Usted ha perdido un ser querido y esto
representa una de las tragedias más graves que pueden sucedernos. Así lo
entendemos y lo reconocemos. Por ello, permítanos ayudarle en estos
difíciles momentos mediantes estos cortos consejos. Utilícelos como
herramientas que le permitan administrar su dolor en los instantes más
difíciles.
La familia. La pérdida
de un ser querido nos afecta a todos como familia y es en ella donde
podemos encontrar nuestra mejor ayuda. La situación es bastante dolorosa
como para que la familia se desuna y cada uno tenga que llorar solo. Al
contrario, en momentos de crisis la familia debe permanecer aún más
unida y compartir su dolor conjuntamente.
Las diferencias. Las
reacciones a la pérdida de un ser querido varían mucho entre las
personas y entre uno mismo según la edad que uno tiene y las
circunstancias en las que se encuentra cuando tiene estas pérdidas. Por
ello, no será apropiado que se compare con otros.
Los factores que marcan la diferencia.
El nivel de apego que se tenía con la persona perdida, las
características de la muerte (muerte súbita frente a muerte anticipada o
esperada), la personalidad que uno tenga, la disponibilidad de apoyo
social o familiar y la presencia de otros problemas graves que suceden
al mismo tiempo pueden hacer que nos sintamos diferentes unos de otros a
pesar de haber perdido la misma persona.
El dolor. Debido a que
en ninguna otra situación como en el duelo el dolor producido es TOTAL
(en verdad toda la vida nos duele), no olvide que su dolor es legítimo,
real, extremadamente intenso y muy diferente al de una fractura de un
hueso, de una quemadura grave o de cualquier otro dolor severo.
Nuestro mundo. Cuando
perdemos a un ser querido, su ausencia puede afectar de forma grave las
relaciones que tenemos con el mundo y con otras personas. Así, es normal
que durante el período del duelo sintamos que nuestra realidad se ha
hecho añicos, que nuestro sentido de la vida se ha perdido y que
sintamos que nuestra personalidad o nuestro corazón se ha roto. Siempre
será bueno que exprese y comparta sus sentimientos con sus otros seres
queridos: se dará cuenta que ellos piensan y sienten lo mismo.
La mala comunicación.
Una reacción frecuente que tenemos cuando perdemos un ser querido es la
de no “mostrarle” a otros nuestra angustia para de esta forma no
angustiarles, y los otros hacen lo mismo: no se angustian para no
angustiarnos. Así, lo único que logramos es “construir” un muro entre
ellos y nosotros, una barrera a través de la cual “pasan algunas cosas y
otras no”, perdiendo de esta forma la más valiosa herramienta para
poder recuperarnos: una buena comunicación, un “espacio”, unas
“personas” con las que podemos llorar y hablar libremente de la muerte,
el dolor, la ausencia, la angustia, la falta que nos hace, etc.
Las fases. El duelo
tiene unas fases o etapas por las cuales transcurre el proceso de
recuperación que son muy parecidas a las etapas por las cuales una
herida pasa hasta que queda la cicatriz. Las reacciones que se presentan
son totalmente normales y esperables ante la pérdida de un ser querido,
y son comunes a todos aquellos que se encuentran en estado de duelo.
Pueden presentarse de forma simultánea, solo algunas de ellas por vez,
el predominio de una sobre otras o escalonadamente, pudiendo persistir
algunas por un tiempo más prolongado o continuar en la siguiente fase
del duelo. Así, no se extrañe, lea sobre ellas, déjelas pasar y
compártalas.
Síntomas. Sentirá
muchas cosas, algunas de ellas nuevas, extrañas, angustiosas y muy
dolorosas. Entre estas están: incredulidad, confusión, inquietud,
oleadas de angustia aguda, pensamientos que se repiten constantemente y
que no logra quitarse de la cabeza, boca seca, suspiradera, debilidad
muscular, llanto, temblor, problemas para dormir, pérdida del apetito,
manos frías y sudorosas, náuseas, orinadera, diarrea, bostezos,
palpitaciones o mareos. Reconózcalas, expréselas y compártalas con sus
familiares. Se dará cuenta que muchos o todos ellos también son sentidas
por otros.
Sentimientos. El estrés
prolongado, la culpa, la rabia, la irritabilidad, el sentimiento de
alivio por la terminación de una relación complicada, el buscar a la
persona en lugares familiares, sentir su presencia, soñar con él o ella,
la incredulidad y la negación, la frustración, los trastornos del
sueño, el miedo a la muerte, las ganas de estar solos, la impaciencia y
el afán porque todo termine, el cansancio y la fatiga, el repaso
continuo de lo sucedido, la desesperación, el desamparo y la impotencia
son sentimientos normales durante el duelo. Reconózcalos y expréselos en
compañía de sus seres queridos.
