Gafas de sol y bolso enorme, dos características de las estrellas que quieren ir de incógnito, como Eva Mendes en esta imagen.
.- Los gimnasios sólo para mujeres son cada vez menos habituales. Hay uno en Madrid estupendo al que el otro día me invitaron y en el que me sentí como en mi casa. Voy a otros que no son unisex y aunque también estoy cómoda, la presencia masculina, por muy discreta y educada que sea les resta esa atmósfera relajada, ese estar entre chicas que a muchas nos encanta.
No se trata de pudor ni de marujeo, sino de una manera de olvidar kilos, posturita, depilaciones, miradas. Esta situación no ofrece un cuadro de obesas, peludas o autistas eróticas, claro, pero yo humildemente creo que ese ambiente de harén sin califa, que me recuerda a los cuadros de baños de Ingres y a la delicada camaradería que muchas mujeres desarrollan cuando están entre ellas, favorece un clima de belleza nada competitiva y sí muy solidaria.
Hay muchas mujeres que acuden solas, y observarlas, tendidas bajo el sol o concentradas en la natación, me devuelve a una especie de paraíso perdido; qué le voy a hacer, los hombres, hasta en el gimnasio, siguen liberando estrés, poder, autoridad, cierta agresividad soterrada y, desde luego, cerca de mujeres semidesnudas, te obligan a una actitud pétrea, un poco ridículamente a la defensiva.
El encanto se rompe cuando de pronto hace su aparición esa famosa disfrazada de 'famosa de incógnito'. Es un look que no falla. Gafas enormes, pamelón o gorra de béisbol a 42 grados a la sombra, pareo, cesto a reventar de revistas, un móvil enganchado de la oreja y algo que se pega tercamente a la piel de los que están obligados a ser observados, una desconfianza y mutismo que raya en la mala educación. Se les identifica a la primera, y yo me pregunto: ¿no será ése su deseo oculto tras una ropa de camuflaje innecesaria? Salvo Sharon Stone o así, todas las demás, afortunadamente, nos parecemos un rato.
Desfile de la firma Elena Miró. (FOTO: Colección Elena Miró).
as rebajas. Ahora se les llama 'grandes superficies', tal vez para atenuar el impacto que causaría en mentes 9.- Me doy una vuelta inocente por unos grandes almacenes madrileños en su semana de últimacostumbradas ya sólo al trato personalizado, a la oferta individualizada. La masificación, claro, nos horroriza, y siempre hay a mano un buen eufemismo para edulcorar el shock. Bueno, ¡paciencia!, el castellano también se puede poner cursi.
Fui a la planta que aún se sigue llamando 'Señoras'. Bien, pensé, aquí no se andan con bobadas. Después de una hora y media de desesperado cotilleo entre burros de ropa cargados como si lo fueran de verdad, comprobé algo que viene siendo lo habitual cuando la industria de la moda decide hacer ropa para 'señoras'. Se trata en realidad de lo que podría llamarse sin exagerar 'ropa criminal para gordas estresadas'. Matizo lo de gordas: cualquier prenda más allá de la talla 42.
Y aquí viene el festival de despropósitos. Dado que se renuncia a vestir a sílfides fashionistas, el equipo de diseño, otro eufemismo, se suelta la melena, vive su gran momento creativo, sin complejos, ¡total!. Y empieza el show, que me apresuro a detallar para que no se me tilde de fantasiosa.
Nada sencillo, razonable, cómodo, digno. Al vendaval de ponchos de gasa o macramé le sigue irremediablemente una oferta más puesta al día de minicaftanes de algodón estampado con infusorios en colores energéticos, que pondrían a Matisse, tan sabio en tejidos, al borde mismo del suicidio ritual. Siguen las camisetas en un sólo tono degradé, o tye dye chungo, según sea de fashionista la víctima, rematadas en el bajo con flejos practicados en la misma tela, tal vez por marcar anchuras y abaratar costes, porque pegar un fleco de seda se pone en un pico.
Tenemos además las románticas manguitas farol, ideales para profesoras de lenguas muertas, que combinadas con un pantaloncete canguro, arrasan: ¡luego los alumnos nos ven y se ponen agresivos!. A ver, qué más. Sí, están los trepidantes trajes de baño con argollas '007' en ambas caderas y marcando el canalillo; las faldas de volantes 'mama mía', ¡hay que soñar!, y una encarnizada constelación de lentejuelas gordas brillando aquí y allá para iluminar la noche más hermosa, que sin duda nos espera a las cincuentonas en un local de 'salsa'; siendo una dominicana de nacimiento, entenderán que esto no lleva mala sombra...
Yo, que soy una de esas clientas a las que se destina una inexistente ropa de sport y una ajada promesa de ropa de vestir, no pude resistirme a comprar una blusa con foulard al cuello tipo gatillazo con la que pienso ahorcarme en casa, siempre, todo hay que explicarlo, que mi papada me lo permita.
El diseñador John Galliano y sus 'hadas' vaporosas. FOTO: REUTERS
.- Yo tengo con 'el' ordenador -ni siquiera he llegado a hacerlo mío a pesar de los años y los muchos servicios prestados, y por eso lo llamo 'el' y no 'mi' ordenador, tan extraño me sigue resultando- una relación irracional, mágica. No se si le pasa a todo el mundo o solamente a las personas de cierta edad, como yo, que han tenido que enfrentarse con el ciberespacio pasada la adolescencia.
Tampoco he sido capaz, tal vez por arrogancia, de adaptarme al metalenguaje, o al sublenguaje, que esta relación insana conlleva y que, por lo visto, lima asperezas con el intruso trasto. No exclamo, por ejemplo, mecánicamente, para resolver casos de crisis extrema, 'se ha petao', y me relajo hasta nueva orden. No, lo mío es una desesperación que no conoce el descanso y que sólo se aligera cuando oigo el 'clin' que me asegura que el texto escrito está a salvo.
Hoy, particularmente, el cursor anda totalmente desmandado. Tiene algo de elfo burlón y me ha parecido que no debía despreciar esta señal que me envían los emisarios invisibles del mundo secreto de las hadas. Aunque en los países meridionales las hadas son prácticamente desconocidas, tan ceñuda y mostrenca es nuestra percepción de los mundos intangibles, lo cierto es que pensar en batallones saltarines de duendes y hadas poblando fuentes y bosques, y hasta ordenadores, me consuela relativamente de la dureza de la tecnología punta.
Y mirad, ellas han tenido a bien echarme una mano precisamente ahora, que me disponía a escribir acerca, alrededor o por debajo de las cosas de moda. Descubro en 'El Diccionario de las Hadas', editado por Alejandría y escrito por una seria doctora, la folclorista Catherine Briggs, que una de las palabras más utilizadas en nuestro trabajo, 'glamour', viene de la palabra escocesa 'gramarye' o 'glaumerie'. Se utilizó con un sentido claro por primera vez en el siglo XVIII, en 'The Gipsy Counties'. Significa mesmerismo o encantamiento lanzado sobre los sentidos, especialmente por las hadas y los gitanos, con el que podían hacer que uno percibiera las cosas reales bajo un manto de maravilla.
Esta capacidad, este encanto o 'glamour', sólo podía ser roto gracias al 'ungüento de las hadas', elaborado con ramitas de tréboles de cuatro hojas. En fin..., ¿no veis al gitano John Galliano rodeado de sus hadas vaporosas, juguetonas y salvajes? ¡Por fin me he hecho con el cursor!
Modelo desfilando con un diseño de Missoni.
.- Ha pasado unos días con nosotros en Galicia una amiga muy querida, una mujer singular y al mismo tiempo serena, cosa bastante rara de conciliar, porque quien destaca, quiere hacerlo casi siempre a voces y a todas horas. Pero Rocío Robles no.
Es una joven historiadora de arte y alguien especialmente dotado para la observación del mundo y sus detalles, incluida la moda. En su reciente libro titulado 'Pintura de humo', de la Editorial Siruela, que os aconsejo fervorosamente, nos recuerda lo que decía Ingres de Courbet: "este chico es un ojo", y yo al leerlo he pensado inmediatamente en ella misma, también un "ojo", que no sólo se interroga sobre lo que ve, sino que apura su mirada en cosas aparentemente fugaces e inasibles, como la estela que los trenes dejan en el origen del arte moderno.
Va siempre estupendamente vestida y con una insólita y acertada mezcla de colores. El color es siempre lo más difícil, la prueba definitiva de un gusto propio, no contaminado por las imposiciones del fashion system, (lo pongo en inglés porque suena menos feroz).
Bueno, pues como os decía, sólo a ella la he visto combinar una falda verde chartreuse con un polo azul marino y al señalárselo, responderme con contun- dencia pero sin arrogancia, "Bueno, es que otra cosa no podía ser; ni con blanco, ni con negro".
Las bailarinas de color naranja oxidado, como quedaban lejos de la masa central, pequeñas y radiantes, no entorpecían esa buscada armonía, y proporcionaban al conjunto un toque de vivo capricho, como la guinda de un martini seco y serio.
Me he detenido en esto para que veáis que se trata de una mujer refinada, con arrojo y que, sin gastar dinero, y sin llevar generalmente marcas, se ocupa de la ropa y toma decisiones; no se deja ni sorprender, ni engatusar.
Así que cuando al paso de dos adolescentes vestidas con hot pants de color fucsia, tops de cobriza lycra brillante sobre lencería vista en otro color y botas de apache, además de los consabidos percings, mechas, cinturonazos y maxibolsos de pieles de serpiente variopintas taraceadas y claveteadas y con dijes colgando, Rocío me comentó riendo, "pero si es que van de pena; yo lo llamo directamente el look putón, y no sabes como se ponen mis amigos, que si soy una ñoña, una antigua, una intolerante", a mí también me dio un solidaria risa floja. Por una vez nos permitimos no ser 'cool' con la juventud vulgar y atronadora. Se que lo pagaremos.
- Donde dije Diego, digo Don, o al revés, no sé si la expresión es exactamente así. Hace un tiempo escribí que la Infanta Elena de Borbón era una mujer muy elegante, algo que no había pasado desapercibido para nadie en los últimos años.
Elegante y con carácter, que es todavía más raro. Añadía que, aunque muchos supusieron que esa virtud le había llegado con el matrimonio, y más concretamente de mano de su marido, ella era cabalmente la autora de aquel cambio: de joven torpona a refinada mundana con un toque barroco que de vez en cuando frisaba la extravagancia.
Bueno, pues a la vista de su actual aspecto borroso, perdida toda la gracia de un estilo único y elaborado, que arriesgaba de noche y asombraba de día; con la melena ya de adulta desparramada como una gitanilla en vez de peinada en severa trenza y el abuso de las prendas Lacoste; con un aire ni contrito ni fiestero, pero definitivamente desmadejado, habré de coincidir con los íntimos de la pareja en que el artífice de esa transformación luminosa era el Duque de Lugo.
No es que le reste a ella mérito, porque dejarse guiar en materia indumentaria es tan arduo como en asuntos de más calado, (y a la vista está su cuñada que, tozuda como parece ser, ni escucha, ni aprende), pero siempre me entristece el retroceso, habida cuenta de que no se debe, me figuro, a que la infanta esté ahora tan ocupada con, pongamos, en la filosofía alemana de entreguerras, que no encuentre ni un momento para las frivolidades.
A Jaime de Marichalar, tan incomprendido, le queda el honor de haber llamado la atención de esta mujer sobre la belleza y sus esquivos secretos; de haber realizado la obra de un artista, que es aquel que puede, como diría mi amigo el pintor Ricardo Cárdenes, competir con una puesta de sol utilizando los elementos más humildes, un lápiz y un papel. El sol se ha borrado en palacio y Lugo, desgraciadamente, queda un poco lejos de Madrid.
En busca de la imagen perdida
La princesa de Asturias, Letizia Ortiz. FOTO: AP.
03/08/2009.- Tengo entendido que nuestros esforzados Príncipes de Asturias han convocado una especie de consejo de guerra para indagar entre algunos expertos de la comunicación cómo pueden "llegar" más al pueblo. Me explico su congoja si recordamos que el mayor impacto mediático creado por Doña Leticia hasta la fecha ha sido la elección de sus zapatos, sus operaciones de estética, sus embarazos y sus impenetrables relaciones con sus cuñadas: poca cosa para una mujer que en un día lejanísimo será Reina.
Sí, no se alarmen, lo de la guerra es un decir, porque el tema de la imagen se ha convertido en una auténtica guerra de guerrillas entre toda clase de famosos, desde ex políticos vigoréxicos y depilados, hasta frenéticos aspirantes a lo que sea con tal de salir en los medios. Y, ahora, ¡horror!, parece que también esta rama 'inquieta' de nuestra incansable Familia Real busca una trade mark con más tirón. Tirón ya tiene, y hasta cansa, ¿no sería mejor buscar uno más adecuado?
El verano ha empezado, en lo que a la crónica mundana se refiere, con varias cuchufletas de órdago. A ver; una boda del año cuya novia lucía un modelo nupcial que bien podría haber sido el sueño de una noche de verano del llorado payaso Charlie Rivel. El glamour, que es la escatología del gusto, es una apuesta que no se consigue por frotación con otros, y mucho menos si los otros acceden a disfrazarse de vizcaitarras inmaculados para que tú no pases desapercibida.
¡Hombre, si es que aquello parecía, en rojo y blanco, los sanfermines! Y además, como acertadamente avisaba la feísima, refinada y mordaz Diana Vreeland, "para ser excéntrico se precisa una nariz con carácter y un marido esbelto", así que, Fiona, chatunga, dicho coloquialmente, lo tuyo, ni modo.
La chocolatina de Aznar, la verdad, me mosquea más. Y a su señora, que aparenta la edad que tiene, digo yo que se le pondrá el mismísimo Señor de las Moscas detrás de la oreja, porque, seamos sinceros, si camino de los sesenta años, tu contrario descubre los abdominales, la brasilian wax, el melenón de patriarca gitano y las pulseritas budistas, ¿qué pensarías? Yo, celosa como soy, le daría el cambiazo y rellenaría los yogures light con yogures griegos.
Se ha desatado la Gripe Vigoréxica y verán que no exagero. Leí el otro día el siguiente titular: 'El cuerpo de Cristo debía ser un cuerpazo'. Alucino.
'Fabrican'
El efecto grafitti en la colección primavera-verano 2009 de Miu Miu. FOTO: Podium Pictures.
28/07/2009.- Este es el nombre inglés de una empresa, o mejor, de un revolucionario invento, y digo revolucionario sabiendo que la palabra está ya muy gastada, pero esperad. Manel Torres iba para químico y hasta para ingeniero, pero ahora se define a sí mismo como diseñador. Empuña un bote de spray, que no atenta contra la capa de ozono y cuyo envase se recicla, y con una chica enfrente, o chico, se lía a pintarle el cuerpo.
No, no es el body art que lucía Veruschka en los setenta, es un sistema para crear ropa verdadera, en algodón, seda, nylon etc ,y que según sale de ese bote, zás, casi como un mandato divino, al contacto con el aire se hace tejido.
Sin problema de tallas, ¡por fín!, con una elasticidad que permite a las prendas adherirse sin pegarse, susceptible de ser lavado en máquina unas cuantas veces, este elemento es lo que más se parece a un 'tejido en lata', la traducción literal de 'fabric in can', y su inventor trabaja en ello desde hace años en el Imperial College de Londres.
Manel, que nació en Lleida a finales de los setenta, tiene ese don por otra parte tan español, de imaginar cosas y hacerlas realidad. Que España es país de inventores es una verdad acreditada por dos de los más útiles chismes que nunca pasarán de moda, el chupa chups y la mopa ,y que tanto han hecho por, en este órden, aplacar la líbido juvenil, (ya sabeis éso de que reprimir la sexualidad oral de los adolescentes les estropea el cutis y les convierte hasta en psicokillers), y por frenar la lumbalgia creciente en las amas de casa.
Esta moda in situ, que tiene tanto de magia potagia como de work in progress, cambiará a buen seguro nuestra manera de entender el vestido, porque además de que es asequible, el bote cuesta unos diez euros, es una manera de devolver al cuerpo su dignidad perdida en los quirófanos estéticos.
Sabremos más de ese cuerpo tan usurpado, tan ajeno a nuestro innato sentido artístico de la existencia, porque de tanto obedecer al modelo ideal de belleza consensuado y obsesivamente publicitado , él mismo ha acabado por olvidar que es único en cada persona y que en eso estriba su valor. Sabremos más, digo, y esa experiencia de individualismo y libertad nos devolverá una imagen más justa y por eso más bella. Gracias, Manel, ¡monstruo!
En el vídeo queda claro que, aunque Marc Jacobs, tan tatuado él mismo que parece un bolso con el estampado de Vuitton en colorines, sea un tipo de probado talento, está empezando a cansarse de toda la vaina. La estrella se prueba pulserones y sandalias étnicas, mete el pellejo de la barriga para dentro, y tal vez reza para que aquello se acaba cuanto antes. Toda la escena despide un tufo de talento agotado y de necesidad apremiante por vender, no ya la colección de moda, que por otra parte recuerda al mejor Jean Paul Gaultier de los 80, sino esos bolsos tan aburridos, desfondados y caros, que parecen estar bostezando mientras esperan a la incauta compradora ¿de status?
Bueno, como decía arriba, en esas estaba, yo misma durmiéndome, cuando veo en el periódico, en los tres que leo a diario, la noticia de que el ínclito Bigotes, ese monaguillo dadivoso de la trama corrupta del llorón de Correa, dice que "está comprando unos bolsos en Vuitton para Rita Barberá, alcaldesa de Valencia, como todos los años desde hace cuatro". Se lo confiesa a su interlocutor telefónico y sin saberlo entra él, tan ajeno al glamour de las pasarelas, en la Pequeña Historia de la Moda Contemporánea.
La filtración ha indignado a la edil, pero aprovechando el asunto propongo que los directores de arte de Vuitton tengan en cuenta a Rita para su próxima campaña. Venderían como locos en la Comunidad Valenciana y, gracias a una modelo tan heterodoxa, los bolsos cumplirían con su secreto objetivo: llegar al santo pueblo votante.
Las modelos quieren a su cuerpo. FOTO: AFP
13/07/09.- Contemplaba el otro día con espanto un reportaje televisivo sobre las webs 'pro Ana', que se presentan como una ayuda a las muchachas que sufren anorexia y que son, en realidad, sitios en los que se facilitan trucos para adelgazar meteóricamente, en los que es fácil confundir solidaridad con propaganda y hasta proselitismo (se les dice que la anorexia es una forma de ver la vida, de pensar, de ser diferentes, algo con siniestros toques ideológicos y que alienta un individualismo peligroso); lugares en los que, casi como un juego, se les pone al tanto de cómo evitar que los padres se enteren de que no has comido o ya no te baja la regla. ¡Hasta hacen concursos on line para ver quién presenta un estado más lamentable! Y eso, claro, engancha; no es lo mismo sufrir tú solo una enfermedad que te aísla, que tener tu propio club de fans.
Salían por un lado unas cuantas góticas con buenas intenciones que proponían ayunos de té verde y cafeína y el seguimiento ad hoc, y por otro, unas pobres víctimas que se palpaban las costillas a diario o que alababan las clavículas de una u otra concursante. "Esa rótula me excita, me encantaría tenerlas así", decía una desventurada ante la imagen de una fantasmagórica Mary Kate Olsen. Todo esto no es nuevo, pero verlo es más fuerte que escucharlo, y alarma la inocencia de las chicas o la distorsionada imagen que tienen de lo femenino. Lo que ya me hizo casi llorar fueron unas fotos de modelos profesionales manipuladas por photoshop hasta que el esqueleto se convertía casi en exoesqueleto: puro gore.
Me parece terriblemente injusto que se utilice la imagen de una modelo para alentar este desorden psíquico y no sé cómo podrían ellas defenderse de este abuso criminal. Seguro que muchas de ellas ignoran el hecho de que sus cuerpos andan por la red convertidos en alardes monstruosos.
A lo largo de mi vida profesional he conocido y tratado a modelos y aseguro que son mujeres con un alto grado de amor a su trabajo y a su cuerpo, con sentido de la responsabilidad y un gusto sano por la moda y con cultura. El otro día me encontré en un fin de curso del Instituto Europeo de Diseño, que tan acertadamente y con tanta pasión dirige Isabel Bertz, con una rubia preciosa con gafitas de ver. La ropa por ella diseñada me llamó la atención: armónica, esencial y pulcra. De pronto la reconocí, era la top española Vanessa, que ya distanciada de las pasarelas, seguía los cursos en la Escuela con la ilusión y modestia de una principiante.
Pienso en ese lado luminoso de esta profesión y siento una tremenda angustia al comprobar que últimamente, con la escalada de la enfermedad, se demoniza a las modelos y sólo se airean casos aislados. Pero claro, da más audiencia lo dark y lo hiperestésico que lo sencillamente bello.
Dos cumpleaños
Barbie y accesorios, diseñados por Stephane Verdino. FOTO: REUTERS
6/07/09.- Este año Barbie cumple medio siglo. Ya han empezado los homenajes y el 'rosa Barbie', su color identificativo, que además está registrado, aparecerá a buen seguro en las próximas colecciones de accesorios, que son, más aún que sus vestidos, los signos de su poder.
Otro poder, el de los convocantes de la Fiesta del Orgullo Gay, que ha reunido en Madrid a más de un millón de alegres ciudadanos, recordaba que hace 40 años, en el bar neoyorquino Stonewall Inn, entre el 27 y el 28 de junio de 1969 hubo una redada y, tras ella, la revuelta que iniciaría el movimiento de liberación de gays y transexuales. Dos cumpleaños para no olvidar y un color eterno que se ha liberado también de sus clichés ñoños.
