sábado, 28 de julio de 2012

EL ADULTO MAYOR UNA ETAPA LINDA PARA VIVIR


La biografía de las personas no es una curva que cae a pique al pasar los 65 años. Es una línea continua donde se suceden las edades con sus bondades y sus desafíos. Las encuestas muestran que las personas mayores en Chile lo sienten así y que no se consideran decrépitos ni infelices. Por eso, es momento de que los abuelos alcen la voz y den testimonio de que la alegría de vivir es cosa de actitud, no de circunstancias.
Por Luz Edwards
Comprometerse
Tener un trabajo motivante -sea remunerado o por filantropía- es un seguro contra el mal ánimo. Aldo Higuera, de 69 años, lo experimenta desde 2004, cuando se inscribió en Asesores Seniors, un programa de voluntariado del Servicio Nacional del Adulto Mayor. Su labor es dar reforzamiento escolar a dos niños de familias apoyadas por el Programa Puente del gobierno. Una de sus alumnas es Jaira, de 8 años. Ella vive en Puente Alto con su mamá, Margarita, está en segundo básico y le cuestan especialmente las matemáticas. Aldo se ha convertido para ellas en un apoyo muy importante.

“Murió tan joven”, le dice Lucía a su hija, “tenía solamente 50 años”. Tres décadas después le hace un comentario parecido a su nieta: “Murió tan joven, recién de 68 años”. Y la nieta, que tiene 14, se ríe por dentro.
Pero así de relativos son los conceptos de juventud y vejez y es algo que los seres humanos podemos aprovechar a nuestro favor. “En la vida cotidiana viejo es el que tiene diez años más que uno”, dice el doctor Pedro Paulo Marín, Jefe de Geriatría de la UC. Y, por definición clínica, el envejecimiento comienza desde el momento en que nacemos, entonces no es un concepto de por sí negativo.
La psicología confirma lo mismo al apuntar que el yo interno no envejece, pues en relación a uno mismo siempre se tiene la misma edad. Además, desde esta perspectiva, el desarrollo humano continúa mientras se mantengan relaciones entre la persona y su contexto; no acaba cuando se deja de trabajar o cuando ya no puede moverse como antes.
Por otro lado, llegar a una edad avanzada significa muchas cosas positivas. Quiere decir que no se murió en un accidente automovilístico terrible, que no fue devorado por un león, que no tuvo un infarto prematuro ni un cáncer fulminante. Significa también que la vida lo ha tratado más o menos bien, porque lo contrario deteriora la salud: mala nutrición, falta de atención médica, frío y humedad constantes pueden acortar la estadía en este mundo.
Mucho mejor de lo que se cree
No es necesario pensar que la vejez es la mejor etapa de la vida; basta con mirarla como cualquier otra edad. Es verdad que el cuerpo no acompaña como antes, pero al parecer hasta en ese punto tan concreto lo más radical es la actitud. Si incluso gente joven sana y fuerte se la pasa quejándose de mini dolores o intentando prevenir probables enfermedades catastróficas.
“Alguien que necesita anteojos para leer no está ciego; ve perfectamente, pero con anteojos. Lo mismo pasa con los remedios. La mayoría de las personas mayores tiene que tomar algo para el colesterol o la presión, pero eso no quiere decir que estén enfermos”, ejemplifica el doctor Pedro Marín y expresa una de sus máximas: “Si un paciente llega solo en micro al hospital, yo le digo, caballero, usted no puede estar tan mal”.
Y la mayoría de los ancianos, efectivamente, no están nada de mal y no se sienten en un episodio negro de la existencia. De acuerdo a la Encuesta Nacional de Calidad de Vida en la Vejez de 2010, realizada por la Universidad Católica, el 75% de este segmento de la población es autovalente y el 25% sigue trabajando de manera remunerada, porcentaje que podría ser mucho mayor si se les dieran más facilidades.
Esto lo ve día a día el equipo del Programa Adulto Mayor de la misma universidad. “Hay un tema importante de falta de visibilidad de las personas mayores activas. Está la idea de que son pocas, pero no, gran parte está en actividades que los tienen muy contentos y muchos son una ayuda fundamental en sus familias”, dice Macarena Torres, subdirectora del programa.
En su opinión lo que sucede es que como no son actividades productivas, no se toman en cuenta. “En nuestra sociedad si no ganas un sueldo el trato es de otra categoría, cuando hay aportes que hacen los abuelos como cuidar a los nietos o a algún enfermo de la familia que tienen un valor enorme”, ejemplifica la trabajadora social. Puede ocurrir algo similar cuando los parientes más jóvenes comentan lo “simpático” del abuelo que va a pintar figuritas a la municipalidad o a bailar con otros viejitos, cuando para él probablemente sean actividades con gran sentido y con las que está muy comprometido.

No hay comentarios: