1. Cásate con la persona indicada. Esta única decisión determinara el 90% de tu felicidad o infelicidad.
2. Trabaja en algo que disfrutes, y que sea digno de tu tiempo y talento.
3. Dale a la gente más de lo que espera y dalo alegremente.
4. Conviértete en la persona mas entusiasta que conozcas.
5. Se indulgente contigo mismo y con los demás.
6. Se generoso.
7. Ten un corazón agradecido.
8. Persistencia, persistencia, persistencia.
9. Disciplínate a ahorrar dinero aun con el sueldo mas modesto.
10. Trata a aquellos que conozcas como te gustaría ser tratado.
11. Comprométete a una constante mejora.
12. Comprométete con la calidad.
13. Comprende que la felicidad no esta basada en las posesiones, poder o prestigio, sino en las relaciones con la gente que amas y respetas.
14. Se leal.
15. Se honesto.
16. Se decisivo, aun cuando esto signifique que a veces estés equivocado.
17. Deja de culpar a los demás. Responsabilízate por cada día de tu vida.
18. Se audaz y valiente. Cuando mires hacia atrás en tu vida, lamentaras mas las cosas que no hiciste de las que hiciste.
19. Preocúpate por aquellos que amas.
20. No hagas nada que no hiciera sentir orgullosa a tu madre a tu padre.
A mi Madre le decían loca,pero no era loca, era profesora.Hablaba diferente.
Decía: "Los ojos sirven para escuchar". Yo tenía diez años de edad.
Un niño no comprende el lenguaje vertical
y pensaba que quizá mi madre era loca.
Cierta vez me armé de valor y le pregunté:
¿Con qué miramos?
Mi madre me respondió:
"Con el corazón".
Cuando mi madre se levantaba de buen humor cantaba:
" Hoy me he puesto mi vestido de veinte años".
Yo sabía que no tenía veinte años y la miraba,nada más.
¿Qué puede hacer un niño, sino escuchar?
Si mi madre estaba triste decía estar vestida de niebla.
" Hoy tengo ochenta años" -dijo-, cuando desaprobé un curso.
Al fin pude terminar la educación primaria.
El día de la clausura llegó tarde.
Se disculpó diciendo: "Hijito, me demoré
porque estuve buscando mi vestido de Primera Comunión,
¿No ves mi vestido de Primera Comunión?".
Miré a mi madre
y no estaba vestida de Primera Comunión.
Después tuvo ese accidente fatal.
Me llamó a su lado, cogió fuerte mis manos y dijo:
"No tengas pena, la muerte no es para siempre" .
Pensé: mi madre no se da cuenta de lo que habla.
Si uno muere es para siempre.
Era niño y no entendía sus palabras.
Ahora tengo cincuenta años
y recién comprendo sus enseñanzas.
Sí, Madre. Podemos tener 20 años
y al día siguiente ochenta.
Todo depende de nuestro estado de ánimo.
Los ojos sirven para escuchar
porque debemos mirar con atención a quien nos habla.
Para conocer la realidad esencial de una persona,
tenemos que mirarla con el corazón.
La muerte no es para siempre,
sólo muere lo que se olvida
y a mi madre la recuerdo porque la quiero.
Ahora -en sueños platicamos-
nos reímos de su método de enseñanza.
Aprendí a mirar con el corazón.
Aprendí a mirar con el corazón.
Una noche me dijo:
"He notado que te molestas
si tus amigos te dicen loco y eso no está bien.
Es natural que el hijo de una loca sea loco".
Entonces -por primera vez-
repliqué a mi madre y le dije: "Madre, te equivocas,
no siempre el hijo de una loca
tiene que ser loco; a veces es poeta".
Por eso puedo decir con orgullo:
"A mi madre le decían loca,
pero no era loca, era profesora.
Me enseñó a descubrir la vida después de la muerte".
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