Me llaman de Barcelona porque preparan una exposición Barbie para otoño en la que incluirán obras de 50 creadoras españolas. 'Obras' y 'Creadoras' son dos palabras que me suenan, así de momento, un poco tremendas, si se refieren a mí, pero amablemente insisten. Me pongo a pensar lo que recuerdo de esta muñeca y caigo en la cuenta de que sólo tuve una, vestida de novia, que deseé rabiosamente, y que mis padres se negaban a regalarme porque el juguete inducía al consumismo y a las fantasías de lo femenino tradicional. Al final, un amigo de mi padre, el crítico de arte José María Moreno Galván, comunista jovial, pensó que prohibírmela era una bobada integrista y apareció con aquella Barbie en blanco, a la que inmediatamente arranqué las enaguas impolutas y pinté como a una corista. Como sospechan mis detractores, ya desde niña era yo una incendiaria y una envidiosa.
El caso es que he decidido que la 'obra' sea una cartita cerrada con mi lista de regalos para la cincuentona. No puedo desvelarla aquí, pero adelanto que, si mis sugerencias se hacen realidad, Barbie, que ya tiene edad para soltarse la melena, estaría de lo más propia en una carroza del orgullo gay. Y por cierto, aunque Billy Boy diseñó en 1986 una Barbie, la Feeling Groovy, verdaderamente psicotrópica, me pregunto si existe ya una BarbieTravelo. Es una idea para el nuevo siglo.
El esperpento
Michael Jackson, en una imagen tomada en 2007. FOTO: AP
30/06/09.- En medio del fragor necrológico, de las alabanzas hiperbólicas, del estruendo del llanto planetario, me siento como una extraña. No sólo no lamento la desaparición de Michael Jackson, sino que cada mañana, cuando abro los periódicos y me lo vuelvo a encontrar, me doy cuenta de que se me había olvidado por completo.
Retorna su imagen como un veneno lento, y su vida, despedazada desde el comienzo y rematada por él mismo durante largos años de mareante declive, se erige como un ejemplo moral de lo que se debe y no se debe hacer, de la trampa de la fama, de la enfermedad del ego.
Oigo sus letras ratoneras, su música machacona y ovejera. Sigo sus pasos de baile espásticos y me apena su lamentable imagen pública. ¿Es esto un rey? Los adjetivos que más se han repetido en estos días son muy significativos: incuestionable e irrepetible. Poner en duda su arte o su tragedia personal parece que es poner en duda a toda una generación. ¡Por Dios, qué pasada! Irrepetible, sí, afortunadamente.
Vedle multiplicado por mil: el poder lúgubre de su imagen ¿es un símbolo de nuestra propia decadencia? El color macilento de su piel de un blanco merengado, la amenazante decoración militar de sus guerreras de payaso trágico, el pelo o bien quemado o bien planchado hasta parecer el pelucón que oculta un rostro cadavérico sin nariz, de labios pintados y mirada permanentemente oculta, todo en él es agónico, contrario a la armonía, a la razón, al respeto que todo ser humano debe a sus semejantes.
Creo que a la figura del 'artista' en nuestra sociedad se le permite todo, ¿tan grande es nuestra mala conciencia de burgueses complacidos? Me pregunto, cada vez que muere uno de estos reyes de algo, cuánto tiempo tardará en fabricarse otro nuevo monarca de la nada; la cosa va cada vez más deprisa. Matemáticos, taberneros, veterinarios, humoristas, fresadores, marineros, ¿son sus vidas menos importantes? Yo creo que no, y me gusta más su aspecto.
Tom Ford, a contracorriente
Cartel de Tom Ford para el perfume Opium de Yves Saint Laurent.
22/06/09.- Sonaba a todo trapo la canción de Nancy Sinatra 'Estas botas no son para caminar', mientras las modelos se deslizaban por la pasarela milanesa con unas minitúnicas en sugerentes puntos de seda de colores vivos y, cómo no, calzadas con finísimas botas de ante a juego. Pelos lisos y collares largos; maquillaje setentero y la promesa explícita de que aquellos vestidos tampoco estaban hechos para ir a la oficina, sino para divertirse de noche. ¡Fue la revolución!
De un plumazo el texano Tom Ford, uno de los hombres más inteligentes y seductores que han pasado por el mundo de la moda marcando el gusto de nuestro tiempo, había convertido una firma muy pasada de rosca como Gucci, que ya sólo llevaban esos caballeros melancólicos que suelen decirte que son de la Orden de Malta, en un luminoso y confortable objeto de deseo. Los 90 eran suyos.
Reinventado Gucci, empresa que le valió tantos amigos como enemigos, Tom Ford desembocó en Yves Saint Laurent, y allí lo hizo también a su trepidante manera. A mí esta vez me gustó menos, pero siempre le alabaré el coraje. Ahora, de vuelta a su casa, una cosa siempre peligrosa, tiene abierta en Madison la boutique más lujosa para hombre y también la más irritante, porque para hacerse con un jersey de cachemir en uno de los 15 tonos de gris que se ofrecen hay que esperar la tira.
Su concepto del lujo es absoluto y radical, inapropiado tal vez en estos tiempos de feroz crisis, aunque, quién sabe, ¿por qué ponerse ahora a hacer, tan tarde, ropa ecológica de bajo presupuesto? Ford lo ha hecho todo antes que casi nadie y sin mala conciencia. Ya está rodando una película de la que se sabe poco y lo hace, como todo lo suyo, con esa pasión de gran aventurero y de incansable buscador de placeres. Para él la vida es eso, riesgo y apuestas solitarias.
Él indudablemente estará sólo en medio del vendaval de críticas que empiezan a envolverlo, pero yo sigo teniendo en perfecto estado un par de aquellas botas de media caña, suaves como gatos de angora y que él en persona me recomendó llevar sin nada debajo. Y la verdad, se nota la diferencia.
Hombres sueltos
Uno de los 'looks' para hombre presentados por Josep Abril en la Pasarela Cibeles. FOTO: Podium Pictures
8/06/09.- Sí, sueltecitos de 'body', que diríamos antes. Ahora la expresión no tiene mayor calado, porque los chicos, nuestros hombres de hoy, han abierto la brecha ya hace años en la calle.
Aunque detesto las holgadas bermudas con cordoncito para ajustárselas bajo la rodilla: ¿por qué?; y sospecho del calzado deportivo 'ad nauseam', derritiéndoles las uñas dentro; aunque no veo la necesidad de calarse una gorra de béisbol hasta cuando estás sorbiendo la sopa boba ni soy una gran partidaria de la superposición de prendas de distinta proporción, reconozco que ese vestirse flojo y suelto ha actuado sobre el ánimo tristón de los hombres españoles con gran eficacia; ha servido de cabeza de puente en la conquista de, digamos, otros paisajes. Y no estoy hablando de lo que se ve en las pasarelas, sino en lo que se topa uno por ahí cada día.
La camiseta, la prenda que más ha hecho para poner en duda los privilegios de tantos ejecutivos con pretensiones, porque bajo una chaqueta seria ha demostrado ser tan formal como sugerente, pide a gritos que los hombres descubran de una vez por todas la sandalia urbana. Y no me refiero a la chancla de goma o a la surfista sólo, no; hablo de auténticas sandalias de piel, desde las de franciscano hasta las Birskenstock, con ese aire tan de intelectual de Harvard, o las de Blahnik y Hermès, ya puestos en lo más alto de la escala. ¿Saben ellos lo sexy que resulta el pie masculino desnudo?
Perdonad la frivolidad, pero las sandalias masculinas son los 'obamas' de la indumentaria actual. Flexibilizan, dan marcha, te hacen perder el miedo y confiar. Imprimen a la imagen de un hombre agobiado la dosis de sensualidad que a veces lleva oculta; a los desgarbados, siempre atractivos y un poco en las nubes, les dan un andar trepidante. Probad.
Políticos: demasiada imagen
1/06/09.- Hace un tiempo leí un artículo del siempre certero Félix de Azúa, en el que protestaba por la sobrexposición mediática de los políticos. Por qué, se preguntaba, y yo también me uno a esta perplejidad, tienen que salir tanto en la tele si nunca dicen nada nuevo y casi nunca dicen la verdad; y eso cuando uno es capaz de entender la jerga, el bando, la cháchara.
Quizá por eso, empiezas a fijarte en su aspecto, a ver si en la pactada imagen que ofrecen algo se les escapa, algo que te dé una pista sobre sus verdaderas intenciones. En el caso de los hombres, especialmente, tan herméticos visualmente, el envoltorio 'canta' y la cosa se convierte casi en un juego de adivinanzas.
A punto de acabar la campaña para las europeas, adviertes como de pasada que los dos grandes líderes de los partidos mayoritarios coinciden en su tez bronceada. Tanto el inexpresivo Rajoy, al que también vemos estos días salir en mandil en plena butifarrada, ¡Señor, qué paciencia!, como el entusiasta Zapatero, lucen atezados y deportistas, como si vinieran de una escalada o ¿de un 'spa' con sol artificial? Berlusconi, por su parte, añade además al opinable moreno un teñido 'king size' que le da un aspecto desazonante.
No estoy muy segura de que a pesar de todo el favorecedor bronceado caribeño (que tantas horas se logra en obtener) no resulte al esforzado votante un poco molesto; ¿es que estos tíos no tienen otra cosa que hacer? Y qué decir, salvando las distancias, de ese cardadito soez del dictador de Corea del Norte, en pleno subidón atómico. Por una perversa casualidad él y sus alzas expresan con exactitud doméstica todo el horror de sus intenciones.
Veo la portada de una revista en la que esta vez son ellas las que salen con todas las armas. Elena Salgado, que es una mujer bien vestida y con un una mirada errática, esta vez, gracias a un fondo oscuro y a los omnipresentes retoques, sale del túnel del tiempo y del espacio como un ente imposible de creer. Su irrealidad, puesta de manifiesto por esta foto casi de 'pintor de cámara', no creo que sea una buena idea en estos tiempos de inevitable realismo social.
A tenor de su imagen, sigue habiendo dos bandos: los hombres morenitos y las mujeres pálidas. ¿Es que la lucha de sexos no se va acabar jamás?
Moda y muerte
Sí, se que es un título totalmente disuasorio, pero la muerte se impone con su majestad sobre cada chirimbolo que el ser humano inventa para olvidarla.
Murió, efectivamente, este fin de semana un querido y viejo amigo. Un hombre al que las formas le importaban porque era poeta. Me descubrí a mí misma, frente al espejo, llorosa y temblorosa, no pensando en él, y en los tantos momentos buenos pasados, sino en 'qué ponerme para ir a decirle adiós'. Es ridículo, lo sé, pero no seré la primera ni la última que tiene un ataque de pánico, un último gesto de narcisismo afirmativo frente a la total disolución.
Todo lo que uno se ponga, en estos casos, es demasiado o es poco. Todo es impertinente, obsceno, inútil. Lo mejor es acudir, por una vez, a la norma. No llamar la atención, ir de un color que exprese la tristeza, ir formal; descartar lo lujoso, que es mísero ante la muerte; olvidar el sport, las joyas, el perfume, tan contingentes.
Pero no es fácil. Había en aquel tanatorio, un lugar tan inexpresivo como una cafetería a la moda, un ambiente tan dolorido que hasta los chicos y chicas más jóvenes, inocentes, con su habitual aspecto desmadejado, sus mochilitas, su pantalonazos, sus 'oversizes', sus 'piercings', sus tatuajes, sus camisetas con lemas, me ofendieron. No tienen la culpa, nadie les ha dicho que no se puede uno enfrentar a la muerte en chándal. ¿O sí? ¿Hay nuevas maneras?
Llegó de pronto una muy íntima y desolada amiga del muerto. No se podía dudar de su llanto sincero, de la hondura de su desconsuelo. Pero, ¡ay!, ella es y ha sido toda la vida, además de otras cosas más interesantes y mejores, 'una mujer a la moda'. Tiene mi edad. El Pilates, la dieta, el bótox y la ociosidad le prestan un aire casi juvenil.
Llevaba una minifalda blanca ajustada, una camiseta con capuchita, unos vertiginosos tacones, un moreno lustroso. Arrastraba un inmenso bolso carísimo y su perfume competía con el de un ramito de flores primaverales que alguien había dejado allí. Su aparición me desesperó. Era la más vulnerable, la más destrozada, y nada en su rebuscada imagen, en su obsesión cotidiana por conjurar vejez y muerte podían ayudarla para pasar aquel trago. Ella, de pronto, y que me perdone, era la misma muerte, pero en minúscula.
Razones para no ponerse tacones
Altísimos los zapatos de Louboutin que llevó Penélope Cruz en Cannes. FOTO: EFE
20/05/09.-
- 1. Madrid es una zanja, y los tacones sus esclavos. Y si incluso puedes superar las obras, piensa en que no hay nada peor que unos tacones embarrados.
- 2. Con tacones es imposible saltar de alegría al saber que te ha tocado un coche en la rifa; y también conducirlo, si es un deportivo.
- 3. El taconazo, lo supe por una reyerta que tuvieron en televisión dos suripantas, es el arma perfecta de las mujeres de poco discurso. Se lo quitan y se lo clavan entre ellas en la cabeza. La trepanación no alivia la tensión craneal, ni la ordinariez congénita.
- 4. Un tacón es una invitación a la dispersión intelectual; prueba a leer sobre dos cuñas a Wittgenstein y comprobarás la sensación de irrealidad.
- 5. Los tacones impiden tener una relación amigable con los niños. Te fosilizan, te inmovilizan y a ellos les pareces una grulla tonta.
- 6. Los perros, ahora que los tacones se han convertido en verdadero mobiliario urbano, han abandonado los árboles y su polen en suspensión, para alzar la pata sobre cualquier zapato de más de tres centímetros de alto.
- 7. Caminar sobre altísimos tacones no es estar en las nubes, sino bajar a la Antigüedad en la que las mujeres se encaramaban sobre coturnos para que el barro y polvo de las calles no les manchase las largas faldas.
- 8. Con una mujer muy alta no se puede mantener una charla relajada; siempre piensas que se caerá sobre ti y tendrás que llevarla a urgencias.
- 9. Los tacones estratosféricos denotan inseguridad, y no precisamente ciudadana.
- 10. No hay nada que atente más contra la belleza de un cuidado césped que unos tacones clavándosele en pleno corazón. Estás muerta para los 'garden party'.
NOTA: La verdadera razón de peso para tirar los tacones es que sé de buena tinta que no se llevarán la próxima temporada.
Control de imagen
Mick Jagger en concierto.
Calculo que se cambió de ropa unas tres veces durante uno de los dos conciertos. Al principio, llevaba una camiseta sin mangas, con un poco de brillo en el cuello, que sólo se apreciaba cuando se movía mucho... ¡y mira que se mueve Mick Jagger en plena actuación!
Para el momento de mayor éxtasis, que ocupó en recorrer el pasillo central del escenario que se extendía hasta la sala de los vociferantes fans de toda edad, eligió una chaqueta de negras plumas, tan pequeñas que parecían 'paillettes', o mejor, escamas de algún misterioso ejemplar anfibio -mitad dios, mitad obrero de la construcción, mitad profesor de aeróbic, mitad muerto viviente-. Cuando remató con el clásico 'I can get no...', sólo le basto para deslumbrar una camisa lisa de satén color champán, unos vaqueros negros y las humildes, sólidas y viejas botas que le permiten bailar y brincar durante toda la actuación. Además, estaba cubierto de sudor y su peinado, el mismo desde hace dos décadas, chorreaba.
Un Jagger eterno contra un Jagger sexagenario. Con todas las arrugas y las marcas de una vida movida, pero ágil y endemoniadamente vital, se comió al público y luego dio las gracias por el atracón. Trabajó de lo lindo. Sabía que estaba haciendo historia en el Bacon Teathre de Nueva York y sabía, sobre todo, que encargando y controlando cada plano del documental que Scorsese está realizado para él y su banda, la gloria y su imagen estaban aseguradas. Uno de los detalles que más me llamó la atención de la sin duda cuidada puesta en escena de su descomunal ego fue comprobar que 'Su Satánica Majestad' no lucía ningún tatuaje (él siempre tan adelantado a las modas). Bracitos de viejo, de zombi, de esqueleto hiperactivo -como queráis-, pero limpio de mensajes y florituras. No los necesita, él no. Es demasiado 'cool'.
Qué distinto de ese blandengue y lifteado colega, su contemporáneo Sir Paul, el que fuera gran músico y ahora es sólo la sombra de un artista, atrapado por su propio dinero, su hija fashionista, su ex codiciosa, su simulacro de juventud. Son maneras distintas de ir muriendo y de dejarnos una imagen viva para el recuerdo. Yo prefiero los pedazos de Mick que la reconstrucción de Paul. Es cuestión de gustos.
Cara y cruz
Letizia Ortiz y Carla Bruni, en La Zarzuela. FOTO: AFP
04/05/09.- Sí, es una cruz este nuevo empeño de la moda por inmiscuirse también en asuntos de Estado o, mejor, en las 'tournées' promocionales que hacen ahora los políticos y príncipes acompañados por sus silenciosas consortes. Hablo, claro, del ineludible temazo de estos días: Carla y Letizia.
Mujeres sin cara, porque la han sacrificado en el altar de la cirugía estética, perdiendo la expresividad, que es el último reducto del espíritu para manifestarse, pero con tipo; mujeres sin nada que opinar y mucho que callar. ¿Por qué se ha levantado esta polvareda ante unas fotos de los traseros de dos damas en la primera página de unos periódicos? ¿Cuánto tiempo iba a esperar la prensa diaria a reconocer que si no eres 'nadie', eres 'algo', un objeto inerte?
El avispado fotógrafo y su editor captaron la única verdad: cuando has renunciado a tu cara, sólo te queda el culo. Y así van, Carla y Letizia, tan igualadas por su condición de modelos, una de conducta principesca decimonónica y la otra, de modelo de primera dama con pasado revoltoso. Van de culo, y que me perdonen la ordinariez. Ya nadie las toma en serio, ¿y cómo podría ser de otra manera? No es machismo, sino realismo.
¿Alguien se habría atrevido a publicar una imagen o a pensar siquiera en hacerlo con el traste, y mira que tiene, de Michelle Obama? ¡Qué va! La razón es sencilla: es una mujer real, con voz propia y a lo que se va viendo, mucho mando en casa, y no una muñeca impenetrable. Su guardarropa no es un escudo ni un signo de estatus ni un espejo de las tendencias. Ella lleva la ropa y no al revés.
Cuando te conviertes en un maniquí, no es raro que te traten como a una mujer de madera. No es una tragedia ni es importante. Yo me reí viendo esa foto; no me sentí aludida ni ofendida. Eran dos robots idénticos, por delante y por detrás. Y por cierto, felicidades a ese gran humorista, el fotógrafo, que se dejó llevar por su instinto.
Moda y santa paciencia
Melanie Griffith, en la Semana Santa malagueña. FOTO: REUTERS
29/94/09.- La Semana Santa malagueña, que está atiborrada de famosas, nos ha dejado imágenes impagables de esta devoción pagana por asistir a la pasión del Señor lo más enjaezadas posible.
Hay casos que claman al cielo, el particular cielo de las superestrechas jerarquías católicas, que se congratulan de ¿contratar de animadora?, cómo podría llamársele a esto, a una tal Blanca Cuesta, una prenda de chica de profesión desconocida y vida (pública) conocida y humillante, sin que se les caigan los anillos ni les tiemblen los roquetes. Ella, que cuando va de caza, va a setas y a rolex, como el vasco del chiste, no le hizo ascos a la llamada de su suegra, Tita, y allí contuvo la respiración, sacó poco pecho y metió barriga; total, era como hacer un poco más de pilates.
Pero ya se sabe, la Iglesia ¡nunca con los pobres!, y cuanta mayor publicidad, mejor. El caso es que la cuitada había tenido el detalle de cubrirse un poco y lucía, porque es una enrollada, unas Converse de satén de color rosa pasionaria muy bien traídas para la ocasión.
También tapada, pero desencajada, ¡con lo mona que es!, por una peineta que sólo le sienta bien a Paulovsky, y una mantilla alicaída, vimos a la bondadosa Melanie Griffith disfrazada de camarera mayor con un estremecedor vestido retro de maguitas farol y bordadillo delantero diseñado por Jorge Menacho, al que la virgen de la esperanza confunda. Se comentaba que los abalorios eran de esmeraldas, amatistas y brillantes... Yo no vi a los maderos custodiándola. Melania, vuelve a Prada y Lanvin, tus fans te lo pedimos.
La más lista, como siempre, es Tita Cervera, que, vestida adecuadamente, y no me refiero a una transparencia que lució en un festejo posterior, sino a su imagen en plena procesión en el balcón del Hotel Larios, lleva peineta sólo cuando tiene el pelo hueco. La baronesa se paseó en olor de multitudes. No es para menos, porque esta mujer, que llevará también a Málaga sus cuadros, hace más por la vida cultural española de lo que presumiblemente hará la nueva ministra del ramo, la Sinde, más conocida entre las espantadas actrices con nominación de esta última entrega como 'sin derecho a elegir vestido de diseñador extranjero en la gala de los Goya'. ¡País!
Endomingarse
El chándal se ha convertido en el atuendo preferido de muchos en vacaciones. FOTO: Jesús Morón
13/04/09.- Hoy en día, la expresión 'endomingado' ha perdido fuerza. Antes, cuando la buena gente en los pueblos se ponía lo mejor que tenía para dejarse ver en la plaza los domingos, se decía de alguien que iba 'endomingado' con un cierto desdén; el desprecio de los ciudadanos hacia los campesinos, una cosa que siempre me ha parecido estúpida y baja.
