La tendencia mundial quiere ofrecer a la capacidad laboral de los adultos mayores la importancia que se merece, pues encuentra perfectas sus características para las vicisitudes del mundo de hoy.
Según el informe de la Oficina del Censo de Estados Unidos, en el Planeta hay alrededor de 506 millones de ancianos. Y la cifra tiende a crecer: se calcula que para 2040, por primera vez en la historia, la población mundial mayor de 65 años superará a la menor de cinco. Aunque quizá no lo notemos, hay -y habrá de aquí en adelante- más adultos mayores que nunca. Y no sólo se dedicarán a pasear por los parques y llenar crucigramas. Ya no.
Cuando en la Prusia de 1889 Otto von Bismarck introdujo la primera pensión (para hombres mayores de 70), la expectativa de vida era de 45 años. Hoy, según el médico Rafael Riveros, ex rector de la Universidad del Rosario y actual director científico de la red hospitalaria Méderi, las mujeres colombianas en promedio llegan a los 81 años, mientras que sus compañeros alcanzan los 76. Hay más adultos mayores que nunca por la sencilla razón de que éstos están prolongando su vejez gracias a los avances en la prevención de enfermedades. Quienes llegan a los 70 años se enfrentan a quizás década y media, dos décadas o mucho más de vida, lo cual hace unos años resultaba imposible.
Pero tan importante como haber logrado longevidad es el descubrimiento de algo acaso obvio, pero que podría transformar al mundo: los economistas están reparando en la gran capacidad mental -y en últimas laboral- de quienes pasan de los 70.
Juan Mauricio Pardo, médico internista que lleva varios años trabajando con adultos mayores, dice: "Entre las décadas de los 50 y los 80 el mundo empezó a discapacitar a los adultos mayores porque hubo una gran cantidad de población joven que empujó para ocupar los espacios de trabajo que creía merecer. Pero en los últimos veinte años, en países como Suecia y España, descubrieron que aquellos veteranos de los que se habían olvidado (y que cada vez eran más y parecían representar un costo social inmenso), tenían aún grandes capacidades, y decidieron, poco a poco, vincularlos a ciertas ocupaciones".
Los resultados fueron tan sorprendentes que en algunos países europeos empiezan a preferir en la actualidad a personas mayores de 65 para algunos cargos. Al respecto, el doctor Riveros comenta: "Los están llamando para presidir juntas directivas, asesorar empresas y trabajar con la comunidad: Colombia no es ajena a este fenómeno. El pensamiento del viejo es lento, reflexivo, libre de afanes, y eso es muy útil en el mundo de hoy, que vive a mil. Como dice el dicho: el niño duda, el adulto sospecha y el viejo sabe".
Es, en buena medida, la sabiduría de estos viejos de la tribu lo que el mundo empresarial quiere recuperar. Se quiere demostrar que, tras la jubilación, la persona no muere social y laboralmente, sino que, todo lo contrario, desarrolla un don de observación, de reflexión y de buen consejo que los más jóvenes no tienen, ni tienen por qué tener; algo que a la economía de hoy sí que le cae bien. En últimas, se trata de demostrar que sólo con la muerte los seres humanos dejamos de ser útiles. Aquello de los años debe ser... lo de menos.
Según cuenta Natalia Millán, economista e investigadora de Fedesarrollo, el fenómeno podría tener motivos acaso menos nobles: en los países europeos la tasa de crecimiento de la población es cada vez menor, "lo que implica que no haya gente nueva para ocupar los cargos laborales y se tenga que recurrir a los adultos mayores". Eso para no hablar por ahora del asunto pensional, que también toca transversalmente el tema de este artículo (ver recuadro).
Al reencauche laboral de los adultos mayores también se le podría criticar el que, en tiempos de crisis, los abuelos terminen compitiendo por los puestos con sus hijos y sus nietos, generando así un mayor desempleo. Pero este movimiento mundial no apunta hacia allí. Hace unos meses en el semanario The Economist apareció un artículo al respecto, que deja ver cómo empresas de la talla de WalMart, McDonald's e Hitachi buscan personal de más de 60 por tener capacidades 'diferentes', así como una mayor disposición a colaborar y a ser amistosos. Porque así como se les busca por poseer características 'diferentes', también se les ofrecen cargos 'diferentes'.