Preguntar por lo sucedido.
El revivir la experiencia (la causa de la muerte o lo que condujo a
esta) facilita la integración de la realidad de la pérdida (todo lo
contrario a lo que la gente suele hacer); es como la limpieza de una
herida: aunque duele mucho al principio, a medida que ésta va
cicatrizando el dolor será menor. No obstante, la pérdida de un ser
querido no se “supera”: uno se “recupera” de las pérdidas, más estas
nunca se superan; molestarán de cuando en vez como lo suele hacer una
cicatriz.
Tiempo. El proceso de
recuperación tras la pérdida de un ser querido suele tardar entre 3 y 4
años para completarse (para uno recuperarse totalmente). El peor período
podrá ser el primer año. Tómeselo con calma y no se presione. Cada cosa
a su tiempo. Recuerde que lo que predomina es el tiempo subjetivo.
Prevenir. Durante el
duelo debe seguirse un control médico periódico para prevenir, tratar a
tiempo o controlar ciertas enfermedades que pueden aparecer o empeorar.
Tenga esto presente especialmente si hay adultos mayores de 60 años en
la familia o personas con enfermedades graves previas a la pérdida.
Llorar. Existen muchas
circunstancias en la vida que nos producen dolor (golpes, quemaduras, un
parto, operaciones, etc.) y por las cuales lloramos con amplia
libertad. ¿Porqué no habremos de llorar ante una situación que nos
produce un dolor total? (duele el alma, el cuerpo, la familia, el
pasado, el presente, el futuro, etc.). Así, no solo se puede llorar,
sino que, además, es sano pues el llanto actúa como una válvula
liberadora de angustia.
Los cambios. Cambiar de
casa o de ciudad no hará que su dolor desaparezca; además, esto añade
la pérdida de un ambiente familiar y de apoyo. No debe olvidar que el
dolor lo llevamos dentro e irá con nosotros para donde vayamos. En su
lugar, compártalo con sus otros familiares que también estarán sintiendo
lo mismo. Recuerde que cuando las penas se comparten parecen menos
pesadas.
Los objetos. Ver las
fotos de la persona fallecida, tener sus objetos personales, su ropa,
escuchar su música y realizar otras actividades relacionadas con la
persona perdida son cosas que a muchos ayudan y a otros angustian. Antes
de tomar cualquier decisión, compártalo con los otros miembros de la
familia y tomen una decisión entre todos que sea satisfactoria para cada
uno.
Las fechas especiales. Las
fechas importantes relacionadas con la persona perdida o con el resto
de la familia (por ejemplo, cumpleaños, día de la madre o el padre,
navidad, semana santa, etc) serán siempre muy dolorosas y estaremos mal;
lo sabemos y deberemos anticiparlo: serán unos malos momentos. No
obstante, recuerde que en momentos de crisis la familia debe permanecer
más unida aún y llorar conjuntamente. Aislarse sólo empeorará nuestro
dolor pues le añadiremos soledad.
Qué hacer. Algunas
personas encontrarán consuelo por la pérdida de un ser querido acudiendo
a su sacerdote de confianza, a sus amigos, al ejercicio físico o
aumentando sus horas de trabajo diario; para otros podrá ser útil estar
en un grupo de auto-ayuda o acudir a los especialistas en duelo. El
alcohol o las drogas no son la forma más sana o apropiada de encontrar
consuelo; esto solo le añadirá más problemas.
Los niños. Para ayudar a
un niño a enfrentar saludablemente la muerte de un ser querido es
absolutamente imprescindible conocer adecuadamente su proceso normal de
aflicción, sus atributos especiales, la concepción de muerte que se
corresponde con su edad y desarrollo psicológico, los factores de riesgo
y el proceso general para facilitar su enfrentamiento. Solicite
información especializada al respecto.
El cuidador sustituto.
La calidad de la relación con el cuidador sustituto del niño (es decir,
aquel que queda encargado de su cuidado) es el factor más significativo
en determinar el resultado del duelo, incluso más que la misma pérdida.
Su proceso. El proceso
de ayudar a un niño a recuperarse de la pérdida de un ser querido debe
estar siempre acompañado de un lenguaje sencillo y apropiado a la edad
del niño, evitando explicaciones complicadas o que estimulen sus
fantasías y concepciones equivocadas de la muerte, facilitando en la
medida de lo posible su participación, siempre y cuando éste quiera, en
la pena familiar y en los ritos asociados (entierro, velorio, novena,
etc).