Para estar guapos, veías a los dignos labradores castellanos con el pelo peinado con agua, la raya a duras penas trazada, sobre la greña, afeitados, relimpios, con su severo traje de un color inverosímilmente pardo, camisa blanca cerrada y zapatos de piel. Giorgio Armani me contaba un lejano día que él se había fijado mucho en la elegancia rural del sur de Italia para cuadrar su chic milanés, y le creo.
Las mujeres, por su parte, también se engalanaban ingenuamente, con lo que podían. A los niños se les refregaba con colonia a granel y sufrían mucho los días festivos. Los perros huían ante tanta voluntad estética.
Pero el caso es que aquello no era estética vacía y precocinada, como la de ahora, sino un sentido de la propia estima, que nada tiene que ver con el precio de la ropa, sino con el valor de las tradiciones ciudadanas y el respeto mutuo.
Qué poco podría inspirarse ahora Armani en el aluvión multicolor de adultos disfrazados de jóvenes, con sus chándals obsoletos y sus zapatillas deportivas. Lo más informe, lo hiperbólicamente ¿cómodo?, lo fácil, lo que más te masifica y te borra como individuo, el chándal y sus aledaños, ha acabado por imponerse en los pueblos de veraneantes.
Pedalean un poquito en sus superbicis; toman el aperitivo contando las calorías, sin quitarse las megafas de sol mientras perdonan la vida en las barras de los bares ¿catetos? a los del lugar, y creen que tienen una mayor calidad de vida. Algún viejo socarrón les observa y lo deja pasar: ¡total!
Empacho de primeras damas
La primera dama francesa, Carla Bruni y su homóloga estadounidense, Michelle Obama, saludan a los medios de comunicación a su llegada a la catedral de Estrasburgo el sábado 4 de abril. foto: EFE.
06/04/2009.- Gracias a un efecto óptico (uno de esos que del que tanto provecho suele sacar la prensa del corazón ofreciéndonos un beso de tornillo donde sólo hay un beso de cortesía), resulta que la mano del presidente francés, Nicolas Sarkozy, se instaló en el pandero de su presidencial esposa, Carla Bruni. Y yo digo, ¡ojalá!
Pero no, los viajes de Estado no dan para tantas alegrías; están milimétricamente organizados y el único resplandor que por ahora parece seguro es el de una mujer resplandeciente 'full time', en su casa, en el comedor de los pobres o en la salita de té de Isabel de Inglaterra, Michelle Obama.
Hablar de duelos entre ellas, la verdad, me parece un poco ilusorio, por no decir ingenuo. ¡Con la que está cayendo! Dicho todo lo cual, y espero que sea ya la última vez que me piden mi opinión sobre 'madame' Obama, insisto en que ella es una mujer de perfil alto, una presencia contundente, que no sólo se debe a su físico, a su imagen y a su posición única, sino a su carácter.
Decidida a formar un equipo de trabajo con su marido, antes, mientras tanto, y después de que sea presidente, hay que recordar cada vez que notamos su naturalidad y fuerza que se trata de una profesional acostumbrada a hablar en público y de que, en la campaña electoral de Obama, tuvo ocasión de dejarnos algunos discursos memorables, como aquel en el que decía que estaba cansada de tener miedo, de que su país reaccionara a todo en clave de miedo. Podéis aún escucharlo, está en YouTube.
Michelle, como en su día Jacqueline Bouvier, responde al sueño americano, un poco cinematográfico, de formar una pareja perfecta, con unos niños preciosos, un perro adecuado y un desayuno dietético. La Casa Blanca también se parece a ese hogar americano de clase media alta encomendado a los delirios de un decorador con ínfulas..., sólo que esta vez ese 'dream team' es muy real y eficaz. Michelle no es un relleno, sino un motor. Y por eso se mueve a toda máquina. Para estar cómoda en el cuarto de calderas o bien se viste de fuego, o bien se pone una de esas cómodas rebequitas de punto, ¡y las perlas, para que no haya dudas de quien manda! A eso le llamo yo estilo.
Victoria: la pesadilla de la fama
Imagen de la campaña de lencería de Armani protagonizada por Victoria Beckham.
31/03/2009.- En los anuncios de lencería femenina pasan muchas cosas. La primera y más evidente es que no venden sólo ropa, estilo o tendencias de moda, sino algo más peligroso, eso que se ha venido a llamar un "tipo de mujer", generalmente rodeada por los cachivaches de "su tipo de vida". Y el sexo, feliz o desgraciado, es otro elemento indispensable del atrezo.
Así, en el de esta temporada de Emporio Armani, se exhibe a una indolente, casi dolorosa, muchacha; tiene un cuerpo delgadísimo y algo musculoso, y una cara de princesa durmiente supermaquillada. Tiene carita de pasa resabiada, y ya no es una adolescente. O sí: una adolescente gagá. Los tacones de alto riesgo, no dejan lugar a dudas: es Vicky Beckham.
En este caso no hay ningún objeto, digamos de 'boudoir', que nos permita adivinar la vida que lleva. El lujoso vacío la circunda y el único objeto es ella. Esta sola, pero algo en su actitud nos dice que se nos ofrece. Tirada en el suelo, las luces y las sombras nos permiten adivinar que es de día. ¿Se ha acostado tarde sin desmaquillar? ¿Duerme la mona a altas horas del mediodía? ¿Esta en paro, pero arreglada? ¡Vaya prenda!
Es decir, lo que mi admirado Armani, en otros tiempos gran cultivador de una imagen femenina activa, sobria, independiente, nos propone aquí, es sencillamente la nada. Aquí no hay vida alguna, sólo un personaje famoso, un cuerpo exhausto, ¿tal de vez de ir de compras de la mañana a la noche? Es alguien a quien todos conocemos por su extrema delgadez, pero que en la foto, gracias al giro de la cadera, ha ganado un poco en carnalidad. Es alguien a quien no es aconsejable parecerse y que sin embargo es una habitual de las portadas.
Mi pregunta es ésta. ¿Sólo yo siento un escalofrío al contemplar a esta absurda compradora compulsiva, que irradia desesperación, tensión, insolencia? ¿Sólo yo siento una gran tristeza al ver en lo que ha quedado de los honestos planes de Armani para redimir a las mujeres de toda una generación? Sí, sé que la palabra redención suena un poco fuerte. A veces hay que enfadarse.
Una despreocupada primera dama
Un atónito Papa entre el presidente camerunés y su esposa, Chantal Biya. FOTO: REUTERS.
24/03/2009.- EL Papa ha abrazado África y en el apretón han muerto algunos... otros, en cambio, han aprovechado para emular su conocida afición por la moda.
Es sabido que Ratzinger siente devoción por las grandes galas eclesiásticas y que incluso ha desempolvado algunas piezas y colores que no se veían por aquí, digo, en la Tierra, desde hace siglos, por ejemplo, un modelazo rosa que levantó ampollas entre los feligreses más sombríos. Pero en África el color es imperativo; ir solo de blanco o de negro es casi una falta de respeto. Y Ratzinger siempre empatiza.
Decía que su visita ha aprovechado a los 'fashion killers' de la zona porque no hay nada más que ver lo que se puso en la cabeza (yo diría que el mundo visible y el invisible por montera y por su orden), una despreocupada y competitiva primera dama para recibirlo como se debe.
Se trata de Chantal, esposa de Paul Biya, presidente de Camerún, que aparece en la foto entre su marido y un papa atónito. ¿Qué estará pensando el pontífice ante este reto manifiesto? ¿Y ella? ¡cuántas sesiones ante el espejo! ¡cuánto desvelo por encajar las cruces pontificias del tocado sobre el amasijo de telas vibrantes y un poco escurridizas!
Creo que esta mujer marcará época y desde luego abrirá una brecha en el severo protocolo que rodea las visitas papales. Después de ella todo será más fácil y la vida de Benedicto XVI más animada. ¡Qué lección de gracia y desenvoltura! Esto sí que es fusión, y no los raquíticos esfuerzos de la moda de temporada por africanizar lo occidental a toda prisa y sin emoción alguna. Chantal lo ha bordado.
Tic, Tac. Toc
Una modelo luce unos zapatos de la firma Chanel durante la Semana de la Moda de París. FOTO: EFE.
16/03/2009.- Hablar de zapatos ha quedado obsoleto, ¡quien lo iba a decir! La cosa ahora está más complicada: el asunto crucial son los tacones. Miro y remiro las fotos de temporada. Los tacones, complicados ingenios sobre los que se levantan estructuras físicas ligerísimas, ¿cómo podría ser de otra forma?, se han convertido en lo que llaman los anglosajones el 'focal point' del momento.
El caso es que, vistos sin ánimo de ser usados, de caminar sobre ellos, han cobrado una vida ornamental que les iguala a las joyas. De hecho están concebidos como piezas únicas; tienen la fragilidad y el misterio de una gargantilla o de un broche; han dejado de ser ¿inocentes? Nunca lo fueron.
Servían para acentuar lo que tiene la figura femenina de quebradizo en unos casos; otras te hacían pensar, al alzar el trasero y tensar los gemelos de la pierna; al refinar el tobillo, en esos animales depredadores a los que el hombre gusta de cazar. Cazadores cazados, los tacones se han vuelto estáticos, solemnes. Somos su rehenes; nos inmovilizan. A ellos, en cambio, la moda les da una segunda oportunidad.
Les salen hojas y ramas, frutos y semillas; reverdecen. A veces incluso alcanzan la seriedad de un picaporte o la importancia de un candelabro. Si son transparentes, el pie se sostiene sobre la nada y hay que pararse. ¿Pararse y recordar? Sí, porque ese andar recargado, lastrado por la forma loca de estos tacones imposibles, no es nueva, pero es al mismo tiempo el último reducto de la pulsión por lo decorativo, que sigue siendo, aunque decimonónica, una cualidad muy humana.
Victoria pírrica
12/03/09.- No, no se trata de Victoria Beckham. No voy a hablar otra vez de esa dama de pega, pero sí de algo que tiene mucho que ver con su mundo de insidioso ¿glamour?
Vi ayer mismo una imagen que me ha impacientado. Sí, impaciencia es lo que he sentido, ni rechazo ni indiferencia. Era una simple zapatilla Victoria, de las de siempre, decorada con 85 cristalitos de, ¡cómo no!, Swarovski, que se ha convertido, con total impunidad, en una especie de cirujano estético capaz de darle la vuelta a todo; a todas las ideas, a todas las texturas, a todas las formas.
Las Victoria. Recuerdo que eran unos 'tenis', como antes se llamaban, primigenios, comodísimos, sin pretensiones de ser otra cosa que zapatillas vagamente deportivas. Quienes empezaron a llevarlas hasta con traje negro y corbata y de noche emitían un mensaje diáfano y refrescante: puedes tener una imagen sin gastarte mucho dinero.
Las 'victorias', a diferencia de los modernos calzados deportivos, que cuestan un pastón y parecen diseñados por algún sociópata en horas bajísimas, cumplieron su función de revulsivo y siempre serán verdaderamente elegantes, confortables, intemporales y unisex, porque su aspecto se ajusta a su función.
Como los 'jeans' auténticos, que han sufrido tanto maltrato a manos de la industria del lujo, ahora les llega el turno a ellas y el resultado me enfurece ya a estas alturas del articulito. ¿Hay algo más hortera que bordar con fingidos diamantes una zapatilla de límpida loneta y suela de goma? ¿Hay algo menos exquisito que fastidiar un sabroso gazpacho con trozos de langosta?
Encarecer no es enaltecer. Las cosas no son mejores ni más bonitas porque se empleen en ellas materiales costosísimos, sino porque alguien, en algún sitio, generalmente es alguien anónimo, ha conseguido que la forma se pegue a la materia, y que ambas sustenten el misterio del color. La lista de objetos destruidos por estas ocurrencias es ya interminable y Swarovski se ha vuelto un ejecutor sin piedad. ¡Si hasta fue responsable de aquellas impagables cortinas de cristal de los Oscar! Ni lamé ni púrpura de Tiro ni seda genuina, sólo un brillo barato pagado a precio de oro. ¡Qué decadencia!
Desfiles: ¿sí o no?
Uno de los diseños de Miguel Marinero en la Cibeles Fashion Week. FOTO: EFE
02/03/2009.- Creo que ya lo he contado alguna vez. Hace años, durante una entrevista con Giorgio Armani, serían los noventa, en un momento de sinceridad y de honestidad, se preguntó ante sí mismo y ante mí si los desfiles bianuales eran necesarios. Nos preguntábamos mutuamente si no sería un despilfarro de dinero. Él enseguida me atajó y demostró que lo suyo son los matices. Matizó, 'no un despilfarro de dinero, sino de energía creadora, eso sería lo grave'.
Ahora que la ropa pierde cada vez más su condición de milagro, de suspensión de la realidad, y se acerca alegremente a esa realidad dura en la que vivimos; ahora que casi todas las casas famosas ponen en pie no dos, sino cuatro y hasta seis colecciones anuales; ahora que el acto, la representación de la moda que es en realidad un desfile, pierde solemnidad y la red es capaz de tenernos informados al minuto de cuanto sucede, temporada tras temporada, la pregunta vuelve a mí, pero cargada de pólvora.
Pienso en ello cada vez que leo, por ejemplo, a propios y extraños,fashionistas y columnistas, clientes y aspirantes, rasgarse las vestiduras por el desconcierto, la banalidad, la falta de ideas nuevas, las pretensiones etc etc de la Cibeles Madrid Fashion Week. Es como si lo que molase fuera criticar esta pasarela; como si se estuviese pidiendo perdón por asistir, cuando la mayoría pierde el culo por una entrada.
Esta vez no puedo juzgar Cibeles porque andaba de viaje, muy lejos. La unanimidad de la crítica me hace pensar en lo injusto que es tratar a todos los diseñadores bajo el mismo rasero. Hay que hilar un poco más fino, creo. Tal vez lo que esté obsoleto no sea su trabajo, sino la manera de ver moda y presentarla. Tal vez haya que regresar a los talleres de cada diseñador para poder verla y tocarla, y creer en ellos. No todos podrán permitírselo, pero ésa será también una selección natural.
Sé que suena un poco fuerte, pero contemplar quince desfiles diarios no ayuda a comprender qué se cuece cada temporada. Y ya puestos a preguntar: ¿y si no fuese necesario que hubiese temporadas, tendencias, etc etc? El continuo desfile de las chicas entrando y saliendo de Zara, Mango, H&M , por poner sólo tres ejemplos, nos debería dar qué pensar. Pensemos: o corte o cortijo; o showroom o grandes superficies.
Oscar a la publicidad
Penélope Cruz con un vestido palabra de honor en blanco roto. FOTO: EFE
23/02/2009.- Una vez, en el transcurso de una fiesta con motivo del aniversario de una revista de moda española, le preguntaron a la infanta Elena de quién era el vestido que llevaba. Ella quedó en suspenso un momento ante la impertinencia de la pregunta y contestó con un castizo, 'mío'.
No creo que lo hiciera en plan chulesco, sino que respondió casi automáticamente porque está claro que una infanta no lleva nunca ropa prestada, y también se entiende que la marca del modelo es algo secundario, sobre todo teniendo en cuenta que en las Casas Reales no acostumbran a hacer publicidad de nada y no sirven de 'modelos' de las casas de moda, sino que se les pide que sean 'ejemplos' de saber estar.
Cada vez que veo los Oscar, 'palabra de honor' que me rechinan los dientes ante la reiterada pregunta en la alfombra roja a propósito de quien firma el vestido, que visto sin apasionamiento, ya cada vez tiene menos importancia porque, nunca mejor dicho, parecen todos cortados por el mismo patrón: siluetas sirena, tejidos ricos, escotes que dejan los hombros fuera para que resalten los diamantes en gargantilla o los pendientes largos o las 'riviere'.
Muy vestidas, pero no tanto como para no ir semidesnudas, las actrices jóvenes de Hollywood, todas uniformadas del glamour inspirado en las décadas gloriosas de Hollywood, son ya como los deportistas, un espacio carnal invadido por la publicidad; ¿hay algo menos elegante?
Van de prestado y se les nota. Muchas, rudas hijas de la América profunda hasta hace nada, llevan las galas como si arrastrasen un pesado baldón, y se palpan los pendientes no vaya a ser que vuelen. Suelen ir acompañadas por un enamorado, pero sobre todo por maderos que custodian las joyas, que habrán de ser devueltas a una hora prefijada.
La elección de las marcas, en sí misma, está también supeditad a intereses; Juan Duyos contaba en YO DONA el otro día el éxito de una de ellas, muy apreciada por las actrices no consolidadas aún, y que está diseñada por la esposa de uno de los capos de Miramax.
Penélope se apresuró a aclarar que su vestido de este año era un vintage de Balmain:'tendrá unos sesenta años y cuando lo compré sabía que llegaría la ocasión de lucirlo. La española cuando gana, es que gana de verdad. Si hubiese remedado a la infanta con un 'mío', habría hecho furor.
Salir a hombros
Modelo con uno de los diseños con hombreras de Nina Ricci. FOTO: Marco Severini.
16/02/2009.- Es un hecho irrefutable: vuelven las hombreras, y lo que es peor, también para ellos. Parece que cada cierto tiempo se impone, coincidiendo con épocas de desamparo, reconstruir la figura, que en este caso sería más bien apuntalarla.
Viendo las fotos de los ochenta siento siempre una indecible desazón al descubrirme aplastada por aquellos hombros de jugador de béisbol que desgraciaban cualquier intento de belleza o armonía, ¡y éso que algunas éramos unas chiquilinas de caderas escurridas y largas piernas!
No quiero ni pensar en las hombreras a esta edad madura, formando una línea recta, insoslayable, entre espalda y caderas, y convirtiéndonos en auténticos armarios de luna, o mejor dicho, dadas las fechas, en armarios estilo Imperio.
Además, las de ahora vienen, en vez de disimuladas bajo la ropa, cosidas como un detalle ornamental,¡detallazo! y superpuestas como galones o entorchados militares o de colores contrastados, en plan refuerzos deportivos. Hay una cosa buena, y es que así no se deslizarán bajo el jersey formando una joroba o una escurridiza ameba ubícua en algún lugar inabordable de la espalda; algo es algo.
Como decía arriba, estas hombreras en época de crisis, nos hacen pensar en refuerzos o escudos, en signos de poder, en algo agresivo y a lo que es preciso hacer frente con todas las fuerzas de nuestro abrasado corazón. No se si tengo ganas de neohombreras, la verdad. Si resultaron ridículas en cuanto pasaron de moda, por qué desempolvarlas a sabiendas de su fealdad ;¿tan pocas ideas nuevas hay?. Con ella volverán todos los signos de mal gusto y prepotencia que creíamos desaparecidos para siempre, y lo que es seguro es que no nos sacarán a hombros de ningún atolladero. Yo me largo.
Imagen y formas
Federico García-Lorca, en una imagen de los años 30. FOTO: EFE
09/02/09.- Vestirse se ha convertido, en nuestra feroz sociedad de consumo y simulación, en un trivial asunto de imagen, que a su vez está colonizada por la que nos viene del cine y sus famosos, ya procesada. Formamos así una indistinta cadena de 'elegantes', unos más conseguidos que otros, en la que ya es casi imposible distinguir el oro de la quincalla.
Con esto quiero decir que la ropa, su simbolismo y su carácter de acuerdo, de respeto o de identificación profesional, va perdiendo realidad frente al omnipresente desfile de modelazos sin otra función que preservar los privilegios de unos pocos y mostrar su poder o belleza neumática.
Sin embargo, la ropa fue no hace mucho una manera de guardar las formas. Las formas son algo importante cuando queremos subrayar el fondo, emitir un mensaje directo y claro de nuestros sentimientos y de nuestra manera de pensar.
Acabo de leer un libro de historia necesario. Es de Manuel Fernández Montesinos y lleva el precioso título de 'Lo que en nosotros vive'. Son las memorias de un hombre libre, valiente y sabio, zarandeado por su destino de exiliado, que sin embargo tiene el buen gusto de contarnos su vida partida en dos para que comprendamos la época que le tocó vivir sin acritud y con mucho sentido del humor.
Sobrino de Federico García Lorca, se exiló en 1940, con ocho años, junto a su familia materna, los abuelos, los hermanos y su madre viuda, Conchita, hermana del poeta. En el exilio americano le esperaban sus 'tíos', el eminente Don Fernando de los Ríos y su mujer. Él había sido un socialista humanista, no revolucionario, y ministro en varias ocasiones de la República Española, así como embajador de España en Francia y Estados Unidos. Un hombre refinado y austero.
En 1945, viviendo todos en Nueva York, tiene lugar la rendición de los japoneses frente a los americanos. La ceremonia ritual transcurre a bordo del acorazado 'Missouri'. Todos los medios de comunicación se hacen eco; las imágenes de la ceremonia dan la vuelta al mundo.
La indignación de Don Fernando al ver al general MacArthur, descamisado y prepotente frente al delegado japonés vencido, pero vestido ritualmente con un frac, fue tremenda. Añadir malas formas a la ya terrible humillación del otro le escandalizó y le pareció algo de una inconcebible falta de delicadeza, de humanidad. La etiqueta, para él, era fundamental en asuntos graves y no un mero acuerdo vacío entre elegantes. Pensadlo, y leed este libro estupendo.
La moda con Goya entra
Clara Lago, con vestido fucsia de Dior. FOTO: AFP
02/02/09.- No hay manera. A pesar de que la Asociación de Creadores de Moda de España aportó un gabinete de vestuario, nuestras actrices querían algo más hollywoodiense. Se insinuó en algún medio de comunicación que se estaba presionando a actrices y presentadoras, pero yo no me lo creo, ¡sólo faltaría eso!
Así que Dior, que vistió a una elegante y pimpante Manuela Velasco con un traje de cóctel liviano y unos zapatos beis, o a Maribel Verdú, de energético y sensual amarillo -suele ser una de las actrices mejor vestidas de noche siempre-, erró con un aparatoso vestido aerostático champán que acentuaba la delgadez preocupante de Goya Toledo y acertó a subrayar los encantos de la supersexy Clara Lago con un sobrio y alegre traje fucsia, fue en realidad la imagen de los Goya.
