Un británico octogenario conmueve a su país con su declaración de amor a su esposa, con la que lleva seis décadas de feliz matrimonio
La prensa británica se hace eco estos días de la romántica historia de un matrimonio cuya luna de miel dura ya 60 años. ¿El secreto de este amor tan duradero? Resulta que no hacen falta grandes proezas ni una vida de cuento. Tan solo flores y cariño. Y muchísima constancia.
Tom Shovelton es un auténtico Romeo. Todos los días desde hace seis décadas pone una rosa fresca junto a la almohada de su mujer. Así desde l día que se casaron. Es un hombre enamorado y muy constante.
El matrimonio Shovelton celebra sus bodas de diamante, tras más de medio siglo juntos y tan enamorados como el primer día. Muchas británicas suspiran ahora por que se extienda el romántico gesto de este singular galán, de 87 años, y muchos maridos se han sonrojado al conocer esta historia. Per hay más: por si este romántico detalle fuera poco, Tom besa cada mañana a su afortunada esposa, Joan, de 83 años, y no se acuesta ningún día sin darle un beso de buenas noches. Actos extraordinariamente sencillos pero muy significativos, que mantienen a Tom y Joan juntos y felices.
“Todavía recibo una rosa diaria y siempre tengo un beso por las mañanas y otro por las noches”, ha contado una emocionada Joan a la prensa. “Hemos vivido y trabajado juntos toda la vida, así que sabemos lo importante que es dar y recibir. Hemos tenido 60 felices años juntos. No cambiaría nada en absoluto.”
Su historia de amor se ha mantenido viva durante todo este tiempo. Sin embargo, Tom no cree que la rosa que regala a su mujer cada día sea nada extraordinario. Eso sí, cree que si más hombres tuvieran este tipo de detalles con sus mujeres, se romperían muchas menos relaciones. “Todo el mundo debería hacerlo”, asegura Tom, “Le quiero con locura, lo hago desde el día en que nos conocimos.”
El feliz matrimonio se conoció en la nochevieja de 1946. “Tom era granjero en Lancashire. Mi hermana salía con el hermano de Tom y nos presentaron en un bar”, recuerda Joan. Allí saltó la chispa y, después de dos años de noviazgo, se casaron en York.
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