Natalia Millán dice: "Los trabajos para los cuales los llaman son algo distinto; no van a competir con jovencitos recién graduados por un puesto de gerente, ni les van a proponer que hagan excesivo esfuerzo físico (aunque a veces tristemente pasa). Se les necesita como consultores, como asesores, como personas que deben atender a otras (normalmente son muy amistosos) o que deben manejar relaciones públicas".
La idea no consiste simplemente en ampliar el número de trabajadores con los que puede contar una economía, sino más bien en rehabilitar al adulto mayor al tiempo que lo mejor de su capacidad se hace útil para la sociedad. Además, como bien lo anota el doctor Riveros, "mantener una actividad mental permanente es una de las mejores formas de vivir más tiempo y de vivir mejor. Lo que acaba con el adulto mayor es que se le encierre en la casa o en el ancianato; el creer que ya no da más, que hasta ahí llegó".
Actividad, actividad y más actividad
Exactamente lo mismo opina Álvaro Castaño Castillo, de 89 años. Su agenda como director de la emisora HJCK y gestor cultural parece la de un joven ministro recién nombrado. Según asegura, eso es lo que lo mantiene vivo. "Me da una lástima terrible la gente que se queda en la casa después de que cumple cierta edad -dice- porque la actividad genera actividad. Si uno tiene cosas qué hacer, surgen otras y otras y otras, y acaba uno empapelado, ¡pero vivo! ¿Cierto, Gloria?", y mira a la presentadora de TV que ha sido su esposa durante 62 años.
Entonces ella añade, metiéndose por otro lado: "Los mayores no sólo debemos estar ocupados, sino que tenemos la obligación de ayudarles a los jóvenes a hacerse camino, colaborarles con la luz que llevamos dentro... encender la antorcha de los que vienen atrás".
Sobre el tema, la poetisa antioqueña Olga Elena Mattei, de 76 años, y quien ha publicado 18 libros, sostiene: "Cuando cumplí 70 me lancé en un parapente y ahora estoy dedicada 24 horas al día a transcribir en el computador todos mis manuscritos. Eso es estar viva". Después agrega: "El que no está suficientemente activo, ya está muerto".
Y la actriz Dora Cadavid, de 71, dice: "Mi secreto consiste en que nada me da pereza y en que no me siento ni cinco vieja". Por un rato guarda silencio y repara en el trabajo callado de aquellos mayores de 70 que están lejos del mercado laboral. Lejos de toda moda, de todo movimiento, de toda junta directiva.
En países como Colombia todavía falta tiempo para que se imponga el movimiento mundial de reencauche laboral del mayor de 70. Aquí lo que es común es que al abuelo se le pida que se encargue del cuidado de sus nietos, o que a la abuela se le asigne el cuidado de la casa. Trabajos que tal vez no impliquen grandes aportes y procesos económicos, pero que son de cierta utilidad.
Es que, en últimas, no se trata solamente de que el mayor de 70 vuelva a trabajar y de nuevo empiece a producir dinero, o de que aplace su jubilación y siga laborando por años y años. La idea simplemente consiste en que no se incapacite por el simple hecho de pasar de cierta edad. Todo lo contrario: se trata de que sus capacidades mentales, laborales y reflexivas no sean desperdiciadas. Con el mayor de 70 activo, pensando y produciendo, ya sea a la cabeza de una junta directiva o de una casa, gana la sociedad. Y, por supuesto, gana él.
Esto es lo que el doctor Riveros no se cansa de repetir a los cuatro vientos. Por eso, concluye: "Esta transformación de la sociedad va a ser lenta; a lo mejor se van a cometer errores, pero estoy seguro de que los viejos lo harán mejor que los jóvenes". Quién sabe, quizás tenga razón. Al fin y al cabo está hablando de los sabios de la tribu.
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