Este serio varapalo a nuestros diseñadores habla no sólo de la desconfianza que genera la industria española de la moda, sino del esnobismo e inseguridad de nuestras actrices. El resultado fue un desfile soso, sin grandes momentos, regido por la idea fija de que para vestirse de noche lo mejor es el escote palabra de honor o el corsé, las gasas desfallecientes y un tono general copiado a pies juntillas del glamour americano de los 30.
Si encendías la televisión a mitad de ceremonia, no sabías si se trataba de este año, del pasado o del año que viene. Un tostón en el que destacaron algunos vestidos horribles, como el de Leonor Watling, que llevaba de todo y todo fuera de lugar, canesú, manguitas de capa, cuello alto, volantes..., y el de Paz Vega, un tazón espumoso de color rosa del que emergía la guapa actriz con gran peligro para su estabilidad si tenemos en cuenta que se sostenía sobre tremendas sandalias de tortura. ¡Lástima, con una mujer de tan buen tipo!
Lo mejor, un señor que recibió un Goya vestido con un chaleco y una pajarita de Micky Mouse, y Nerea Camacho, de vago charlestón en una casi perfecta imitación, con lazo incluido, de Shirley McLaine. A Carmen Machi no le tendremos en cuenta sus tres modelazos, porque el encarguito de presentar la gala en plan fascinadora debió ser obra de sus enemigos. Y Penélope, de encaje y melenón, más atractiva que en los Globos de Oro, pero inexpresiva, previsible y ausente.
Un color con pegada
Michelle Obama, con el traje que le confeccionó Isabel Toledo. FOTO: EFE
21/01/09.- Tengo aquí al lado uno de los libros que más hojeo cuando dispongo de un rato. Es el monumental y divertidísimo 'Diccionario Akal del color', de Juan Carlos Sanz y Rosa Gallego. No sólo habla de colores, sino de historia natural, culturas, supersticiones y simbolismos; todo lo que en definitiva atañe a un asunto tan importante como el color, y tan difícil de discernir. Perdonadme este rasgo erudito, pero es que así, de paso, os recomiendo vivamente una obra imprescindible. Vivimos rodeados de colores; ellos nos devuelven a la vida y nos ponen en contacto con la Naturaleza; ellos hablan por nosotros. Nos protegen y acortan las distancias.
Pues bien, con él al lado, estoy en disposición de asegurar que el conjunto en lana y seda firmado por la diseñadora cubana Isabel Toledo para Michelle Obama con ocasión de la jura de su marido, 44 presidente de Estados Unidos, es un amarillo verdoso de la variedad 'gualda', con destellos citrinos y dorados. Que los guantes y zapatos de Jimmy Choo fueran decididamente verdes me inclina a pensar que ella pensó en 'verde', un color cálido y esperanzador. Él, por su parte, repitió con el sastre que le hace los trajes a medida, de Illinois, su estado natal, Hart Schaffner Marx.
El tejido de lana, suntuoso y abrigado -hacía unos 10 grados bajo cero-, de brocado bordado en blanco, despedía tanta luz que hacía que el color virase a dorado en ocasiones. Esto es lo que me parece más inteligente en la elección del modelo; cambiaba de tono según la hora, y lo llevó puesto casi todo el largo día, y daba un impresión no sólo de riqueza y variedad, sino de fortaleza.
Mullido, serio y regio, como la propia Michelle, por una vez parecía ser él, el vestido, quien la 'llevara' a ella; pero luego veías su mirada y comprendías que había un acuerdo. Generalmente, las otras damas presidenciales, en idéntica ocasión, eligieron los dos colores de la bandera americana, o bien el azul, o bien el rojo. Michelle, con este refrescante color, cambió, con mayúscula, la tendencia.
Todos estos asuntos no son triviales en un día cargado de simbolismos y promesas. La toma de posesión del cargo de presidente es en Estados Unidos un ritual casi monárquico y la ven millones de ciudadanos. Se sabe que la inclinación de Michelle por utilizar ropa diseñada por modistos de Chicago durante la campaña ha disparado sus ventas en un 420% desde entonces... pensad lo que eso significa.
El modelo, que luego sustituyó por uno de gala blanco en chiffon del 'wonder boy' Jason Woo, de apenas 26 años, era exclusivo, pero ya está siendo copiado a miles para atender a la furiosa demanda que ha generado. Los Obama son, les guste o no, una 'trade mark' imparable, además de una promesa de regeneración de los valores genuinos de la gran democracia americana anterior a la era Bush. Entre la masa de personas, pude distinguir a un lloroso anciano negro; era el boxeador más grande de todos los tiempos, Cassius Clay, hoy Muhamed Alí. Me sorbí los mocos y quedé K.O.
Sin cintura
Penélope Cruz, con el vestido de Armani que llevó a los Globos de Oro. FOTO: AP
16/01/09.- Literal y simbólicamente. Penélope Cruz, hace no mucho, concedió una entrevista a la escritora Elvira Lindo, que es una persona seria, alegre y gentil, con muchísimo sentido del humor, y que demostró gran paciencia, en la que se comportó como una niñata diva; éste es un nuevo género en el 'star system' actual.
Pe la ninguneó tal vez porque, no bastándole lo que tenía ante los ojos, una escritora de éxito y un medio de prestigio, ignoraba con quién se las veía. Al preguntarle por sus amores, ya de pasada y sin morbo, reaccionó como una paleta, hoscamente, y yo diría que con un sobresalto inusual en alguien al que se le supone un poco mundo.
En fin, inflexible, tozuda, sin cintura, estropeó una de las pocas oportunidades que se le han ofrecido de salirse de la burbuja en que vive y mostrarse como aparece en la pantalla, cálida y perturbadora. Allá ella...
Digo todo esto porque en la gala de los Globos de Oro, en la que estaba nominada como mejor actriz secundaria por ese grotesco papel de neurótica artistizada en la fallida película de Woody Allen, se presentó con lo que yo llamaría un 'vestido perdedor'. Y perdió.
Era un Armani que le venía como un guante, y ahí estaba lo peor. Se pongan como se pongan, Giorgio no borda la costura, siendo como ha sido y aún es el más bravo inventor de la imagen contemporánea de una mujer trabajadora bien remunerada.
Sí, porque ponía de relieve que nuestra estrella, o bien no tiene cintura, o bien anda escasa de caderas. Lo cierto es que, metida en ese tubo de color carne de gallina, ofrecía un aspecto macilento y aterido, agravado por esa melena leonina que, aunque funciona en pantalla, al natural y en una fiesta le resta empaque y como que la emborrona; parecía, nada raro en las estrellas americanas de su generación, que se acababa de levantar: encantadoramente previsible.
Penélope es una mujer tan mimética que suele aparecer con una imagen diferente cada vez que cambia de novio. Imagino que es una decisión práctica y hasta amorosa por su parte, pero yo encuentro que, para tener un estilo propio, hay que elegir, arriesgarse e insistir. Siempre acabo diciendo lo mismo, elegancia viene del latín 'eligere'. Pues eso.
¡Y qué!
Carme Chacón, junto a Alfredo Pérez-Rubalcaba, en la Pascua militar. FOTO: EFE
12/01/09.- Aviso, hoy tengo un día muy levantisco. Lo diré tranquilamente, a sabiendas de que soy la última en opinar y de que lo hago ya a la desesperada, desesperada de aburrimiento, añado. Carme Chacón, como decíamos las niñas en mi colegio -laico, mixto, de izquierdas y artistizado- sin asomo de piedad o embarazo, ¡qué tiempos!, es una hortera. "Y qué", respondían las niñas estigmatizadas cuando sufrían igual juicio sumarísimo.
Sí, no sabe maquillarse, el zapato de tacón con pantalones es una opción caduca y difícil, el esmoquin sólo aguanta una crítica detenida si es de Yves Saint Laurent y se le nota que lo suyo no han sido nunca los trapos. ¡Y qué!
Chacón no está en el Gobierno para lucir como una amatista -aunque se haya maquillado de violeta rudimentario-, engastada en las plomizas fauces del Ejército. No creo que haya tenido tiempo en su fulgurante carrera política para distinguir entre lo mediocre y lo bueno, entre lo bueno y lo excelente. ¡Y qué!
No podéis imaginaros lo que me relaja que ella se ponga lo que le da la gana, porque de alguna manera está en su casa, y que ¿rompa? el protocolo indumentario, siempre que no rompan filas los cuatro o tres ejércitos, ignoro cuántos son, en su presencia.
El vendaval de críticas que ha desatado procede, no como ella comentaba a Iñaki Gabilondo sin asomo de tristeza, de los mismos machistas que detestan que sea ministra de Defensa una mujer, sino también de los cientos de ciudadanos cansados de que los gobiernos democráticos vendan armas al tercer mundo, de que se gaste en ceremonias obsoletas, ¿y qué demonios es la Pascua Militar?, y de que se le dé jabón -"conocerles es admirarles"-, decía la ministra arrobada empleando tan cursi y manida expresión, al temido ejército porque cualquier día se levanta, etc, etc.
Estos cientos de ciudadanos encontramos una manera de desfogarnos pacíficamente criticando a los poderosos en lo más visible y en lo que a todos les duele, criaturas mediáticas al fin. Y además, siempre es higiénico meterse con los impenetrables políticos profesionales, con los, como diría mi admirado Lope de Vega, "cagaprados" de siempre.
Bianca Jagger: glamour y solidaridad
La cantante Annie Lennox y Bianca Jagger, en una manifestación propalestina celebrada en Londres. FOTO: EFE
05/01/09.- Estaba viendo en la televisión el día 4 de enero las concentraciones de apoyo que han tenido lugar estos días con motivo del sangriento conflicto entre judíos y palestinos, a favor de estos últimos. En la que transcurría en medio de Londres, muy numerosa, pude distinguir de pronto, en la larga cabecera de la manifestación, una cara conocida.
Anduve dándole vueltas un rato hasta que la identifiqué. Allí, anónima entre cientos de ciudadanos solidarios y comunes, estaba Bianca Jagger, ex mujer de Mick Jagger, líder de los Rolling Stones, y una de las 'trend setter' y juerguistas más acreditadas en la época de oro del neoyorquino Club 54 en los 70. Qué cambio de escenario, pensé.
Lo cierto es que ya sabía que la nicaragüense, todavía muy bella y con un estilo clásico pero discreto, se había convertido, tras un divorcio sonado, no en una sombra de sí misma, sino en su propia luz combatiente, ensombrecida durante muchos años por la fama de su marido.
Él sigue igual; es una gran estrella del rock que lucha por mantener su cetro. Sus amigos, imagino, siguen estando entre las celebridades y privilegiados de este mundo. Si mañana decidiera acudir a un acto solidario, que no digo que no, un gran revuelo se organizaría en la prensa y la causa se beneficiaría de su presencia.
En cambio, en aquel noticiario televisivo nadie fue capaz de parar la imagen y señalar la presencia de esta mujer, que si viniese a nuestro país a promocionar, por ejemplo, un perfume, sería inmediatamente acosada por la prensa. ¿Despiste? ¿Falta de información? Tal vez, poca afición por los detalles.
Natividad con estilo
Nati Abascal, en la inauguración de una joyería en Madrid. FOTO: Sergio Enríquez
2/01/09.- Seguimos en plena temporada de listas de elegantes, ¿y por cierto, por qué hay tan pocas listas de antielegantes en nuestro país? No será por falta de ingenio o de ganas...
Pero a lo que iba. Nati Abascal, para irritación de algunos, vuelve incontestablemente a ganar la partida con una diferencia de votos abrumadora. Se trata de una mujer que ya no es joven, y que no siempre dispone de mucho dinero para vestirse; eso hay que aclararlo. Yo me alegro y comparto apasionadamente esta opinión general de que se trata, en ella sí, de un merecidísimo primer lugar.
No la compararé con las siguientes en la lista, porque sería como comparar a Dios con un gitano, expresión ésta que tiene sus detractores, pero que aclara, si no mi religiosidad, sí mi devoción por una mujer a la que he tratado apenas, pero siempre con placer y asombro.
Sí, Nati me asombra, insisto. No se parece a ninguna porque su estilo -el estilo es por cierto insistir en lo que uno tiene de libre- es apasionado, audaz, pero siempre en el límite de la buena educación y del respeto a sí misma. Yo creo que en su caso está basado en su naturalidad con la moda, que se sabe al dedillo, en su temperamento artístico y en una bondad de corazón que le impide ser vulgar.
Nati es buena como un cuadro de Velázquez, una plaza con camelios en Santiago de Compostela, una tarde de cotilleos con las amigas o un buen libro de Chesterton. Es buena, además, porque su elegancia es educativa y no vengativa y porque alienta a los otros a serlo, sin ser condescendiente con nadie. Enhorabuena a los votantes.
Pintadas como puertas
29/12/08.- Estos días de fiesta desatan la avaricia de los anunciantes, pero no su fantasía, aunque todavía a veces, entre el mogollón de perfumes y coches, turrones y spas, que son los cuatro evangelistas de la modernidad, hay algún nuevo producto que consigue hacerte sonreír.
Hay una marca de maquillaje, creo que es muy conocida, pero no diré su nombre, que bajo el paradójico reclamo de 'sombra strech' te pinta en un instante. Fijaos que la sombra se extiende o se cierne, según sea el asunto de jaez más o menos moral, o climatológico, pero, que yo sepa, jamás se ciñe ni pega. Y ahí llega el dilema: 'strech' es lo que se estrecha, ajusta o aprieta, esa fibra que logró ya hace un siglo que los trajes de baño se adaptasen como un guante y que los pantys de señora se convirtieran en inexpugnables matapasiones. ¡No queremos que eso pase con nuestras sombras de ojos!
Pero sigo. La 'sombra strech', que por lo visto se extiende con pegajosa facilidad sobre el párpado, consigue lo que podríamos calificar el 'efecto Amy Winehouse'. Sí, un grueso trazo pastoso que acaba en grácil rabillo y que, inequívocamente, a excepción hecha de la cantante, te convierte en una máscara ritual africana de mal agüero.
Favorecer no favorece, pero, según dice la publicidad, sirve para pintarte más; ¡ojo!, ellos no prometen que te pinte mejor, sino que sencillamente embadurna de un plumazo. Las jovencitas, entre 16 y 16 años y medio -no creo que su uso se extienda, nunca mejor dicho, más allá de esas edades poco proclives a un pensamiento que no sea el mágico-, podrán jugar a ser famosas y un poco más mayores. Hay que tener cuidado, porque si esta moda triunfa, es decir, si empiezan a usarla las otras chicas, ya provectas, de más de 20, el resultado, desgraciadamente, será el contrario: parecerán viejas lobas de escena pintarrajeadas y abandonadas por su público.
Las chicas de la Cruz Roja
Ilustración de una mujer con una diana en la falda. Firma: EL MUNDO.
En la Clínica de San Rafael de Cádiz, dirigida por una empresa privada, su gerente ha rebajado en 30 euros el sueldo a sus enfermeras por no respetar el uniforme tradicional, que consiste en falda, delantal, cofia y medias de lycra. ¡No se andan con chiquitas, qué va!
Las trabajadoras, juzguen ustedes que estamos en el 2008 y que los pantalones se ven en casi todas las clínicas del mundo, atentan por lo visto contra esas reglas de compostura y de buen gusto que toda mujer debe vigilar. La falda da confianza, por lo visto, pero ¿y la cofia?, eso ya se me escapa, como no sea que se trata de un plus ideado para que los pacientes masculinos disfruten de algún que otro cavernícola sueño erótico. La enfermera-doncella se trasluce en este imposible atuendo. ¿Se quitan la cofia cuando ayudan en quirófano o no? Muero por averiguarlo.
En cuanto a las medias de lycra, teniendo en cuenta las temperaturas veraniegas del lugar, me parece ya del género torturador. La piel depilada e hidratada les debe parecer un infierno de tentaciones a las autoridades sanitarias. ¿Y el mandil? Son como figurantes de aquella bobada titulada en los años 60 'Las chicas de la Cruz Roja'.
Las chicas, claro, no sólo han protestado y se han puesto algunas pantalones amplios y razonables -no vaqueros ajustados por ejemplo-, y han sido sancionadas con la rebaja de sueldo. Ahora los sindicatos tomarán cartas en el asunto y más vale que lo solucionen pronto porque trabajar cabrea, pero trabajar disfrazada, te convierte en una letal asesina, y si no, mirad como ha acabado Concha Velasco, aquella dulce enfermera de antaño, y ahora matriarca asesina en esa serie inaudita, 'Herederos'.
Realezas Recortables
FOTO: EFE
9/12/2008.- Existen listas de elegantes fabricadas por los interesados en vender más modelos y asegurarse a su clientela; eso es lo normal, al fin y al cabo son los expertos. También trabajan en ellas los iletrados pelotas adosados de turno -¡Señor, qué peste!- y, desde luego, alguna ama de casa, votante de buena voluntad, a la que han bombardeado 'ad nauseam' con las imágenes reiteradas y pormenorizadas de aquella actriz o de esta princesa, 'descubierta' para el glamour.
En este sentido Rania de Jordania y Doña Letizia empiezan a parecerse tanto que es casi un alivio comprobar en ellas lo inadecuado y difícil que resulta distinguirse, valga la paradoja, de la masa principesca, cada vez más corretona y 'fashion conscious'.
La inclusión de mujeres de las casas rales en estas listas me parece una tontería. Lo he escrito mil veces: el trabajo de una reina o de una infanta, por mal o por bien vestida que vaya, es representar a un pueblo, no presentarse a sí mismas de forma indiferenciada, original; no son iconos de la pasajera moda, ni deberían tener la aspiración burguesa de ir a la última; ésa es una fiebre por el cambio estrictamente mundana.
El colmo de esta trivilización de la imagen real y del papel de una monarquía es lo que algún sagaz y satánico comerciante ha ideado para acercar la imagen de los soberanos a su pueblo. Consiste en una especie de tebeo de recortables en el que figuran Don Juan Carlos y Doña Sofía en enormes paños menores, casi una faja Sorax para ella, y extraños pololos para él, que resultan, éstos sí, más obscenos que un simple desnudo con todas sus cosas.
Al lado, en la otra página, se exhiben vestimentas 'históricas', medievales o no, que, a gusto de la sádica infancia, pueden superponerse a los regios protagonistas. Esto dará una idea a los niños del variado fondo de armario de la realeza y eludirá el espinoso momento en el que un inocente grite "El rey va desnudo". ¡Qué va, pero si tiene hasta mono de trabajo, y con galones!
¿Michelle o Jacqueline?
1/12/2008.- Me piden que conteste a esta pregunta: ¿es Michelle Obama la nueva Jacqueline Kennedy? Comprendo que es fácil el paralelismo, porque la llegada de Jacqueline Bouvier y del propio John Kennedy a la Casa Blanca dio un aire nuevo y atractivo a la vida política americana; no se parecían en nada a la imagen que se tenía entonces de otros poderosos presidentes.
La simpatía que despertaron, con una bien montada campaña de fotos, en la que se sorprendía la intimidad del presidente jugando con sus hijos en el despacho oval o se descubría a la hermosa pareja presidencial en sus días de navegación y ocio, acercaba por primera vez a los 'happy few' y al común de los mortales. América quería ser como ellos.
Obama y Michelle también traen aires nuevos; mejor dicho, ellos son un vendaval, y esta vez verdadero. La primera pareja de color al mando no es una revolución estética y Michelle, en concreto, antes de primera dama, es una abogada de renombre y ha sido una pieza vital en la campaña de su marido. Ellos son un equipo auténtico.
La diferencia abismal entre una y otra, desde mi punto de vista, estriba en que Jackie, como luego se supo, fue una mujer florero, siempre perfectamente callada y elegantemente vestida por su modisto de cámara, Oleg Cassini, y que aprovechaba cada viaje al extranjero para resarcirse de las humillaciones públicas y privadas a las que le entregó un matrimonio lleno de traiciones.
Siendo la más bella y la mejor vestida, ella de algún modo se vengaba de ese marido sexualmente hiperactivo y ausente. Su estilo era frío, casi egipcio, sin expresión ni chispa, aunque eran tiempos en los que la moda llevó a cabo grandes cambios. Tuvo que enviudar para encontrarse a sí misma, y empezó por un minivestido de encaje de Valentino en su boda con Aristóteles Onassis; así nacía una imagen casual y chic. Entonces sí que se convirtió en un icono con nombre propio: Jackie O.
Michelle, una mujer con una vida real, es cálida, tiene un físico imponente que no disimula, y se viste con la pasión y la audacia que le faltaba a Jackie. Desde luego, se equivoca más que ella, recordad ese vestido negro y rojo del día de la victoria. Pero aprenderá. No creo que se le haga ningún favor, ni ninguna justicia, comparándola con una Jackie tensa, un poco autista, codiciosa y obsesiva, a pesar de todo, muy querida por su pueblo. A Michelle se la querrá por otras cosas. Sus bellas manos, fuertes y solidarias, la preceden.
Uno de los modelos del diseñador
24/11/08.- Me hace muchísima gracia que el tipo al que debemos la desafortunada nueva palabra en la jerga de la modernología se llame Mark Simpson. ¿Es el hijo triunfador de la disolvente familia de dibujos? Ojalá.
En cualquier caso, el término es abusivo, parece que busca la polémica y no es justo. 'Sporno': en castellano suena a deporte y pornografía. Es cierto que hay cuerpos semidesnudos de deportistas y que muchas marcas los utilizan para vender sus productos, pero ¿hay degradación, explotación y mafias detrás de esta inocente práctica? No lo creo.
