viernes, 21 de agosto de 2009

APRENDER A ENVEJECER

El mito de que la vejez es una etapa en la que se recortan las posibilidades es algo que debemos empezar a dejar de lado. La aparición de ciertas limitaciones físicas no es síntoma de que ya no se vale para nada, sino que son sólo señales del tiempo que pasa inevitablemente y contra el que no tiene sentido luchar. Es en la aceptación del paso de la vida como algo natural, donde se puede encontrar la esperanza.

Esta aceptación del paso del tiempo implica la tarea de aprender a envejecer a de las afirmaciones de este aprender es ir comprendiendo que la sociedad no tiene toda la culpa si ya no encomienda responsabilidades a aquellos que se ven afectados por el paso del tiempo y que llama a otros para que ocupen su lugar en el ámbito laboral. Pero no hay que aferrarse únicamente a la ley del tiempo mientras poco a poco se va desprendiendo de las cosas, es necesario darse cuenta de que este turnarse de tareas es una oportunidad de descubrir una de las experiencias más interesantes de la vida que se renueva bajo el impulso de la Providencia de Dios.

Debemos recordar que siempre se es útil y esto en todos los ámbitos no sólo en el laboral. Los adultos mayores pueden contribuir con el consejo, el optimismo y la oración, a la alegría y al entusiasmo de quienes están de turno en las responsabilidades, viviendo una vida serena y humilde , en contacto con el mundo, en continua renovación, sin quejas sobre el pasado, convirtiendo sus sufrimientos humanos en un don de reparación social.


El siguiente texto fue escrito por Marta Lambretch, se titula: ANCIANOS PERO DICHOSOS, debe ayudarnos a profundizar que a pesar de que todo en la vejez parece cuesta arriba o cuesta abajo, puede ser a la vez razón para la esperanza en la misma vida y la vida de los demás.

  • Dichoso el anciano que valora su ancianidad, porque en su atardecer sabrá dar gracias a Dios por el gran don de la vida.
  • Dichoso el anciano que es portador de paz y energía creadora, porque contribuirá hasta el último momento a la construcción del mundo.
  • Dichoso el anciano que se mantiene optimista, porque no tendrá la sensación de haber desperdiciado su vida.
  • Dichoso el anciano, que se acerca al sufrimiento de los demás, porque nunca carecerá de compañía.
  • Dichoso el anciano que no fomenta el egoísmo de vivir buscando sus seguridades, porque las encontrará cubiertas todas por añadidura.
  • Dichoso el anciano que viviendo su pobreza siembra alegría a su alrededor, porque conocerá el gozo de vivir.
  • Dichoso el anciano que acepta con mirada confiada y serena sus limitaciones, porque descubrirá la felicidad de la sencillez.
  • Dichosos y felices todos los ancianos que encontrándose solos y abandonados continúan amando porque se sentirán amados por Dios.

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