TENER CREENCIAS RELIGIOSAS MEJORA LA SALUD Y PROLONGA LA VIDA
Investigaciones modernas avalan que la religiosidad y la fe alargan la vida. Los que que rezan plegarias aumentan su esperanza de vida. Viven con más calidad de vida, con más salud, con más bienestar personal que los agnósticos y los ateos. Existe una evidencia científica que relaciona la fe con la salud. A más fe, más salud. La oración tiene poder curativo.
Las personas religiosas tienen más recursos para superar situaciones difíciles en la vida. La fe y las creencias religiosas ayudan a controlar el estrés y las depresiones. Algunos científicos llegan a comparar los beneficios de la actividad religiosa y la espiritualidad en las personas de edad avanzada con los beneficios del ejercicio físico. En ambos casos mejora la salud y prolonga la existencia humana.
Algunas investigaciones recientes llegan a concluir que tener fe y mantener una actividad religiosa en general alargan la vida entre tres y cinco años de media. Se comprueba que las personas religiosas y espirituales tienen un estilo de vida más equilibrado y armónico, se cuidan más y tienen menos conductas de riesgo.
Las personas mayores, los ancianos en general, que son religiosos, que recurren a la oración ante situaciones difíciles de la vida, que tiñen de espitualidad su vida personal, reducen las posibles consecuencias de los problemas de soledad, de dudas e incertidumbres, de estrés, de enfermedades y achaques propios de la edad avanzada. Consiguen que su sistema inmunológico no se deprima y que puedan afrontar las situaciones difíciles con equilibrio, cierto optimismo, esperanza y serenidad. Los adultos mayores que tienen arraigadas la fe y la religión tienen una actitud más positiva y resolutiva ante las enfermedades y la propia muerte. En definitiva las personas creyentes y religiosas experimentan una mejor salud física y psíquica y se adaptan mejor a las circunstancias y al entorno
Las personas religiosas tienen más recursos para superar situaciones difíciles en la vida. La fe y las creencias religiosas ayudan a controlar el estrés y las depresiones. Algunos científicos llegan a comparar los beneficios de la actividad religiosa y la espiritualidad en las personas de edad avanzada con los beneficios del ejercicio físico. En ambos casos mejora la salud y prolonga la existencia humana.
Algunas investigaciones recientes llegan a concluir que tener fe y mantener una actividad religiosa en general alargan la vida entre tres y cinco años de media. Se comprueba que las personas religiosas y espirituales tienen un estilo de vida más equilibrado y armónico, se cuidan más y tienen menos conductas de riesgo.
Las personas mayores, los ancianos en general, que son religiosos, que recurren a la oración ante situaciones difíciles de la vida, que tiñen de espitualidad su vida personal, reducen las posibles consecuencias de los problemas de soledad, de dudas e incertidumbres, de estrés, de enfermedades y achaques propios de la edad avanzada. Consiguen que su sistema inmunológico no se deprima y que puedan afrontar las situaciones difíciles con equilibrio, cierto optimismo, esperanza y serenidad. Los adultos mayores que tienen arraigadas la fe y la religión tienen una actitud más positiva y resolutiva ante las enfermedades y la propia muerte. En definitiva las personas creyentes y religiosas experimentan una mejor salud física y psíquica y se adaptan mejor a las circunstancias y al entorno
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