La moda, desde hace décadas, utiliza la atracción del desnudo. La carga sexual de la moda es una cosa que ni siquiera un monje trapense podría negar; es más, no habría moda sin deseos. Que los deportistas, hombres y mujeres, presten sus carnes ordenadas a las fantasías eróticas del personal no responde más que a una vuelta de tuerca más: ellos son, en un mundo hipersexualizado en todos los frentes, los nuevos dioses del Olimpo.
Lo que verdaderamente me llama la atención es que el cuerpo sea ya sólo deseable cuando presenta la perfección de una estatua clásica. ¡Qué falta de imaginación! Recuerdo las campañas de moda de hace unos 10 años, cuando Hedi Slimane, entonces el máximo 'trendsetter' de la época a su paso por Dior, literalmente rompió la tendencia apolínea de cuerpos de gimnasio y puso de moda a los chicos flacuchos, intelectuales, desdibujados. Eran tremendamente sexys, y eran reales. También cercanos, porque te los podías imaginar oyendo música, levantándose con resaca, ¡tampoco es un crimen ir de fiesta! Y buscando luego alguna camiseta ancha y un vaquero negro cómodo para pasar el día.
Los broncíneos y cinchados chicos de ahora, los vigoréxicos, los cachas, eran en mi juventud minoría. Ahora el miedo se ha apoderado de todos: deporte es salud, pensamiento es peligro. Diré lo mismo que dijo Michelle Obama en una de sus apariciones: "Estoy harta de vivir asustada". Esos cuerpos perfectos, ¿irrompibles?, son la máscara de nuestra inseguridad, ocultan el recelo que siempre despierta lo diferente, lo raro, lo nuevo. A mí me resultan muy viejos y no me sirven de escudo.
Roberto Saviano, autor de 'Gomorra'. FOTO: AFP
La enfermedad profesional del articulista es la soberbia. Tiene recursos estilísticos, opiniones, información privilegiada y 'background' profesional para defender sus ideas, sus ocurrencias. Pero también, de algún modo, está solo ante el peligro. El peligro no es, ni más ni menos, que sus lectores; unos se enganchan irremediablemente, ¡gracias, gracias!; otros se aburren o les mosquea tanta opinabilidad y te abandonan.
En este sentido, a mí escribir un blog me parece un ejercicio interesante para alguien que, como yo, está en la barrera y, aunque tiene y debe tener la necesaria distancia con el morlaco de la actualidad, está protegido por su 'firma'. Leo siempre los comentarios que se hacen a este cuentahílos y también algunas veces los que se dedican a otros bloguistas.
La mayor parte de los que se sienten atraídos a escribir suelen hacerlo para ponerte verde porque te has colado: yo cambié en una ocasión a Tim Burton por Tim Robbins y me cayó una buena. Hay muchos que piensan que eres una vieja envidiosa porque enjuicias el aspecto de una famosa y hay otros, los menos, que comprenden que éste es también un ejercicio de abstracción, y que lo de menos es si se escribe sobre tatuajes a favor o en contra, sino que de lo que se trata es de pensar, y hacerlo sinceramente.
Muchas veces me pregunto qué puede ser de utilidad a un lector de blogs. ¿Más información? ¿Menos subjetividad? Esta mañana, que me disponía a escribir aquí sobre botines, en contra, sí, ya que la calle está llena de ellos, un amigo me ha regalado el libro que todo el mundo tiene en la boca: 'Gomorra', de Roberto Saviano. Se ha hecho ya de él una película y su autor sufre una condena a muerte emitida por la Camorra napolitana. Lo he leído de un tirón y creo que toda persona inmersa en la ajetreada vida moderna, en el consumo razonable o irracional, todo adulto o adolescente que quiera ver más allá del esplendor de la moda y del glamour necesita encontrarse con esta realidad.
Leedlo. No habléis de él como una operación editorial más. No lo es, aunque se haya convertido en una de las más veraces y conmovedoras denuncias de la corrupción, la crueldad y el sinsentido en Occidente. El trabajo esclavo no es una novedad, pero aquí se dan nombres, lugares, acontecimientos que se describen con sobriedad y que pertenecen al núcleo duro de la verdad. Era mi obligación insistir. Después de leerlo, tal vez me toméis un poco más en serio en lo sucesivo. Hoy sí habré escrito algo útil y que nos concierne inevitablemente a todos.
Laura Bush y Michelle Obama, en la puerta de la Casa Blanca. FOTO: AFP
11/11/2008.- Ayer, día 10 de noviembre, todos los medios de comunicación se hicieron eco de la histórica visita de los Obama a los Bush en la Casa Blanca. El encuentro parecía distendido, pero nadie ignora que se ha urdido con cierta precipitación porque el cambio es urgente. Yo, sin embargo, me detendré lentamente en algún detalle.
Por ejemplo, ambas mujeres, tanto Laura como Michelle, habían elegido para la cita un atuendo muy parecido, pero ¡tan diferente! Un rojo intenso, casi como de caramelo de fresa -Michelle tiende siempre a los colores energéticos, con lo que subraya su aspecto cálido y una vez más me hace pensar en un grato y todopoderoso dibujo animado-, daba relieve y realidad a su presencia allí, te hacía creer que nada hay más natural que una mujer de color pueda ser la Primera Dama, y así es. Mientras tanto, el rojo quemado del vestido de Laura era de una tonalidad desfalleciente, casi en retirada, como 'in absentia'; un color licoroso y abnegado.
Ambas se decidieron por sendos vestidos de tejido de punto, con cuello a la caja, manga Balenciaga y un corto levemente por debajo de la rodilla con la falda abierta por detrás. Medias de cristal y zapato de tacón cuadrado. Nada de exageraciones, todo bastante convencional. Ninguna optó por un estilo más formal, un traje de chaqueta, ni por lucir joyas aparatosas.
Me gustaría pensar que esa coincidencia en los tonos y siluetas facilitó la charla, suavizó el choque entre dos maneras de ver el mundo; iban las dos un poco como de andar por casa y era lo adecuado: una la dejaba y la otra se disponía a habitarla. Sus estilos conversaron.
No se si fue cosa del protocolo o buen asesoramiento de los dos equipos de imagen o simplemente sentido común. Frente a una Sarah Palin gastando locas sumas en las mejores tiendas para afinar su imagen y la de su familia durante la pasada campaña, esta cordialidad cromática de Laura y Michelle me tranquiliza. En una campaña en la que se ha hablado tanto del 'color', alguien ha acertado con el buen tono.
La diseñadora Elsa Peretti.
Entre las muchas fotografías que se han publicado sobre la apertura de Tiffany's en Madrid, hay alguien a quien echo terriblemente de menos: ni rastro de Elsa Peretti.
¿La llamaron y no acudió? Considerando que vive aquí al lado, en Gerona, y pilota con mano firme la Fundación y Museo que llevan su nombre en el pueblo de San Martí Vell, cuesta trabajo creer que esta incansable luchadora no se haya acercado por aquí.
Para muchos, como yo misma, Tiffany's no es sólo Audrey Hepburn y 'Desayuno con diamantes', sino la extraordinaria revolución que supuso el desembarco de Peretti en la legendaria joyería allá por los 60. Sus diseños en plata esterlina, sin costuras, dejando que el volumen hablase en cada forma animal o vegetal; su estilización de la naturaleza, sus estrellas, lágrimas, redes, medusas, hojas, cambiaron el rumbo de la joyería moderna.
Peretti, nacida en Roma, muy pronto se instaló en Nueva York y formó parte de la pandilla más activamente disolvente, Halston, para quien diseñó el frasco de su perfume, Bianca Jagger o Paloma Picasso. Todo el mundo que era alguien quería sus diseños y Tiffany's siempre le ha estado reconocida por ello. Su collar 'tear drop' vendió millones de copias y hoy en día quien tiene un 'elsa peretti' conoce su valor.
Tengo entendido que la 'imagen' de Tiffany's en el evento madrileño fue la modelo Elle Macpherson, que cobró por estar monísima y cercana, ¿asequible?, sus 120.000 euros. Tal vez su refrescante imagen ayude a que los españoles compren más; tal vez Elle da más juego que Elsa en estos tiempos sin memoria y sin gusto. Tal vez, ¡qué pena!
Lorenzo Caprile, en su taller. FOTO: J.M. CADENAS
29/10/08.- El otro día tomé café con Lorenzo Caprile; o mejor, porque en él siempre sorprende esa mezcla de sentido del lujo y de lo canalla sabroso, una tortilla de patata de quitar el hipo en un bar cercano a su 'atelier'.
Me enseñó sin ansiedad algún extraordinario vestido y me presentó a sus sastras, las mujeres que hacen posible la Alta Costura, las 'petites mains', como dicen en París.
-"Ves", me comenta, "parece que la Costura es algo imponente, pero sólo es esto, un oficio bien aprendido y amado que, cuando estas mujeres desaparezcan, dejará de existir".
Generoso como es y sabio, Lorenzo nunca habla de su trabajo en singular. Sabe que forma parte de una antigua tradición en peligro, pero tampoco se pone trágico. Baraja la posibilidad de marcharse una temporada a Nueva York y hablamos de lo magnánima que siempre ha sido esta ciudad con el talento extranjero, desde Balenciaga a Óscar de la Renta, que acaba de abrir tienda aquí al lado.
Cuando le dejo pienso en todas estas señoras de la exigua sociedad española matándose por un, quién lo duda, bello traje de Gucci, por ejemplo, para que al final o se lo presten y todas vayan iguales, o no las fotografíen, como ellas anhelan. Pienso en Caprile, que viste a infantas españolas y princesas; en su gusto por la privacidad, en su falta de pretensiones. Todos los grandes son sencillos.
Un poco más abajo entro a ver a Alfredo Bárcena, el joyero. Me enseña piezas del XVI, algunas otras populares españolas. Siempre es un placer ver cuánto sabe y cómo protege ese conocimiento del paso del tiempo y de la cerril indiferencia.
Vuelvo a casa con la sensación de que la vida es mejor si quedan personas así, depositarios y activos defensores de oficios y artesanías que deberían cuidarse como tesoros. Lorenzo y Alfredo son los vigilantes de la belleza y mi corazón, decepcionado tantas otras veces, se lo agradece.
La modelo Agyness Deyn, también 'dj'. FOTO: AP
Ese sería el nombre de un hipotético juego en el que todos deberíamos participar sin complejos, como cuando de niños coleccionábamos unos sellos llamados 'Razas del mundo'. Aquel candoroso juego infantil hizo de nosotros una generación menos racista, y del mismo modo los 'oficios del mundo' trabajarían en nuestra cabeza para hacernos comprender los peligros de la especialización.
A mí me parece de perlas que un modisto como Juan Duyos escriba, haciéndolo tan bien como él, y que me dé su punto de vista, del otro lado de la profesión de periodista de moda; es enriquecedor.También me alegra que una modelo, Martina Klein, intente poner por escrito, como en un diario, su experiencia de la moda. No siempre acierta con la sintaxis, pero tiempo al tiempo.
Que Ray Loriga, escritor, haga cine; que Agyness, modelo, sea 'dj'; que una señora de sociedad como Marisa de Borbón sea, desde hace 20 años, la mejor relaciones públicas, exteriores creo que se llama ahora, de Loewe; que Joaquín Berao, el gran joyero, pinte y exponga sus cuadros en una galería; que a su vez una chica cualquiera se haga sus propios collares con cuentas; que Cyra Toledo, modelo mítica, diseñe trajes de baño, y que Helena Christensen, también modelo, se haya convertido en una fotógrafo profesional; que Sara Zorraquino, fotógrafa inspirada, ponga un restaurante, y que Bimba Bosé cante. Todo ello, y todos ellos, me animan a pensar que el ser humano es curioso y valiente y muy capaz de no quedarse encerrado en su nicho profesional. Me hace creer que aquel constrictor refrán de 'zapatero a tus zapatos' es ya historia.
Soy hija de pintor. En mi maravillosa infancia, mi padre ponía a toda la familia a pintar, incluidas las visitas, porque creía que era una diversión como otra cualquiera. Dibujar es mirar y pensar, decía, y yo, grafómana empedernida, no he podido jamás olvidar esa sencilla lección. Pinto de pena, pero tiempo al tiempo.
Angelina Jolie es una de las estrellas que aparece en 'Biblia Iluminada, el libro'. FOTO: AP
15/10/2008.- Tengo entendido que un grupo de ex publicitarios ejecutivos suecos -es crucial que sean ex ejecutivos, porque se trata de la profesión que más va a proliferar en esta nueva época junto con la de, como dice mi admirado amigo Andrés Rábago, El Roto, 'desorientadores'- ha lanzado al mercado con éxito pavoroso un invento titulado 'Biblia Iluminada, el libro'.
¿Iluminada o esclarecedora? Hasta aquí ninguna novedad, porque sabemos que en el Antiguo y en el Nuevo Testamento hay visiones e iluminaciones para dar y tomar. Tampoco el título es un hallazgo, porque suena a esas películas taquilleras del tipo 'Alien: el regreso', etc, etc. Pero, ¡Ave María!, y nunca mejor dicho, ¿ya no basta la palabra de Dios? Me caigo del guindo agnóstico...
El caso es que se trata de una versión, digo yo que metrosexual, de la Biblia de toda la vida, a la que se ha dotado, para así hacerla más deseable, del aspecto de una revista de moda de alta gama -no olvidemos que, al fin y al cabo, son asuntos de alta inspiración-, todo imagen y papel satinado, con llamativas fotografías de superestrellas como Angelina Jolie, en el rol siempre agradecido, imagino, de Salomé. Ni San Antonio en su solitario peñasco se le hubiera resistido.
La idea ha tenido tanto tirón que han vendido ya unas 30.000 biblias iluminadas, la mitad del total que se venden al año en Suecia. Los expertos piensan que es una propuesta brillante, porque atraerá a sectores como el del 'star system', el de la moda, el pop rock y el de los lectores habituales de revistas de diseño.
Espero que no salga Kate Moss, pecadora arrepentida, acompañada por las tonantes palabras milenarias del Libro de Job, a modo de titular o entrecomillado. Y acabo, si bien perpleja. ¿No habíamos quedado en que la fe es ciega? Entonces, ¿a qué tanta imagen? ¿Para cuándo una pasarela temática con túnicas, palmas y burritos que evoque la entrada de Jesucristo en Jerusalén?
Pasarelas
Un momento del desfile en París de Marc Jacobs para Vuitton. FOTO: AP
6-10-2008.- En octubre el músculo del ojo está sometido a una intensa prueba. Es la temporada de colecciones y, o las ves en el momento o, pasado el placentero temblor de la novedad, que nos hace pensar que estamos vivos, que todo es nuevo y que hay tiempo para cambiar, ya no las ves nunca.
Quero decir que las colecciones de moda, tal y como se nos ofrecen en el actual sistema, agrupadas por temporadas y en interminable sucesión de desfiles semanales, no tienen en realidad mucho que ver con el ritmo de la ropa en nuestra existencia diaria; con las compras, con los deseos. Incluso estoy por decir que esta manera de ver moda, casi histéricamente, tiene algo de inhumano. Es un verdadero atracón, y no siempre de fácil procesamiento.
Cada año, después de muchos, intento conservar la calma; entresacar de tantas imágenes aquellas ideas que se impondrán; las que persisten a través de la historia de la moda, y las imposibles de digerir; las tramposas, las rebeldes.
Otra forma de encarar el asunto, que me ha sido muy útil a veces, es contemplar los desfiles con el ojo siempre distendido y libre, goloso, de la clienta millonaria. Ellas no tienen que analizar, descifrar, opinar. Son su cuerpo y su vida los que piensan por ellas. Es un juego al que os invito, porque no hay nada comparable a la experiencia de una mujer de mundo, que año tras año mira, elige y se compra su ración de elegancia, sabiendo qué puede ponerse y cuál es su estilo, descartando prendas que no llevará y reconociendo otras que ya tiene. Son mujeres que saben mucho de moda, porque la llevan, la padecen y la disfrutan.
Por último, y ya acabo, tengo un truco para no enloquecer: busco y siempre encuentro un símbolo que me permita pe- netrar el conjunto. Una especie de clave que me sirva para explicar el 'zeitgeist', el clima cultural y emocional de una época.
Creo que ya lo tengo: unos pies calzados, o descalzados mejor dicho, por unos zapatos de tela elástica que se prolongan en medias. No hay dedos, no hay empeine, no hay talón, no hay tobillo. Pronto seremos palmípedos entre la tierra y el cielo.
Doña Letizia durante la cena de verano del Palacio de la Almudaina. FOTO: AFP.
1/09/2008.- No me preocupa que la nariz y el mentón de una futura reina la embellezca más o menos, si no el hecho, ya comprobado, de que todo lo que hace esta princesa tenga tanta difusión y por tanto, la mayor influencia.
Su manera de vestir, entre funcionarial y pequeño burguesa, es algo trivial, pero ni tiene el presupuesto que tenía la infanta Elena, ni el temperamento artístico con el que la secundaba su ya fantasmagórico consorte. Si en su momento Doña Letizia no se hizo aconsejar por el Duque de Lugo, en el pecado lleva la penitencia.
Pero la cirugía estética son palabras mayores. Corregir algo que no era ni feo ni ridículo, como esa nariz que le daba a su cara el poco carácter que le permite su posición actual, tan vicaria como omnipresente, es una frivolidad impropia de una futura reina.
Denota esta maniobra de embellecimiento un querer borrar todo signo de personalidad; un querer difuminarse en la masa de caras retocadas, limadas, estiradas. Que lo apropiado se confunda con lo vulgar dice muy poco de una generación de mujeres inseguras, narcisistas y peligrosamente insatisfechas.
Doña Letizia, y eso es tal vez culpa de todos los que la contemplamos con avidez, empieza dar muestras de sobreexposición a los medios por un lado, y de cansancio neurótico por otro. Sólo así se comprende que ese perfil serio y muy español, por no decir, astur, no vaya a ser que se me echen encima los del 'reino' de Asturias, o los del 'reino' de Valencia, haya dado paso a este otro de chatunga adolescente.
Lo malo es que la princesa, a juzgar por estos detalles, se pone a pie de calle, como todas las miles de mujeres innecesariamente retocadas, sólo en lo superficial. Lo escribí hace tres años y lo vuelvo a hacer: "Doña Letizia: qué pena".
Maggie Gyllenhaal con un peculiar conjunto. FOTO: REUTERS
27/08/2008.- A pesar de que los cruces de razas, ya sean humanas o animales, consiguen criaturas bellísimas,-un buen ejemplo es Raquel Welch y otro es el cruce de setter irlandés y galgo ruso-, en asuntos de moda la cosa no está tan clara.
Es más, casi todos los híbridos, a los que son tan aficionados las vanguardias espúreas de nuestro agotado siglo veintiuno, resultan desasosegante. Yo siempre detesté la falda pantalón; por algo será. No mucho mejores son las botas media, ni el 'robe manteau', que es una prenda sólo apta para quedarte sin nada debajo en una de esas comedias de teléfono blanco que tanto gustaban en los sesenta del pasado siglo.
El 'pantachandal', pantalón informe y poco relajado a un tiempo, ni descansa, ni favorece, y el chaleco camisa te proporciona un aire encorsetado al mismo tiempo que deja ver la barriga. Recuerdo ahora una de las pocas desafortuna das ideas que puso en marcha Karl Lagerfeld: la deportiva con tacón. El engendró arrasó en el Reino de Valencia, donde son muy "echaos pá alante".
Del trikini, horrenda manera de enseñar la parte más difícil del cuerpo, ya he escrito aquí con gran número de respuestas airadas, así que no insistiré, pero un objeto a primera vista no identificado, que me quita el sueño, es la chancla bota, un dos piezas en uno que te hace desear ir descalzo incluso si no tienes hecha la pedicura.
El deseo de los diseñadores de sintetizar o economizar me parece de perlas, pero, la verdad, las perlas me gustan solas y salvajes y a poder ser del Golfo de Siam y de la variedad mostacilla.
Las olímpicas Gemma Mengual y Andrea Fuentes celebran su medalla de plata en Pekín enfundadas en sendos trajes de baño de lentejuelas. FOTO: AP.
22/08/2008.- Leo el mismo día en los periódicos varias notas sobre trajes de baño. Me resisto a llamarles 'bañadores', que como sabe cualquiera que haya veraneado en el Norte, eran unos señores fornidos que te llevaban hasta la orilla para salvarte de las decapitantes olas.
Bueno, por un lado, mientras las atletas de las olimpiadas se empelotan y posan sugerentes para una revista masculina alemana, con el consecuente lucro y menor escándalo, (los deportes han dejado de ser asexuados hace años), en las playas de Saint Tropez, que está llenísimo de estrellas, cada vez se ven menos 'top less'.
Vuelve, para los famosos, el traje de baño entero, retro, en al- godones y lycra, con vainicas y entredoses, cuadritos Vichy en el más puro estilo Bardot, pero esta vez con un indudable aroma conservador. No se trata, claro, de ponerse la faja enteriza, ni las prehistóricas 'cazuelas' de antaño, pero... ¡Ay!, todo se andará. Lo malo de la moda es que siempre cruza la calle sin mirar y cualquier día le puede atropellar una horda de seguidores del Ku Kux Klan, mientras ella alegremente se deja querer por todas las ideologías.
Pero calma. Moda, deporte, exhibicionismo o conservadurismo son cosas que quedarán al margen cuando se ponga en marcha la siguiente revolución de la antimateria y los anticuerpos: la industria de lo invisible. Los materiales que sirven para hacernos invisibles ya están en marcha, como acabamos de saber.
Los ejércitos están interesados en estas capas mágicas, pero lo malo es que no servirán ya para jugar, como tampoco servirán los cuerpos para ser mirados. A mí se me ponen los pelos de punta, incluso bajo el agua y con uno de esos trajes de baño LZR Racer que están haciendo batir nuevas marcas a los olímpicos, cuando pienso en esta opaca y ascética era de ¿transparencia o invisibilidad?
