domingo, 12 de junio de 2011

ABUELOS EN LAVIDA DE LOS NIETOS

Abuelos cumplen un papel clave al transmitir la religiosidad.

Semana Santa a través del testimonio de católicos, judíos y musulmanes: Rezar con los nietos, preparar alimentos simbólicos o acudir a la mezquita son formas de inculcar la fe en los niños. Tres familias cuentan cómo traspasan sus creencias a sus descendientes.

"¿A quién se celebra el próximo domingo?", pregunta con voz de educadora a sus nietos María Cristina Undurraga (60), mientras les muestra un crucifijo de madera. "A Jesuuús", responden a coro los niños de entre siete y 12 años, al tiempo que le dan besos en los pies a la imagen.

Con 13 hijos adultos y 20 nietos en la familia, María Cristina y Hernán Johnson (70) aseguran ser los pilares de la fe en su familia. "Sentimos la misión de transmitirles nuestra religión a los nuestros, mostrándoles un Dios bondadoso que es como un amigo íntimo", comenta Hernán.

"Pequeños detalles, como bendecir los alimentos, cantar canciones de misa o rezar el rosario, van inculcando la fe en los más chicos. Y estas fechas de Semana Santa, con el vía crucis actuado y los huevos de Pascua, logran captar el interés infantil", dice María Cristina.

Según explica Carlos Almonte, psiquiatra de la U. de Chile que ha estudiado los alcances psicológicos de la fe, "la enseñanza religiosa se transmite por un modelo de imitación donde la coherencia es muy importante. Una cosa es enseñar la teoría de los rituales, pero conceptos como el perdón, la reconciliación o el amor al prójimo los niños los adquieren por imitación de los mayores".

Para numerosas religiones, dice Almonte, Semana Santa marca un hito trascendental, que además es importante en términos familiares. "Justamente las familias que profesan una fe, cualquiera sea ésta, son más cohesionadas y tienen mejores relaciones parentales que las no creyentes".

Tradición judía

Para sus ocho nietos y siete bisnietos, Thea Grumpeter (85) es la encargada de transmitir la fe judía, cohesionando a su familia.

"En mi casa nos juntamos para conmemorar Pésaj con mucha alegría, donde recordamos la salida de los judíos de la esclavitud de Egipto", cuenta.

Durante la fiesta, que comienza el 8 de abril y se prolonga por ocho días, la familia se reúne a compartir una cena con pedazos de matzá (un tipo de pan sin levadura), entre otros alimentos simbólicos y ofrendas que recuerdan la libertad israelita.

"A mis nietos les he enseñado a preparar diversos platos, como el jarauzet, que son unas bolitas con harina de matzá, que se cuecen en una sopa, mientras en la mesa se lee el Hagadá con el relato de la liberación", dice Thea.

Para los musulmanes, que comparten el culto a Jesús como uno de los profetas, Semana Santa también es especial, aunque se vive de manera distinta, ya que ellos no creen en la crucifixión de Cristo. "Nuestra historia afirma que Dios lo rescató y lo elevó a los cielos", cuenta Norma Sleiman Ahmed (68), quien practica la religión musulmana desde su infancia.

"Yo les enseño a mis nietos a orar y las enseñanzas de los profetas a través de la lectura del Corán, pero también les inculco obrar correctamente, con amor, fe, buenos pensamientos y respeto por los demás", afirma.

La tradición consagra al día viernes la oración comunitaria, donde las familias completas van a la mezquita a rezar. "Allí las mujeres llevamos el hiyab o velo islámico, mientras los niños deambulan libremente o nos imitan en las oraciones", cuenta.

Cuestión de fe

Numerosas investigaciones afirman que la fe religiosa tiene positivos efectos físicos y psicológicos. Un estudio de las universidades de Oxford y Cambridge, en el Reino Unido, constató que estos sentimientos activan una zona del cerebro relacionada con la regulación del dolor.

Mientras que otra investigación de la U. de Chicago asegura que la religión y la espiritualidad ayudan a prevenir eventos como ataques al corazón e infecciones.

En Chile, el doctor Carlos Almonte dirigió una investigación que demostró que en los niños y jóvenes pertenecer a una comunidad religiosa, sin importar el credo, es un factor protector de las conductas de riesgo.

"Los abuelos pueden neutralizar la violencia en la familia a través de la enseñanza bondadosa de la religión",

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