. Resuelve los problemas, administra la economía, pone orden al caos, mantiene a raya a los periodistas y a los intrusos, defiende mi tiempo, decide las citas y los viajes, hace y deshace maletas, y es tan generosa que, hasta cuando cree que me riñe, me hace el mejor de los elogios: “Mario, para lo único que tu sirves es para escribir.
Al hablar de la ficción, he hablado mucho de la novela y poco del teatro, otra de sus formas excelsa. Una gran injusticia desde luego. El teatro fue mi primer amor.
La literatura es una representación falaz de la vida que, sin embargo, no ayuda a entenderla mejor, y a orientarnos por el laberinto en el que nacimos, transcurrimos y morimos. Ella nos desagravia de los reveses y frustraciones que nos aflige la vida…
Las mentiras de la literatura se vuelven verdades a través de nosotros, los lectores transformados, contaminados de anhelos, y por culpa de la ficción, en permanente entredicho con la mediocre realidad.
La literatura introduce en nuestros espíritus la inconformidad y la rebeldía que están detrás de toda hazaña que han contribuido a disminuir la violencia en las relaciones humanas.
A disminuir la violencia, no a acabar con ella porque la nuestra será, siempre, por fortuna una historia inconclusa.
Por eso tenemos que seguir soñando, leyendo y escribiendo, la mas eficaz manera que hayamos encontrado de aliviar nuestra condición perecedera,
derrotar a la carcoma del tiempo y de convertir en posible lo imposible.
Deja pensamientos y experiencias Mario Vargas Llosa como para no olvidar. Muchas de sus expresiones como díjo alguien: para el bronce.

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