ILUSTRACIÓN: Sean McKoui.
14/08/2008.- El otro día, paseando por los alrededores del pueblo en donde paso estos días, vi aparcado, muy quietecito y serio, un coche singular. No soy muy aficionada a los automóviles; de los de última generación sólo distingo los Bentley y los Jaguar.
Pero aquella máquina tenía algo. Me acerqué a curiosear. Era un deportivo con la capota negra zurcida, pero que conservaba un aire de gran dignidad. El color era perfecto, un gris tiburón que, a pesar de la ligereza y gracia de la carrocería, venía a sugerir solidez y seguridad. No era un bólido macizo, como ésos que se diseñan ahora, que parecen astronaves de 'Flash Gordon', sino un coche elegantón y poco llamativo.
Seguí mirando; vi que en letra muy pequeña y casi imperceptible estaba firmado abajo, en la puerta delantera, rozando la rueda. Era un coche del gran carrocero Pininfarina. ¡Acabáramos!
Se ha muerto este mes el hijo del genio, que como él y como su hijo, también se dedican a diseñar los coches más bellos del mundo. Esperé al propietario. Llegó una chica joven con el mismo estilo que su coche, nada aparatoso, pero bonito y equilibrado.
Vestía unos pantalones Levi's 504, una camiseta violeta pálido y unas Converse viejas pero limpias; sin 'piercings', sin tatuajes visibles, con el pelo recogido en una coleta. Me explicó que lo había heredado de su padre, que lo guardaba como oro en paño. Se mostró orgullosa y sacó el móvil para llamarle. No era un móvil tuneado con cristales de Swarovsky, ni tampoco la última Blackberry.
Todo el encuentro me dio que pensar. Es ahora común que los diseñadores de moda contribuyan en el decorado de un coche: se ven cosas recargadas y de nuevo rico. El diseño lo ha invadido todo y uno ya no puede hacer 'steps' en una máquina o comerse un risotto sin que algún artista haya metido mano, o como ellos dirían, haya dejado su impronta. Pero el verdadero diseño, como saben muy bien los Pininfarina, es el que casi no se ve y que está ahí para hacernos la vida mejor y más confortable; es un amigo invisible, un invitado discreto que jamás se impone. ¡Tiempos pretenciosos y cursis nos ha tocado vivir!
FOTO: EFE
07/08/2008.- El día 6 de Septiembre, en la tradicional corrida goyesca de Ronda, Cayetano Rivera pisará la arena con un traje de luces diseñado por Giorgio Armani, pero hecho en realidad por el gran sastre de toreros Santos García Moreno. Vestir a un matador adecuadamente es como hacerle una cota de malla a un guerrero y al mismo tiempo unas mallas a un bailarín. No creo que sea fácil conjugar la gracia y la ferocidad, lo masculino y lo femenino que hay en esta indumentaria si no se ha asistido muchas veces a una corrida y si no se ha hablado mucho con los toreros de la vida y la muerte.
En un color tan poco taurino como el gris-beige, y lo digo porque un color tan atmosférico no sólo borra la figura del diestro en la plaza y por tanto, la faena, sino que enfatiza la sangre de las heridas, subrayando lo cruento del juego, el terno irá cuajado de cristales de Swarovsky. ¡Enorme gansada glamourosa!
Tengo sentimientos encontrados con esta idea, aunque haya en el gesto un ilustre antecedente. He leído estos día que Picasso dibujó un traje de luces para Antonio Ordóñez ; mi información es otra, creo que fue para Luis Miguel Dominguín, su gran amigo. Sea como fuere, ni Ordóñez, abuelo de la criatura, ni Luis Miguel, su tío abuelo, son artistas a los que les hiciera falta más adorno que su cadencia al templar, su elegancia al lidiar y su piedad al matar. Eran figuras desde lo hondo de su sufrimiento y más que imagen, tenían aura. Eligieron un oficio en el que no cabía más que el toro, ellos y el respetable. No eran modelos, sino que crearon, cada uno en su estilo, un estilo de torear.
Cayetano Rivera, tan atractivo, me parece a mí que se fía demasiado de su proyección mediática, y descuida esa otra visión única y memorable: la estampa del último hombre con espada que aún vive en nuestra sociedad. No sé, que tenga suerte el muchacho, pero ese gris, ¡ay!, qué miedome da: malo que el toro no te vea.
Sharon Stone, más guapa que nunca. Foto: EL MUNDO.
28/07/2008.- No, no es el nombre de un nuevo periférico de entontecimiento para comunicar 'nada' a la desafortunada amiga a la que acabas de explicar hace un instante que 'él es un inmaduro, etcétera, etcétera', y que llevas hasta en el Spa porque ahora el móvil es 'waterproof'. Tampoco el nombre del último vaquero de lujo, ni por supuesto la marca de un fármaco que, ¡esta vez sí!, nos arrancará de la ansiedad matutina.
Se me acaba de ocurrir a mi solita viendo a desesperado codazo de las treintañeras, disfrazadas -¡las pobres!- de adolescentes muñequitas ingenuas en permanente colocón.
¿Alguien ha visto alguna vez en la prensa unas imágenes de Jane Fonda enseñando las bragas en estado de total embriaguez? No, y eso que en épocas menos tolerantes esta digna y juvenil anciana hizo temblar al 'stablishment' con gestos más útiles y solidarios arriesgando su trabajo en el cine y su canapé en las fiestas.
¿Se sabe que Helen Mirren, oscarizada en su madurez, y nombrada ahora como una de las mujeres más deseadas por sus paisanos, haya entablado una pública, desastrosa y feroz pelea en un bar por un quítame allí esas pajas? Y sin embargo Mirren es una mujer de temperamento fuerte y un historial amoroso bastante interesante.
¿Hemos sorprendido alguna vez a Susan Sarandon, casada con un hombre mucho más joven que ella, vestida con un 'babydoll', coletas y sandalias sadomaso para atraer a su rendido y comprometido marido, el atractivísimo Tim Burton? ¡Qué va!
La lista de mujeres influyentes y famosas que rebasan el siglo y que lo marcarán con su actitud inteligente y una presencia seductora, empieza a ser abrumadora, y sobre ellas están cayendo los 'headhunters', que al fin se han dado cuenta de su tirón sostenible. La moda y la cosmética llevan la delantera al cine en esta actual manera de rendirles justo homenaje. ¿Y los hombres de a pie? ¿Seguirán fantaseando con la violenta Noemí, la caprichosa Kate o la prescindible Claudia? El tiempo no tiene la palabra; la voz, y de mando, la tienen ya estas panteras grises a prueba de trampas.
Una imagen de Fiestizaje 2008. FOTO:elmundo.es
20/07/ 2008.- Estos días asistimos a la nueva y rica, variada y no muy comprometida oferta de festivales musicales en nuestro país, que se apunta a los magno eventos con la pasión de todo rezagado.
Algunos son clásicos como el festival Internacional de Benicàssim, y entre otras cosas han conseguido crear una imagen joven que merece la pena tener en cuenta. Vestirse para permanecer todo el día al aire libre, saltar, bailar, bramar, comer y hacer amigos no es una cosa sencilla. Lo 'sexy' se impone en una indumentaria que pretende llamar la atención a primera vista, pero que al mismo tiempo no quiere desmarcarse de las pautas y crece influida por las corrientes indumentarias cercanas al rock-pop.
Los 'fibers', no son sólo afiebrados seguidores de grupos, sino esmerados creadores de tendencias. La de este año es tan evidente que no habrá colección de primavera verano del año que viene que no la interprete. A primera vista, lo 'indie' pierde terreno frente a lo 'etno', y los 'tecno' dejan paso a una estética más 'cool', más setentera.
¿Prendas imprescindibles? Algo muy corto y vaquero convenientemente tuneado, pero no mucho. Chalecos multibolsillos, horrendos siempre, pero funcionales. Gafas Ray Ban, en su versión pasta de colores, y botas arrugadas de ante con o sin flecos. La superposición de camisetas ya no es un misterio para nadie y los sombreritos tipo Brad Pitt empiezan a cansar.
El macuto, mochila, bolsón o saco, cuanto más 'folk' mejor, al igual que la multitud de pulseritas. Bandanas, 'foulards' y macrocinturones cierran el círculo de una moda, que si no es el colmo de la imaginación, es tan real como el calor y el polvo que la envuelve.
Tienda de maletas Samsonite en Madrid. FOTO: Bernabé Cordón
14/07/2008.- A veces uno no puede resistirse a lo feo; incluso a lo desagradable. He intentado borrarla de mi imaginación, pero ella vuelve con pasos de sigiloso reptil. Porque de eso se trata, de una maleta de Samsonite de la colección Black Label diseñada por Alexander McQueen y presentada en el Bread&Butter de Barcelona.
De color barro, no marrón, sino ciénaga, corácea por fuera, y forrada con un estampado selvático, será una auténtica aparición en la cinta de los equipajes; no sólo una aparición, sino un sobresalto porque su superficie imita la piel de un macroreptil prehistórico.
Tal vez estaban pensando en ahuyentar a los ladrones de maletas o hacer una broma sobre la lentitud en la sala de espera de equipajes; mirada con ojos benignos, también podría parecer una tortuga dormida, pero en cualquier caso el resultado es aterrador.
Esta maleta me ha puesto a pensar en el frágil límite entre lo raro y lo horrendo; entre lo exclusivo y lo sencillamente llamativo. Hace falta tener muchas ganas de llamar la atención o un gusto dudoso para arrastrar por los aeropuertos semejante animal. Sometida, además, al maltrato que todo objeto de lujo sufre en estos lugares de tránsito, acabará convertida en una idea simplemente macabra.
He empezado mentalmente una lista de posibles compradores: sólo se me ocurren dos: Marylin Manson y Cocodrilo Dundee, entre lo "dark" y lo hortera.
El ministro de Industria, Miguel Sebastián, sin corbata. FOTO: EL MUNDO
09/07/2008.- Seguimos con los hombres... ¿Con o sin corbata? Esta disyuntiva ya pasada de moda vuelve cada cierto tiempo a alterar la buena conciencia del guardarropa masculino. Los jóvenes lo tienen más claro: ellos han pasado directamente del problema y están ya en otra elección: ¿Faldas o pareo?
He leído casi todo lo que se ha escrito acerca de la iniciativa de un ministro de no ponerse corbata en un pleno aduciendo que hay que empezar a bajar los gélidos aires acondicionados y vestirse más fresquitos. Bueno, no es una idea nueva, pero vale.
A mi lo que me parece más interesante es la reacción del Sr. Bono, que ofreció al disidente una corbata para que no se le desordenase el hemiciclo. ¡Increíble! Me acuerdo de cuando ibas a un restaurante de cinco estrellas con algún caballero sin corbata pero con chaqueta; en este caso era mi padre, de profesión artista, y de gustos bohemios, que había prescindido de la susodicha pero que llevaba un cuello cisne de cachemir negro bajo un sastre azul marino.
El maitre aparecía con una corbata horrible y de enterrador para solucionar el momento. ¿De donde tenía que colgársela mi atónito papi, de la nariz o de la oreja?
Bono, que acaba de casar divinamente a una hija suya con el consabido esplendor y formalidad, piensa que es, o bien el padre de la novia a tiempo completo, o bien el maitre de un restaurante fino. Me parece una impertinencia la idea de enmendarle la plana al ministro desencorbatado y una intromisión innecesaria en la imagen de un político de su propio partido.
Tanta libertad para unas cosas y tan poca para otras. Ser presidente de una Cámara no le da a nadie derecho a inmiscuirse en un asunto tan privado como es el propio aspecto, ni a marcar el protocolo en un lugar en el que se está trabajando. Esto no es una boda, ni Sebastián es un invitado, sino un digno representante elegido por el ciudadano. A ver si no mezclamos churras con merinas. Me ha parecido un gesto paternalista y castizo impropio de un hombre que debería tener más mundo. ¡Qué tropa!
Un modelo luce una de las creaciones de la colección masculina primavera-verano 2009, de la diseñadora Vivienne Westwood. FOTO: EFE.
30/06/2008.- Hace muchos años le oí decir a nuestro Antonio Miró que la única forma de resultar elegante en Nochevieja era recibir a los amigos en casa con un pijama de seda. Toni siempre fue un visionario y quizás uno de los hombres con mejor gusto para todo, casas, paisajes, ropa, música, amigos, mujeres, restaurantes, etc., que he conocido.
Lo digo porque ahora me llegan desde la Semana de Colecciones Masculinas en Milán imágenes de chicos con chaqueta smoking de dragones en blanco y negro y pantalones sueltos de Dolce & Gabbana o estupendos tíos 'apijamados' de la mano seductora y refinada de Tomas Maier, para Bottega Veneta.
Al grito de "¡Relax!" los hombres afrontarán el verano de 2009, tan crítico para los monederos y las inmobiliarias, con un aspecto relajado pero lujoso, sereno, pero inalcanzable. Porque no nos engañemos, hasta para relajarse hay que gastar. No me imagino uno de estos gratos pijamas del siglo veintiuno realizado en un tejido sintético, cortado por unos chinos en un garaje y llevado a la oficina como no seas el jefe.
Es una pena, porque me parece una buena manera de afrontar el estrés que se avecina y el propio de los hombres en general. Hombres poco ceñidos, colores limpios, ni muy atléticos, ni muy 'dark'; en 'flip-flops' más que en las ya quemadas zapatillas deportivas; con 'foulards' de bohemios y no con corbatas de ejecutivos.
La moda sueña; ¿será éste otro de los paraísos que no se alcanzarán? Yo tengo alguna esperanza en que también ellos evolucionen. Una alternativa realista y elegante para este verano son los 'caftanes' y los 'kurta' de hilo límpido o popelín egipcio de Baruc Corazón. Probad.
FOTO: AFP.
24/06/2008.- Ha tardado tanto en llegar el calor que no ha habido casi tiempo para empezar a desabrocharse la camisa, tostarse las piernas un poquito, ponerse el fino jersey de seda y 'cashemere' sobre los hombros.
De golpe y porrazo el verano invade las calles y lo primero que noto es que lo hace de largo. Toda clase de vestidos multicolores, ligeros, medio 'hippies', medio cuáqueros, medio románticos, medio "de fiesta".
Las chicas han dado en el clavo. Han llevado vaqueros el resto del año, los 'leggins' son una prenda siempre al borde del ridículo o de la asfixia y además no quedan bien con sandalias, y las camisetas enrollables o no, superpuestas o transparentes han dado ya todo el juego.
Los vestidos hasta los tobillos de manga farol corta o de tirantes son una opción en principio tan poco apropiada para correr tras un autobús o ir a trabajar en una ciudad que esta sed de fantasía llama la atención.
La 'working woman' de hoy en día se deja arrebatar por los estampados alegres, los cortes de princesa, los escotes nocturnos, y se lanza con ese arsenal a la calle, a la oficina, a las citas para almorzar. La verdad es que no tiene un aire muy eficiente con esas puntillas y volantes, pero a quién le importa. Si hay algo que aprendemos todos los días es que la libertad de vestirse desmonta y construye sobre el pasado toda clase de paisajes nuevos y refrescantes.
Me está gustando mucho este mes de junio lleno de chicas casi invisibles bajo metros de telas encantadoras. ¿Saben que cuando hay crisis económica los pelos se cortan y las faldas se alargan? ¿Saben que también ellas son un síntoma?
Jousi, uno de los profesores de Supermodelo 2008.
18/06/2008.- Verdaderamente, me resulta desesperante la imagen paródica y artificial que se da en ciertos medios sobre la moda en general y las escuelas de modelos en particular.
Llevo más de veinte años escribiendo sobre moda y, a pesar de que al principio me sentía obligada a dar explicaciones sobre lo que yo o mis amigos, ajenos a este mundo, pensábamos que era un trabajo frívolo, siempre he sentido un gran respeto por diseñadores, directores de arte, estilistas, maquilladores, peluqueros. Y, especialmente, por las modelos; ¡hacen nuestra vida tan feliz y luminosa!
No cabe duda de que ser modelo, comparado con otras profesiones, parece un trabajo fácil. No lo es; la belleza es un don y por profesionalizarse en ella se paga un alto precio.
El tiempo es corto, la presión tremenda, la competencia feroz, la envidia, constante. Son chicas y chicos que deben llevar una vida de mujeres y hombres y nunca es bastante su preparación emocional para lidiar con el entorno, muchas veces hostil.
La única escuela de modelos razonable nunca será ese circo televisivo comandado por una señora con boina y acento francés exagerado y un muchacho amanerado, no me refiero a sus legítimas y desconocidas practicas sexuales, sino a su manera de hablar. Se creen mejores o distintos; manejan conceptos borrosos como "la actitud" de un modelo y crean falsos problemas. No es serio, ni digno; subrayan lo que el mundo de la moda tiene de más histérico, inútil y aleatorio. No me cansaré de repetirlo: siento verdadera vergüenza ajena y mucha lástima por los aspirantes a modelo.
Una joven posando con un extravagante sombrero acude a las carreras de caballos de Ascot, en York. FOTO: AP.
10/06/2008.- Pero no aquí, país de toreros y taurinos, de fiestas y de rituales. Mi pregunta es sencilla: ¿por qué las chicas españolas le tienen tan poca afición a los sombreros? ¿Por qué hay que esperar a las bodas de alta gama, a las carreras de caballos, a las puntuales apariciones dramáticas en fiestas de convocatoria internacional para ver ondear una pluma de un tocado o el ala de un modesto 'trilbey'?
Veo a las muchachas llevar habitualmente esas gorras de béisbol, ¡y encima del revés!, que tan poco favorecen y les dan un aire de australopitecus. Veo a ciertas actrices segundonas copiar a Siena Miller, sin la menor gracia y sin ningún desparpajo, la visera de cuero negro. No veo ni por pienso a una elegante de manual llevar un tocado, ni a una bohemia liarse con la boina conjetural de terciopelo negro. Nada de nada, la cabeza, en nuestras tierras, está sólo para pensar; es una novedad.
Me llama la atención que modas incómodas y complicadas como las botas-media, la corsetería de 'paillettes' asomando bajo el chaleco ombliguero, los 'piercing' de imitación de lapislázuli yugulando el labio superior, los tatuajes más vulgares y más vistos que el tebeo sigan complicando la imagen y la existencia de las niñas, mientras que algo tan grácil, sugerente y fácil como un simple 'fedora' es generalmente desestimado. ¿No querían ser únicas? ¿A qué esperan?
Una de las más singulares y refinadas sombrereras de este momento, Fátima de Burnay, está arrasando en Barneys. Acabará emigrando a Nueva York o cerrando su sombrerería madrileña. Esto sólo es, como en la plaza, el primer aviso. ¿De nuestra paletería?
El diseñador francés, rodeado de modelos, en el desfile dedicado a su despedida, en el Centro Pompidou de París. FOTO: AP.
02/06/2008.- De jardín en jardín, de exceso en exceso, se nos ha ido muriendo con el siglo el más eterno de los creadores, él sí, de moda.
Nacido para luchar contra su melancolía activa, siempre dispuesto a no callar, ni siquiera en sus últimos años, Saint Laurent ha sufrido la suerte de quien es primero un niño mimado y después un maestro en vida: ser dulcemente ignorado.
Le recuerdo en la última pasarela suya a la que asistí. Con unas gafotas de primero de la clase, hinchado y todavía alado dentro de un 'blazer' rojo y unos pantalones verdes, tomaba el brazo de una modelo negra, que eran sus favoritas, y a quienes él introdujo en el cerrado y xenofóbico mundo de la moda de los 60, caminando con digna dificultad por la pasarela.
Sonaba un muy apropiado "Je ne regrette rien", de Edith Piaf. Sólo así, sin excusas ni mala conciencia, con el esplendor del genio herido en tantas batallas de tendencias, su obra ha podido sobreponerse, imponerse y abstraerse de todas las ocurrencias, bobadas, esnobismos y a menudo torturas que los supuestos 'wonder boys' de turno idean para hacernos sufrir por nuestra poca figura.
Él no, sólo quería hacernos más bellas y más libres, más iguales y más fuertes, con esmóquines, saharianas, 'batik', estampados inspirados en Van Gogh o geometría bordada en 'pailletes'. Todo lo hizo a su tiempo, que es lo que cuenta, para que el tiempo volara más deprisa. Que el tiempo le devuelva su valor y su gloria.
29/05/2008.- De vez en cuando Javier Angulo y yo intercambiamos libros y recuerdos. Él es ahora director de una explosiva e inteligente "GQ" y yo trabajé hace años a sus órdenes en "Vogue" España. Llega con retraso y con sonrisa amistosa: es bueno conservar a los jefes a pesar de los avatares editoriales de una 'free lance' como yo y es bueno tener paciencia...
Llega, decía, y me da el maravilloso "Smoking is bad", publicado por Conde Nast y creado por él y por ese genio rebelde que es Debbie Smith, antigua directora de arte de 'Vogue' España. Un libro tan políticamente incorrecto siempre me llama la atención. Va prologado por el siempre asombroso Ministro de Sanidad, Bernat Soria, y cuenta con textos de Fernando Savater, Vicente Verdú y Manolo Blahnik, entre otros.
Los caballeros retratados en tan inconveniente momento, el de disfrutar del placer de fumar, no lo serían tanto si se les hubiese sorprendido, por ejemplo, mascando chicle o hablando por el móvil.
Toda una época de refinados fumadores se pierde poco a poco, por eso es definitivo este libro; porque es casi un mausoleo. Un verdadero y franco homenaje al estilo, la pose, la melancolía y el valor necesario para destruirse un poco cada día.