Ayuda práctica en duelo. Entre
las cosas prácticas que me pueden ayudar los primeros días del duelo
están: Lavado de la ropa y planchado, arreglo y mantenimiento de la
casa, mercado y preparación de los alimentos, pago de impuestos,
servicios públicos, trámites funerarios y otros trámites, compras
diversas, animarme a escribir un diario o bitácora, regalarme un libro,
acompañarme, cuidado de los niños.
Botiquín de primeros auxilios espirituales.
De la misma forma que en situaciones de urgencia física (por ejemplo,
ante una herida o quemadura) acudimos a nuestro botiquín personal,
familiar o empresarial de urgencias, igualmente debemos implementar
nuestro “botiquín de primeros auxilios espirituales”. He aquí algunas
ideas:Pañuelos desechables, un devocionario o la Santa Biblia, un libro
preferido, teléfonos de amigos que nos pueden ayudar y que saben
escuchar, fotos que nos traen gratos recuerdos, frases célebres o
reflexiones escritas o grabadas, objetos personales del fallecido,
cartas personales, música preferida por el fallecido o por uno mismo,
radio-grabadora para escuchar o reproducir, grabación de audio o imagen
(VHS), libreta y bolígrafo para tomar apuntes, vela, veladora o velón.
Las “Rs” de la rehabilitación para las reacciones de aniversario y otras fechas significativas.
Reunirse: Reunirnos con la familia, amigos y otros seres queridos,
recordando que el duelo es un asunto de familia, un momento de unión y
comunión. Repasar (rumiar): Repasar, preferentemente en familia, lo
vivido, lo sucedido desde el fallecimiento y todos los hechos que
condujeron a la pérdida, así como los logros alcanzados hasta este
momento.. Reflexionar: Reflexionar sobre lo sucedido, lo perdido, lo
alcanzado, lo que nos espera, lo que pensamos, las decepciones y las
sorpresas y sobre lo conseguido. Reconciliarse: Reconciliarnos con el
pasado y el presente, con lo hecho y no hecho, con nosotros mismos y con
los demás. Reposar: Descansar nuestra afligida existencia, mimarnos y
cuidarnos física y psíquicamente es una parte esencial del proceso de
recuperación. Ritualizar: Establecer un ritual u homenaje familiar de
recuerdo para con el ser querido fallecido es una estrategia muy útil
para nuestra recuperación.Rezar: Rezar alguna oración, frase, poema u
otra oración significativa con el culto que se profesa.
Reírse: El buen sentido
del humor es una excelente medicina para el espíritu (aunque conocemos
los efectos de la risa, debemos ser sensibles al humor de los demás y
tener las debidas consideraciones de respeto).
La familia. Recuerde siempre que el duelo es un “asunto de familia” y es allí donde debe intentar resolverse.
No piense, sienta. Puesto
que el duelo no se resuelve con la razón ni con la inteligencia, sino
con el corazón, no trate de pensar o razonar cómo tiene que recuperarse:
lo que debe hacer es sentir y expresar su dolor.
Economice. El duelo
absorbe la mayor parte de nuestra energía y cualquier cosa que nos quite
energía será molesta e irritante. Así pues, nuestro nivel de tolerancia
disminuye. Esto hace parte de la “economía del duelo” a que nos vemos
sujetos tras la pérdida de un ser querido.
El ritual. Cuanto más corto es el ritual más complicado suele ser el duelo.
Recuperación. Para
recuperarnos es preciso curar el dolor (los distintos tipos de dolor) y
recuperar nuestro mundo (es sus tres grandes esferas). Estas son las 2
grandes tareas del duelo.
Compense. La pérdida de
sentido de la vida, de la realidad y la fractura de nuestra
personalidad nos obligan a “compensar”, magnificando, inflando o
maximizando lo que queda de cada una de ellas. Muchas veces no es más
que darles o devolverles su valor real.
Exprese. No reprima los
sentimientos, más bien articúlelos en palabras (hablar), en papel
(escribir), en sonidos (gritar o cantar) o con el ejercicio.
Consulte. De la misma
forma que es apropiado consultar a un médico cuando nos duele algo,
llevar el carro al taller o el equipo de música a arreglar, cuando
perdemos un ser querido es igualmente apropiado consultar a los
especialistas en duelo; no tiene porqué sentirse extraño o débil o
sentir vergüenza por ello.
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