domingo, 1 de julio de 2012

PARA EL ADULTO MAYOR


 Se denomina sarcopenia a la pérdida de fibras y células musculares del tipo II que ocurre a medida que nuestro organismo avanza en el tiempo. En efecto, desde los 30 años comenzamos a perder fibras y células musculares estriadas que son las que sustentan y dan fuerza  a la masa muscular de nuestras extremidades, siendo que a los 80 años puede haber una pérdida de hasta 50% de masa muscular, afectando la fuerza muscular y consecuentemente  nuestras funciones de la vida diaria como  son el caminar y subir escaleras, por ejemplo… Este fenómeno les ocurre a todas las personas, pero su intensidad será mayor o menor de acuerdo a la existencia de factores de riesgo entre los que debemos mencionar en primer lugar los que no pueden ser modificados: la edad, el sexo femenino, la presencia de enfermedades crónicas como la diabetes mellitus, las enfermedades de la glándula tiroides  y las enfermedades neurodegenerativas, como la demencia. En segundo  lugar tenemos los  factores de riesgo que si pueden modificarse: el hábito sedentario, la obesidad, las dietas restrictivas con falta de proteínas y el alcoholismo. Es interesante mencionar que especialmente en las mujeres, existe una cierta proporcionalidad entre osteopenia y sarcopenia, por lo que probablemente quien sufre de osteoporosis también tiene algún grado  mayor o menor de pérdida muscular, lo que eventualmente favorece las caídas y consiguientes fracturas osteoporóticas.
¿Cuál es el impacto de la sarcopenia? La sarcopenia es uno de los principales factores para el llamado Síndrome de Fragilidad del anciano, en el que ocurre pérdida de peso, pérdida de vigor y pérdida de fuerza muscular, propiciando la tendencia a las caídas y a la discapacidad. El síndrome de Fragilidad termina por afectar seriamente la independencia funcional del que lo padece, disminuyendo su calidad de vida y aumentando el riesgo de muerte.
La sarcopenia se diagnostica a través de un examen llamado Absorciometría por Rayos X de Doble Energía (DEXA), que se realiza con un densitómetro en centros especializados. También puede diagnosticarse a través de otros estudios más sofisticados como la tomografía axial computarizada o la impedancia bioeléctrica, pero en la práctica, los médicos geriatras, que son los que mejor conocen esta condición, la diagnostican a través de pruebas del desempeño de la función motora y algunas medidas antropométricas.
Una vez diagnosticada, la sarcopenia debe ser prevenida y tratada con ejercicios especiales, que son los llamados isométricos, contra resistencia. Los más conocidos son los ejercicios con pesas con peso progresivo, tanto para extremidades superiores como inferiores, pero también pueden ser ejercicios isométricos de valor subir escaleras, ejercicios con bandas elásticas o bicicleta estática. Junto con los ejercicios hay que favorecer también estilos de vida saludables; evitar el tabaco, moderar el consumo de alcohol, mantener una dieta con un aporte  normal  y diario de proteínas, tanto de origen animal como vegetal.Enfermedades crónicas como la diabetes y las tireoideopatías deben ser controladas por el médico de cabecera y los obesos deberán recibir una intervención nutricional de acuerdo a su edad y factores de riesgo propios.
La sarcopenia es una condición degenerativa que debe ser mejor conocida y divulgada para prevenirla y tratarla especialmente entre los mayores de 65 años para mantener la fuerza muscular y evitar las caídas en la vejez.

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