Con esa dignidad y con cierto humor ceniciento se juntan aquí fotos y pensamientos que pronto desaparecerán de la faz social de la tierra. Vedlo, leedlo, os llegará el aroma de un mundo cruel y elegante, egoísta y amistoso. Y si ya vuestra alta conciencia higiénica no os permite echar un pitillito, recordad toda una época, mientras la llama sagrada se extingue.
Sombrilla y vestido de flores, de Nekane Le Frik. FOTO: EL MUNDO.
22/05/2008.- Los colores son como la familia, siempre vuelven con las fiestas y estamos en meses de bodas, comuniones y certámenes de cine y glamour. Esta es, sin duda, la primavera-verano de los colores llamados "candy".
Suaves, azucarados y favorecedores, hacen más frías a las rubias y más luminosas a las morenas. Son una especie de color comodín, un corrector, como el que se usa para disimular las ojeras. El rosa, o mejor dicho, el rosa palo, es el que no puede ya faltar en los armarios.
Muy cerca de ese color que roza la ordinariez, el color carne, el rosa palo es más refinado, adelgaza increíblemente y funciona tan bien para el 'sport' como para la noche. Ha dejado por otra parte de asociarse con la 'ñoñería', y para quien tenga sentido del color, el resultado es siempre mucho más sofisticado que el rosa bebé, tan peligroso.
Este rosa 'beige', rosa muy utilizado en el Hollywood de los años cincuenta, combinado con gris paloma, con amarillo palidísimo o con berenjena, daba cremosidad al guardarropa femenino y un punto de extravagancia al de los chicos. Fred Astaire, por ejemplo, usaba unos mocasines de ante de este color con los que aseguraba producía ataques de nervios a su siempre dulce enemiga Ginger Rogers; ella contratacaba con el rosa palo de sus vaporosos vestidos de plisado 'soleil' con cuerpo de cristal bordado. 'Tone sur tone', seguían bailando y dándose pisotones.
En España aún no le hemos cogido el tranquillo a este color severo y delicado a un tiempo, tal vez porque aunque siempre se dice que somos un país de pintores, también es cierto que lo somos de extremos. El rojo, el negro, el naranja, el verde, visten a nuestras estrellas. ¿Para cuándo un poco de serenidad cromática?
12/05/2008.- Hay dos clases de chicas: las que llevan bailarinas y las que llevan deportivas. Las primeras suelen tener un deportivo y un novio errático; las otras suelen tener un perro de grandes dimensiones y no esperan a ninguno para salir de casa, ni para entrar.
La chica en bailarinas sabe que tiene buenas piernas y delicados pies; la chica en zapatillas Victoria o incluso en Nike no se hace muchas ilusiones, las construye. Sí, en serio, ambas representaban hasta hace poco dos maneras de entender lo femenino contemporáneo; toda una tipología que está a punto de desaparecer.
Las dos eran hijas de su generación, pero un mundo las separaba. La chica Repetto, (afamada marca de bailarinas de ballet aunque yo prefiero las Leoz brasileñas, más delicadas, en suave cuero y seda color 'flesh'), mantenía sus sueños infantiles de hada, princesa, etc. La chica Converse, en cambio, siempre encuentra el momento, de día y de noche, de calzarse unos tenis y descubrir su lado 'chicazo'.
Hasta que llegó Amy Winehouse parecía imposible conciliar a la princesita conservadora con la gamberra esquinera, pero ha bastado que la imprevisible Amy se pusiera unas bailarinas sin punta, de raso, no las más limpias que he visto en mi vida, por cierto, combinadas con 'jeans' destrozados, tatuajes, sujetadores rojos sangre de pichón y 'eye lyner' egipcio, para que todas las fronteras de estos dos estilos en las antípodas cayeran como una baraja de naipes.
Ahora las bailarinas han dejado de ser cursis o conservadoras y las zapatillas deportivas están hasta en la sopa fría de los 'cocktails' de las embajadas. Es una manera sana de borrar la identidad social y hasta intelectual y sustituirla por la menos comprometida de 'fashionista'. Por una vez, estoy a favor.
08/05/2008.- Nuestra sed de celebridades empieza a revestir aspectos cómicos. Ahora ya no nos basta con una actriz, una cantante o una modelo, queremos también saber algo de su familia.
Ésta es la razón por la que cada vez más los famosos en pareja, ya sea una hermana o un conyuge, son los más buscados por los ávidos relaciones públicas. Brad y Angelina, Posh y David, Kate y Tom, Leonardo y Giselle, etc, doblan la masa de aspirantes al autógrafo y doblan sobre todo los flashes, las imágenes y los cotilleos.
Si la famosa es ella,una hermana parece imprescindible. Pe y Mo, las gemelas Olsen o las Miller, refuerzan su carga publicitaria y se prestan a comparaciones desagradables: más morbo aún.
Prolifera además un gusto por moralizar, si se trata de matrimonios, y de dramatizar, si se da el caso de que esa doble alucinación que es una pareja de estrellas rompa. Entonces el hechizo de la imagen perfecta queda doblemente dañado porque, ¿no nos estaban vendiendo en realidad algo indestructible, algo muy parecido a una batería de cocina inoxidable?
Hay además en estas asociaciones asombrosas, algo que subraya la fascinación y es lo bien vestidos que van los dos, la mano firme con la que Posh construye el guardarropa del futbolista, y la mucha lencería de Elle Mcpherson que ella luce para que ese cuerpazo de marido embutido en un Dolce&Gabbanna siga disfrutando del buen tipo de su ya biónica mujer. Los Pitt, por su parte, realmente "no" pueden separarse jamás, ¿qué sería de toda esa energía, empatía sinergia y alergias varias que comparten? No, no, eso no puede suceder.
Admiro a los famosos que se adelantan a pecho descubierto hasta el fuego cruzado de la fama. A mí de momento, me gusta verlos de uno en uno. ¡Son tan cansados! ¡ Tienen tan poco interesante que decir! ¡Se les ve tan mansos!
28/04/2008.- Diana Vreeland, alguien a quien hay que leer si uno quiere saber lo que es un estilo propio, escribía una columna que se llamaba '¿Y por qué no... ?'. Ella misma en cada ocasión comenzaba el artículo haciendo gala de su sentido de la independencia y de su esnobismo desaforado a partes iguales. Por ejemplo, ¿"Y por qué no utilizar el champán viejo para lavar en casa la cabeza de los niños rubios"?
Me uno a la idea de Vreeland y propongo una lista de cosas que podrían servir de bolso ahora que los bolsos se han convertido en 'containers', o como decía una tata mía malagueña, en 'tontainas'.
El otro día, en una concurrida barra de moda, comprobé que los bolsos de las mujeres allí acodadas ocupaban más espacio que ellas, así que cuatro delgadísimas y emperejiladas ociosas -eran las doce de la mañana- llenaban una larga barra atestada de sabrosos y despreciados pinchos. Ellas no hablaban entre sí, sino con sus diminutos teléfonos móviles, y de vez en cuando rebuscaban sin éxito en el pozo sin fin de sus bolsos algún otro objeto muy pequeño e imprescindible, como una botellita de agua mineral.
Me pregunté, ¿para qué quedan con las amigas si no hablan entre sí?; ¿para qué piden una cerveza si sólo beben el agua portátil?; ¿para qué quieren objetos tan pequeños si llevan bolsos con capacidad para doce teléfonos, veintitrés agendas y diez minipolveras?
La respuesta la conoce todo el mundo, no van colgadas de su bolso, sino del estatus que él les proporciona. Una manera de romper esta tendencia sería utilizar otras cosas como bolso. Por ejemplo, una sombrerera de cartón y cuero, o un saco de tela sin marcas visibles, como lleva siempre la elegantísima Patti Smith, o un monedero un poco 'flashy', o una cartera de profesor, vieja y confortable, o un archivador de mano de Moleskine. Cualquier cosa menos servir de percha a un bolsazo y tener después que pedir hora en el osteópata.
La actriz Jessica Alba combina su embarazo con unas trenzas a la última moda. FOTO: REUTERS.
22/04/2008.- Me preocupan un poco los grandes temas de la moda; esos que sirven de inspiración cada temporada a las tendencias y que suelen ser carne de 'fashion killers', por ejemplo, el 'safari'. Por muy ecológica que sea la piel, siempre pondrá en el camino de las muchachas ansiosas una idea en cuyo fondo late una animalada: vestirse con la piel de otros animales ¿menos evolucionados?
En general es el cine el que da pie a estos temas porque es él precisamente un espejo en el que la gente tiende a reflejarse. Así, hemos tenido heroínas vestidas de estilo Directorio, con su talle alto y su escote fruncido, tras las muchas películas sobre los libros de Jane Austen que se han filmado; y así, tenemos las secuelas de colores pastel, la recargada decoración en los zapatos y los peinados altos, que nos vienen directamente de la 'Maria Antonieta' de Sofia Coppola.
Decía al comienzo que me preocupa, porque hay temas blancos por así decir, la hípica, los colores flúor, el marinero, los vestidos 'babydoll'... y otros menos blancos, porque no sólo de cine viven los chiquillos, sino, ¡Ay!, de 'realitys', y para culebrón real y siniestro, el de las sectas polígamas americanas. Han salido en la prensa y en la tele hasta la extenuación esas imágenes de mujeres con trenzas y tupés, vestidos largos de algodón de semimonjas verdaderamente ingenuas y alienadas, (porque las monjas están un escalón más arriba en inteligencia e inmanejabilidad), con sus reatas de niños amedrentados y en la más feliz de las inopias.
Hay también, para acabar de fastidiarla, una astuta y morbosa serie sobre polígamos, 'Big Love', con música de David Byrne de fondo, al que por cierto confundí con Brian Eno el otro día en una lupa sobre su protagonista, Chloé Sevigny, ('sorry'), que bate récords de audiencia y que no deja a nadie en su sitio. ¡Qué peligro!
Ya estoy viendo una lectura amable de este asunto macabro en algunas colecciones de primavera verano. Faldas largas, blusas románticas con bordados, peinados de la Casa de la Pradera, un maquillaje natural y botas campestres. Apostaría un bolso de Prada a que ocurrirá. El que avisa no es traidor.
15/04/2008.- El gobierno llega cargado de mujeres; es una buena noticia. Siempre que veo a estas aguerridas damas pienso en lo difícil que debe ser elegir su ropa a la hora de aparecer, es decir, todos los días, con una imagen pulcra y convincente; que genere simpatía y no rechazo; y que al mismo tiempo cuente sobre ellas algo personal.
Qué difícil debe ser no renunciar a sus coqueterías y caprichos sin que la opinión pública las juzgue frívolas o alocadas. También es difícil escribir sobre este tema sin levantar las furias de feministas acervas y otras secuelas irritantes. Pero vamos allá. Como siempre, si hubiera que dar un oro, una plata y un bronce, en estos juegos de presentación y de representación, yo le daría el oro a Maria Teresa Fernández de la Vega, que con un esencial y al mismo tiempo lujoso conjunto de spencer morado y pantalón gris claro, en un tejido que le sienta bien, satinado y que le da luz y dulzura, demostró que sabe ser ella misma, quiere imponer respeto y puede despertar simpatía.
Para ella, esa máxima de que el lujo no tiene por qué ser asiático es de cumplimiento estricto. La plata iría para Elena Salgado que, aunque no se arriesga, ofrece una imagen uniforme de refinada seriedad y es delicada a la hora de elegir colores atmosféricos y pausados. Siempre se la ha visto bien en su piel con un cierto aire milanés, hasta de Armani, y siempre con esa media melena de mujer de edad indefinible. Una vez estaba sentada comiendo en la mesa de al lado y noté su expresivo y picante perfume y la perdoné en parte por no querer destrozarlo con humos propios y ajenos.
El bronce, lo siento, queda desierto, si bien Magdalena Álvarez, en plan burguesa andaluza, conserva un resplandor frescachón de mujer guapa y alegre que por momentos lo merece; la nueva y joven ministra de Igualdad iba disfrazada de señora mayor con un dos piezas que parecía uno del siglo diecinueve cortado a media pierna. No le favorecía y resultaba tristón.
En cuanto a la Ministra de Defensa, le pasaba lo contrario, iba disfrazada de niña con ese blusón y esa chaquetita corta encima. Parecía un anuncio de H&M, y me resultó demasiado informal -salvó en los ¡vivas! al Rey a la Patria, para dirigirse a las tropas, porque ese sí era un acto de mucho empaque. 'Despelujada' y casual, era como un pajarillo a punto de ser derribado en una caseta de tiro al blanco, una pena. A las demás, si digo la verdad, apenas las recuerdo, y eso, en una democracia asentada, es bueno. Para asomar el fular siempre hay tiempo.
Carla Bruni hace unas horas en su visita oficial a Windsor. FOTO: AFP.
27/03/2008.- Cuantos más votos pierde él, más simpatías va generando ella. Carla Bruni, con toda seguridad, es la primera dama de la Historia que, al llegar en visita oficial a un país ¿enemigo?, a juzgar por su despiadada prensa, sale en las portadas, o bien completamente desnuda, o bien divinamente vestida.
La gente cursi y mal intencionada pensará que su conservador marido de derechas está en un grito por esta fatal coincidencia, pero, como buen francés fantasmilla, Sarko seguramente está feliz de que, por fin, todos los cotillas vean y no sólo sospechen lo monísima que es su actual mujer (ya se sabe, más vale un bombón para todos, que una birria para uno solo).
Carla, además de posar en pelota en unas elegantes fotos tomadas cuando era modelo, elige ahora muy bien su vestuario. Yo diría que a conciencia. Sandalias planas con túnicas clásicas para las recepciones en el Eliseo; fidelidad a su imagen de 'chansonnier', toda en negro, durante el día a día, y para visitar a las imponentes tropas inglesas -¡qué gran idea!- un sobrio conjunto gris militar, suavemente rematado por un sombrerito 'píldora', como los que llevaba la llorada Jacqueline Kennedy, -esperemos que ese detalle no la gafe, ¡por Dios! y que le da un aire entre marcial y colegial de quitar el hipo-. Era de Dior, y los pendientes de Chaumet... En fin, no faltaba un detalle, porque encima hace patria.
Y a propósito de obscenidad. Obsceno significa fuera de escena, de lugar. El desnudo de Carla lo es ahora, pero ella no tiene la culpa. Desde que es presidenta consorte de Francia, jamás se la ha visto fuera de lugar, con escotes de vértigo o minifaldas duodenales.
Obscenos resultan sin embargo, inadecuados y sospechosos de no saber cuál es su sitio, los miembros de las familias reinantes que hacen sus negocietes sin dimitir de sus privilegios, como la nuera de la Reina de Inglaterra, una rubia clónica de Lady Diana Spencer, que fue pillada 'in fraganti'. Y lo que es peor, con un culo enorme y con gesto adusto. Esto no le pasará a la niña bien 'Madame Sarkozy', de espiritual desnudo.
17/03/2008.- El tipo lleva el pelo sucio y arrastra toda la grasa de su camión en el bajo de los pantalones. La culera blanda, la cintura baja, la tela tejana desfondada en bolsas, como ojeras, a la altura de las rodillas. Bebe una lata de cerveza tras otra y a estas alturas del desaguisado la cabellera rubicunda se le pega a la sudorosa frente. Hay un detalle macabro en su aspecto general: lleva la uña del dedo meñique larga y esmaltada de rosa chicle. En fin, ya habréis descubierto de quien se trata: es el asesino en serie de una película de terror que se desarrolla en la América profunda.
Los vaqueros anchos vuelven, o mejor dicho, emigran desde esos pueblos polvorientos y temibles hasta la Gran Manzana. ¿Hay algo más feo y menos deprimente que un vaquero azul hipermercado grandón, colgando por todas partes? Sí, respondo apresuradamente, un vaquero grandón con pinzas y cintura alta, ni siquiera si lo ha rescatado de los parajes de 'A sangre fría' el espíritu de Truman Capote en trance de inspirar al mismísimo Karl Lagerfeld.
El vaquero de pata de elefante, por lo menos, marcaba bien lo que tenía que marcar y dejaba que la tela volase, como los viajes astrales, al llegar a la rodilla; era frívolo y descreído. El vaquero 'strech' fue muy hortera, pero nuestra vida ya no será la misma después de semejante alivio. El negro y el blanco, con o sin vuelta abajo, es tan propio del 'swinguing' London de 'Blow up' que casi resulta un cameo. El jean de marca, inofensivo y poco asequible, es una bobada más de los 'happy few'.
Pero, por favor, pensadlo, ese saco de tela tejana es un verdadero desastre. Ni ajusta, ni relaja, ni favorece. Dentro de él sólo anidan ideas perversas, masacres tejanas y demás tristezas. El tejano en versión funda de móvil o de Ipod le acompañan. Su regreso, como el de la momia, no asusta, sólo es un indicio más del feísmo reinante. Y de la pereza.
Anne-Sophie Mutter, una de las mejores violinistas del mundo. FOTO: EFE
Hace unos días leía una interesante entrevista con una de las mejores violinistas del mundo, Anne-Sophie Mutter. Se trata de un talento indiscutible y de una joven mujer, guapa y con carisma. Hasta ahí, todo, ella y sus palabras, se acoplaban con fuerza y armonía, lo normal en alguien que conoce el esfuerzo por llegar en una carrera tan competitiva como es el actual circuito de la música clásica.
La sorpresa y hasta la indignación sobrevino cuando me topé con las fotos que acompañaban a la charla distendida. La fotógrafo Tina Tahir nos mostraba a una mujer que no tenía nada que ver con ese trabajo y esas palabras, aunque se tratase de una diva.
Ann-Sophie, vestida con vaqueros, levita bordada y 'top', con un sombrero de alta copa que le sombreaba la cara, se sentaba al borde de una silla en una estudiada pose de modelo. El papel de la pared también hacía juego con los motivos florales del chaleco. En fin, una monada. Parecía la publicidad de Dolce&Gabbana ; una imagen rebuscada y vagamente sexy, que lo único que transmitía era la vulgar pasión de las chicas actuales por estar delgadas e ir a la moda.
La artista convertida en publicidad; una más de tantas modelos que triunfan velozmente y que se ponen de moda cada temporada. Que las deportistas, actrices y cantantes, publiciten una marca de ropa o joyas entra en el juego de la imagen universal, pero al menos, publicitan algo. Que una concertista de fuste caiga en esta tonta vanidad, siendo única y la primera como ella es, me parece una epidemia. ¿Es que la moda y sus maneras se acabarán comiendo todo?
Detalle del calzado de la colección primavera-verano 2008 de Chanel. FOTO: Podium Pictures.
04/02/2008.- Lo he contado más de una vez, y por ello pido disculpas. Hace tiempo, un amigo mío muy comilón y que está al tanto de las vanguardias gastronómicas, en una excursión a Guetaria, paró a comer en un caserío en medio del campo.
Al encargar la comida, le explicaron que tenían tortillas y, ni corto ni perezoso, pidió una tortilla de langostinos tigre. La paisana, dueña del lugar y cocinera, le espetó: "Mire usted, aquí podemos hacerle tortilla de jamón, de queso, de chorizo, de patata, de espárragos, pero tortillas de tonterías, no tenemos".
Lo cuento porque está el mundo de la moda más lleno que nunca de tortillas de tonterías. ¿Cómo si no llamaríamos a esta ocurrencia de Chanel, y mira que Karl sabe lo que se hace, de presentar en su ultima colección sandalias doradas de pulsera al tobillo que llevan un minibolso adosado, tamaño preservativo, digo yo? ¿Os imagináis lo cómodo y natural que resultará contorsionarse para buscar en esa faltriquera de tontas una barra de labios, o la Visa; lo grácil que será caminar con esa alforjilla a ras de tierra?
Cuando comentas la mamarrachez, no falta quien observa que son precisamente esos 'gadgets' los que compran como locos los japoneses. La verdad, me parece un comentario xenófobo, porque, ¡ni que los japoneses fueran tontos! Que yo sepa, es un país en el que arrasan personas tan sensatas como Issey Miyake, Yamamoto o Kenzo, todos ellos grandes artistas y finos observadores de lo que pasa a su alrededor.
¿No será más bien que el espíritu, o mejor, la carne consumista de París Hilton y compañía está haciendo estragos. ¿Se han vuelto los grandes diseñadores tan sumisos y clientelistas que sólo miran en una dirección?
La inquietante cara de Meg Ryan.
28/02/2008.- Se trata de un país perdido en alguna extraña galaxia, frío y desgraciado, sin amigos ni comida, en el que viven las estrellas de Hollywood que se han dejado la piel durante veinte años en rodajes, sesiones de fotos y estrenos. Está visto que esa piel ya no da para más; no hay demanda en el mercado.
Mi amiga Rosalía Gómez de Caro, una mujer muy guapa y sin desfigurar, que se ocupa de hacer felices a los demás con su sabiduría, su dulzura, y cómo no, con su arte de cocinar y recibir, conciliar y buscar ayuda para los más desprotegidos y contárnoslo todo después en formidables libros, me envía un aterrador artículo aparecido en un medio americano sobre la influencia del botox en el cine.
El autor apela a Hitchcock, quien decía que el mejor efecto especial es un primer plano de un rostro humano, para recordarnos que esos primeros planos de eminentes actores y actrices han ido desapareciendo de la pantalla. En su lugar, verdaderas caretas de feria, sin expresión ni emociones, intentan vanamente contarnos una historia real, pero ni modo, no hay quien se los crea. Ya no son ellos mismos, sino un patrón cortado a la medida del gusto general, un gusto muy dudoso, por cierto. Faye Dunaway parece un lucio apelmazado, Meg Ryan ha perdido toda su frescura y ahora es una especie de bebé asesino, hinchado y pálido. ¿Feliz? A Kirk Douglas padre no querría yo encontrármelo en mi portal a medianoche.
