Ven amor, acompáñame en invierno,
ven raudo, acomódate a mi lado!
Aún el astro brilla como brasa,
y es tizón abrasando mi tejado.
Nuestras espigas del trigal descansan
y el maíz en el silo siempre espera.
Hoy el sol ha pasado por la aldea
y los jilgueros en los prados cantan.
En el brocal del pozo hay una yegua
mientras bebe un caballo la fresca agua,
y su potrillo le mira orgulloso
al ejemplar con lunas en las ancas.
Y las montañas sueñan con su valle
y descienden sus sombras presurosas;
corriendo van al mar, se hacen de arena
a contemplar los vuelos de gaviotas
En la casa del alma se acomoda
ven raudo, acomódate a mi lado!
Aún el astro brilla como brasa,
y es tizón abrasando mi tejado.
Nuestras espigas del trigal descansan
y el maíz en el silo siempre espera.
Hoy el sol ha pasado por la aldea
y los jilgueros en los prados cantan.
En el brocal del pozo hay una yegua
mientras bebe un caballo la fresca agua,
y su potrillo le mira orgulloso
al ejemplar con lunas en las ancas.
Y las montañas sueñan con su valle
y descienden sus sombras presurosas;
corriendo van al mar, se hacen de arena
a contemplar los vuelos de gaviotas
En la casa del alma se acomoda
la silla mecedora a ver su ocaso;
dibuja su perfil el horizonte
y mi canto se arropa en su regazo.
¡Ven amor, acompáñame en invierno,
ven raudo, acomódate a mi lado!
Aún el astro brilla como brasa
y es tizón abrasando mi tejado.
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