Hace tiempo que no veo a Geraldine Chaplin. Una vez me contó que ahora tenía más papeles que nunca porque es la única de su generación que aparenta su edad; se ha convertido en la mejor abuela loca del cine. ¡Bravo por esta digna hija del mayor cómico del mundo! El humor no tiene edad, y es la única manera festiva de afrontar la dura realidad.
Un grupo de concursantes hace gala de su habilidad acrobática en el concurso de Cuatro.
25/02/2008.- Una gran multitud se concentró en una plaza de Madrid; la mayoría eran jóvenes. No era una manifestación para luchar por sus derechos, y mira que tantos de ellos les son negados o mermados. No, era una actuación de los chicos y chicas de 'Fama'.
El concurso televisivo, como muy bien indica su nombre, hace alusión a una famosa película musical y de pasa promete eso: fama y dinero. Viéndolo se siente vergüenza ajena por sus intenciones manipuladoras y pena por los muchachos que se entregan tan febrilmente, y hasta ¿inocentemente? a estos grandes y descarados conseguidores de audiencias.
Como aquella escuela de modelos, o aquel otro 'reality' de cantantes, el objetivo es siempre el mismo, ofrecer psicodramas juveniles, dar lecciones morales de dudoso calado y servir de atajo hacia el estrellato.
Los profesores, comandados por un caricaturesco bailarín siempre en subidón adrenalínico, que se expresa con pintorescas proclamas -"esto es una cagada caliente... aquello una cagada fría" (sic)- y que les anima a que los dúos tengan una alta carga sexual, se limitan a abroncar o a compadrear. Ni ellos mismos parecen recordar que la danza es un arte, que el arte es un trabajo durísimo y solitario, y que llorar, dar saltos y ponerse la gorra ladeada no tiene nada que ver con las verdaderas escuelas de danza, en donde el sacrificio es íntimo. ¿Por qué, si de lo que se trata es de montar un espectáculo facilón, no se pasan a otro sabrosón y emprenden la enseñanza de cha-cha-chá o la conga a jubilados. Sería igualmente ineficaz e irrisorio y tendría aún más 'lado humano'.
Por favor, dejen de vender globos de aire viciado a los chicos, y ustedes, presuntos docentes, promotores y demás vende motos, bajen del suyo.
Katusha fue favorita del modisto francés Yves Saint Laurent, que fue el primer diseñador en contar con mujeres de color para enseñar su ropa. FOTO: AP.
22/02/2008.- El otro día leí una nota en la prensa acerca de la misteriosa desaparición de una mujer. Era Katusha, una de las grandes 'top model' de los ochenta, favorita de Yves Saint Laurent, que fue el primer diseñador en contar con mujeres de color para enseñar su ropa.
Parece que, tras una fiesta nocturna, volvió a su casa-embarcación en el Sena y allí se pierde el rastro. En la lancha, junto a la gabarra, han encontrado sus gafas de sol, su Blackberry, y unas sandalias de altísimo tacón, todo un símbolo.
Especulaba la policía con la posibilidad de que cayera al agua y se ahogase, suceso que al final acaba de confirmarse. Qué terrible final para su belleza melancólica. Había tenido una niñez de abusos sexuales y palizas, ablación y miseria. Llegó al paraíso de la moda occidental y arrasó. Era, o es, digna, elástica, refinada y hermética.
Me invade la tristeza al pensar en ella y en tantas otras mujeres que se dedican a esta profesión llena de retos y riesgos. A menudo, sólo se presenta el lado luminoso de su trabajo y de su vida; a menudo las otras mujeres son crueles con ellas. Lo he comprobado muchas veces. Las modelos son personas privilegiadas, pero no tanto. Decía Spinoza que la belleza es ardua; y peligrosa añadiría yo. Y pediría también comprensión y respeto para estas vidas en las que la durísima competición, los continuos viajes, la adulación y las traiciones amenazan cada día. Son muy jóvenes y, comprensiblemente, inseguras y frágiles.
Una vez le pregunté al filósofo español Fernando Savater, cuál era la cualidad que más apreciaba en el ser humano, la que más echaba de menos. Me respondió, la belleza. Pensadlo.
Penélope, en tránsito, pero con Javier Bardem.
11/02/2008.-
Alguna vez he escrito que Penélope Cruz no encuentra su estilo. Y no es que no lo tenga, sino que lo busca en sus papeles y en el de las otras actrices. Unas veces, según en el rodaje en el que esté inmersa, quiere ser Audrey Hepburn y se viste, ya fuera de plató, de traje recto, moño romano con lazo zapatero y bailarinas escuetas; otras le da por la veta brava y homenajea a Anna Magnani cardándose, despeinándose y despechugándose como una madre coraje de clase humilde.
Hay actrices que se llevan el personaje que interpretan a casa; Pe, a falta de ideas, pilla su guardarropa. Si además añadimos a eso que también se mimetiza con los anuncios de lacas y con los planchados de arrugas que publicita, el resultado resulta cada vez más desasosegante.
En los últimos años, su hermana Mo, que es una versión basta de la actriz, se ha convertido en su intrépida imitadora, redoblando así esa imagen borrosa y poco sincera, y no quiero decir que no siga estando bella, que nuestra estre-lla se empeña en proyectar. Verla, encima duplicada,desespera. Creo que el laboratorio de imagen de Penélope son los aeropuertos.Allí se la encuentra siempre en tránsito,a la espera de su propia marca de identidad, que desde luego no va a caerle del del cielo. De momento sigue el camino de cualquier mujer cosmopolita y aún joven, de éxito y envidiada. Es decir, guapa, cuidada,tatuada con las marcas de lujo del momento,perfectamente trivial, intercambiable con las demás, y desplegando un glamour sin riesgo: siempre previsible.
Todas se parecen: gafas oscurísimas y tacones desorbitados, gran bolso y vaqueros. Unas más arrogantes o delgadas que otras; efímeras y ansiosas por la siguiente llamada de la fama. Han externalizado su gusto, y lo han perdido.Tal vez en éso estribe hoy en día ser una celebridad de paso.
José Corbacho y Elsa Pataky en la ceremonia de los Premios Goya de Cinematografía. Foto: EFE
6/02/2008.- Esta expresión italiana, 'manca finezza', es decir, falta finura es casi imposible de traducir al castellano; yo casi diría, 'falta toque' o también, 'falta claridad'. Eso es precisamente la impresión que siempre me producen la ceremonia de la concesión de los Premios Goya de Cinematografía.
La ceremonia nunca acaba de cuajar porque nos recuerda, en pobre, a los Oscars, aunque la calidad de las películas tampoco sea tan diferente. Se hacen y se premian películas interesantes aquí y no nos faltan buenos actores y guiones. Con Corbacho te mueres de risa, aunque, a veces, raspa lo suyo.
Pero, ¡Ay! ese glamour intransferible del 'star system' americano, vacuo, y, tal vez, obsoleto como ya está, nunca acaba de brillar armoniosamente. ¿Qué será, será?
Silvia Abascal, divinamente vaporosa en gris, tal vez de Dior, o Blanca Portillo aceradamente bicolor, de David Delfín, no pueden sumergirnos en ese vapor de diamante pulverizado que envuelve a Uma, a Nicole, a Cate, a tantas otras actrices acostumbradísimas a llevar bien la cola enredadora del vestido, o a peinarse y maquillarse tras un tratamiento facial millonario.
No es muy importante; pero no acaba de ser lo mismo, y lo recuerda. Al ver a la bellísima Elsa Pataki trastabillar con su traje de Versace, casi una copia del que lució Penélope Cruz en los Oscars, no pude evitar pesar que Pe, a pesar de no ser tan fina ni tan sexy como Elsa, llevaba el suyo con más entereza, 'finezza', armonía y costumbre. Al fin, Elsa quedó convertida en sólo en una debutante adorable. ¿Qué será, qué será...?
30/01/2007.- En la admirable editorial 'Trama' sacaron hace un tiempo un opúsculo verdaderamente gracioso y feroz, la verdad, escrito a mediados del siglo diecinueve, que ya ha llovido, por Francisco Silvela, (sí el de la calle madrileña). Su titulo no deja lugar a dudas, ni a esperanzas: "Arte de distinguir a los cursis".
Me viene este librito a las mientes a propósito del 'maremagnum' estético en el que vivimos. Gente hortera y prepotente, como los Beckham, pasan por elegantes ídolos de multitudes, mientras que hoy en día, por el aspecto aniñado y pobretón de Bob Dylan, nadie daría un duro.
Leed: "Puede un hombre pobre no ser cursi, pero un rico improvisado, corre gran peligro de serlo. ¿Queréis no ser cursis? Pues no tratéis de ser elegantes si esto no os sale de dentro. El que conoce que es cursi, ya deja de serlo".
¿Saben los propietarios de un chupete/joya de oro y pavé de 135 diamantes con aplicación bucal rosa que su precioso bebé está ya condenado por las pretensiones de sus padres, por su tremenda cursilería? No, ellos han pagado 2.100 euros para que la criatura mame desde la cuna el poder y la gloria, y no están dispuestos a que ni un centímetro de su vida deje de ser impresionante, única, apabullante. En fin, "chúpense esa mandarina" y piensen.
ILUSTRACIÓN: Sergio Sauce.
24/01/2008.- Hillary en campaña es como una medusa; te deja petrificado. Ella, que en tierra es macetuda, de gesto adusto y en cuanto se hace con el mando de su nueva nave publicitaria para seducir a la prensa, con la que nunca se ha llevado bien, por cierto, se comporta como un a alada azafata, o peor, como el sueño masculino de lo que debería ser una azafata.
Se oye su vocecita haciendo chistes sobre las turbulencias que se han sufrido sobre el estado en el que perdió; aconseja mirar a la izquierda para ver un cielo despejado lleno de promesas de igualdad y su voz de marimandona ha tomado un sesgo adulador y susurrante.
Los aerotransportados ríen por cortesía y mordisquean el sándwich vegetal, tan correctamente vegetal, y tienen que hacer un esfuerzo por recordar a esta férrea dama siempre en azul o rojo, con el peinado clavado a la frente como una corona de espinas, que todavía no reina, ni siquiera en estos cielos de campaña.
Hillary no cae bien ni cuando llora, ni cuando hace bromillas de universitaria, ¡qué tiempos!, ni cuando se pone de princesa glamourosa en la portada de una revista especializada de moda. No tiene gracia la tía, y creo que es porque todo el mundo recuerda aquella humillación pública a la que la sometió su infiel marido. Ella juró que le creía y donde perdió toda su credibilidad fue ahí, porque ella también mentía. Candidata a Presidenta, sigue teniendo la misma pinta de "mentirosa porque le conviene" que cuando era una mujer despechada y primera dama. La gente se quedó con su cara.
ILUSTRACIÓN: Sergio Sauce.
17/01/2008.- Contemplo con espanto la portada del 'Hola' de hace una semana. Espero a ver si hay reacción alguna, pero no. Me refiero a la imagen de la hermana de la princesa Doña Leticia, la bella Telma Ortiz.
Por lo poco que se sabe de ella, por lo mucho y acertadamente que ella preserva no sólo su intimidad, sino su identidad, ¡faltaría más!, se intuye que es una mujer libre, trabajadora, solidaria y por lo visto ahora madre. Lo de "madre soltera" dejémoslo ya para los dramones sentimentales e hipócritas de nuestras abuelas.
¿Expertas? en protocolo afilan sus dientes: un bebe en la familia real sin boda. Ya se están poniendo las botas de patalear. ¡Qué país! Telma Ortiz, frágil de figura como sus hermanas, y resuelta también como ellas, no merece ser otra victima más en esta familia suya de las pesadas formas que muchas veces parecen entristecer a Doña Leticia.
Que la dejen en paz. Que recuerden en que siglo vivimos y cuánto ha costado que las mujeres alcancen su independencia. Que dejen ya de murmurar, de acosar. Pronto se cumplirá el aniversario de la muerte de su hermana Erika. Eso debería hacernos pensar a nosotros, prensa y cotillas, que no todo es lo que parece y que la manera que cada uno tiene de afrontar su imagen en público es el verdadero protocolo personal e intransferible. El Nobel Joseph Brodsky decía: "Si hay algo que el arte nos enseña, es que la condición humana es privada".
No basta ser la hermana de una futura Reina, ni siquiera basta con ser una reina, para que lo exterior, las antiguas maneras de vivir y presentarse, oscurezcan el brillo de la mirada en una joven, y repito bella y elegante madre. Protocolo, qué fea palabra.
ILUSTRACIÓN: Sergio Sauce.
27/11/2007.- A veces se pone de moda un color infernal, como el naranja, el fucsia, el verde guisante, o como esta temporada, el azulón.
Ya debería hacernos sospechar lo peor un nombre así: azulón o simplón. Nada que ver con el suntuoso azul que despliegan en su cola los pavos reales; con el azul celeste, diáfano y sedante; con el azul lapislázuli, atravesado de oro; con el azul azafata, tan sexy: con el azul oscuro que las parisinas estrenan en primavera.
El azulón es una especie de azul tontáina, que no favorece jamás, o sólo cuando estás bronceado, y eso ya no tiene mérito, y que nos recuerda, para toda la eternidad, que Barrio Sésamo no se caracterizó por sus especialistas en coloridos interesantes.
Podría decirse que el triunfo del azulón tiene que ver con la pantalla azul de los ordenadores y con la 'señalística', horrible palabra; podría añadirse que sólo nos llena de consuelo cuando, gracias a él, comprobamos que sí, estamos por fin cerca de la A-7, y no nos hemos confundido de autopista.
Creo que mi falta de afecto por este tono del azul está relacionada con el hecho de que es un color que uno no encuentra casi nunca en la Naturaleza. Yo no lo he visto en los ojos de nadie, ni en los ríos, ni el cielo del anochecer, ya existe para eso un 'azul noche', ni entre las flores, ni tampoco en el cesto de la fruta. Es un tono cibernético, modernillo, muy del gusto chandalero, pero que jamás encontraríamos en un traje de torero, ni en un atuendo con la mínima dignidad o gracia.
Lo dicho, pase lo que pase, ¡guerra al azulón! Aunque sólo sea por llevar la contraria.
ILUSTRACIÓN: Sergio Sauce.
22/11/2007.- Sí, la especie patriótica también ha prendido en la imagen que las Spice Girls han elegido para su gira mundial tras diez años de dedicarse a sus labores; unas más que otras.
Son los años cuarenta los que inspiran astutamente este vestuario que se promete picante y colorido y sólo es trivialmente funcional. En 1939 dio comienzo la Segunda Guerra Mundial y a ella le siguieron cinco años de horror, escasez económica y atropellos totalitarios.
Las faldas se acortaron por falta de tejido, y para disimular la ausencia de los lujosos y caros sombreros, se impusieron complicados peinados. En América los gorritos de soldado sobre la frente arrasaron. En España a un alto tupé frontal se le llamó "Arriba España": deprimente.
Las hombreras llegaron a su paroxismo haciéndose eco de la dura silueta militar y los finos tacones de carrete se sustituyeron por topolinos y cuñas de corcho. Los colores se ensombrecieron y la consigna fue una combinación desalentadora de ahorro, ñoñería y patriotismo que, revisados hoy en día, constituyen una de las peores épocas de la historia de la moda. ¿Glamour? No, ostentación de satenes quien podía, y una figura agresiva que avanzaba sobre el presente incierto como un tanque poco amigable y menos aún grácil.
Los años cuarenta, falseados ahora por este ramillete de expertas en nada, convenientemente aderezados por un sexy atropellado, extraído en alguna película con una pésima dirección de arte, no sólo están obsoletos, sino que roza el mal gusto.
Dejemos a los lúgubres cuarenta en paz; antes de hablar, estudiemos, y si se trata de un remake libre, convengamos en que se ha derrochado esta vez poco ingenio. El guiño patriótico de las Spices a esta sociedad americana omnipresente es un rasgo más de su falta de talento. Ah, y el bikini se inventó en 1952, etapa que se llamó "el equilibrio del terror"; juzguen ustedes.
ILUSTRACIÓN: Sergio Sauce.
15/11/2007.- Había que verlo haciendo el paseíllo de su boda en Sevilla con la Infanta Elena, con esa planta y esa seguridad, para comprender que lo había estado ensayando toda la vida.
Vino después su primer hijo, y tras un día entero de parto, apareció el padre, emocionado como correspondía al momento, y planchado como un pincel de marta cibelina. Nada que objetar a su suave elegancia de acento británico.
Con el paso de los años nos empezaron a llegar imágenes del duque desenfadadas, barrocas, inéditas entre la usual falta de gusto y de audacia propias de los varones en las Casas Reinantes europeas. Camisas de cuadro en diagonal, 'foulards' vistosos de cachemir, 'kurtas' indios para el verano, mocasines de colores relajados, zapatillas de terciopelo para acompañar smokings, pulseras en la muñeca, la última creo que era un 'sautoir' de Black Diamonds de la casa Chopard, la joya más emblemática y discreta de la colección de este invierno.
Luego sobrevino la tragedia de su enfermedad, que aunque no arruinó la facha de Jaime de Marichalar, le expuso a una torpeza que en un hombre como él debe ser un sufrimiento constante. Por entonces Lugo ya había dejado claro ejemplo de que un integrante de una familia única, como es la Real, debe marcar tendencia, porque, entre otras de sus funciones está la de dar una imagen acorde con su rango y su tiempo.
No creo yo que este hombre audaz y refinado, caprichoso y dandy a la manera sedicente de cualquier príncipe del Renacimiento italiano, haya sido entendido ni por su familia política, ni por el santo pueblo. Es una lástima, porque cada uno nace en esta vida para hacer algo y él, sin duda, le pese a quien le pese, y sin saber yo nada de sus intimidades que nada me importan, intuyo que lo ha hecho bien.
Vestirse, cuando uno está en el punto de mira, es distinguirse, y es ése un riesgo que casi nadie afronta en los modernos palacios. Su anacronismo estético, entre el diletantismo y la seriedad extremas, ha dado lujo y brío a la calma chicha de los Borbones. Su vendaval ha aclarado el aire.
ILUSTRACIÓN: Sergio Sauce.
06/11/2007.- Hay lugares en los que casi nada bueno puede crecer y desarrollarse. Uno, doméstico y público a la vez, la televisión, es además un escenario en el que las mutaciones están a la orden del día; será por el calor de los focos.
Mercedes Milá necesita urgentemente pasar una revisión. Un virus tropical, o su incapacidad manifiesta para aceptar un consejo,- muchos le dijeron que dejará ya esa bazofia de Gran Hermano-, la están convirtiendo en el hazmerreír del momento.
Cuando una es un poquitín mayor, las gracias pueden convertirse en desgraciadas apariciones; los escotes a destiempo en palanganas repletas; la laca de uñas negra, incluso si es el "noir" de Chanel, en una manera segura de poner de relieve unas manos poco delicadas.
Ya sabemos que a ella le va la bronca, pero ¿hasta el punto de hacer ridículo? La noche de Halloween, que en estos tiempos deseosos de fiesta temática, asola calles y bares, la ¿Gran Comunicadora? se disfrazó de bruja mala. Además de ser redundante, no consiguió, tal vez por eso, ser asombrosa: ha mimetizado la zafiedad del programa que lidera.
Tazada y feroz a lo tonto; con un pelucón barato; sin poder disimular la satisfacción que se daba a sí misma, Mercedes Milá, en su más puro estilo, "yo sí puedo hacerlo, qué pasa", se puso, egomaníaca como es, no de parte de la trama, sino por debajo de lo que se exige a un presentador enrollado.
A nadie le ha gustado, y así lo han escrito hasta los que la temen. Sus audacias y sermones ya nunca más nos darán miedo. Se ha comprobado, por fin, que todo era una broma.
ILUSTRACIÓN: Sergio Sauce.
30/10/2007.- Acabo de verle en un reportaje posando como modelo profesional, no huyendo de coche en coche o encarándose con la prensa. Por primera vez no resulta un chico fuera de lugar. Mira a cámara con una mezcla muy del momento, entre tierno y fiero.
El Darek achulado ha quedado atrás; ahora los focos le imponen un poco y esa timidez que nunca hubiésemos sospechado en un vividor centroeuropeo, los italianos son de otro género, pronto la perderá, ¡lástima!
Cuando está solo mejora. Sin la falsa pantera de falso escote y falsa simpatía que le suele acompañar, y que al hablar de este muchacho guapo y ¿afortunado?, sí, otros como él están cavando, afirma que "adonde iría él sin ella o con otra", ¡qué mujer horrible!, tiene alguna oportunidad de aprender una profesión, la de modelo.
De momento abre demasiado las piernas, le falta misterio, y se apoya mucho en ese torso por el que mueren tantas viejas cotillas. Pero todo se andará. Sería injusto echarlo de la moda sólo porque ha entrado por una puerta giratoria. Lo que más miedo me da es el momento inminente de la ruptura con el mundo rosa y la zambullida en los durísimos 'backstages'.
Yo tuve un pato que vivía en mi bañera y se tiraba desde la ventana, en la que había colocado un trampolín. Saltaba hasta el agua y nadaba allí feliz. Cuando empezó a hacerse mayor, le trasladé al lago del Retiro. Tanteó la superficie y quedó extasiado por aquel horizonte interminable de felicidad acuática. Los patos grandes le rodearon. Uno le pegó un primer picotazo. Los otros le siguieron. La escabechina fue total. Siempre me he sentido responsable de haberle procurado una dicha tan corta y una muerte tan sangrienta. A ver si no hacemos el pato, ¡por Dios!
ILUSTRACIÓN: Sergio Sauce.
24/10/2007.- La publicidad de perfumes y cosmética en general se recrudece a medida que avanza la temporada para precipitarse luego, ya sin remedio, en el abismo de las Navidades. No sé si es para contrarrestar los aromas del besugo y el pavo, pero de pronto ya no podemos vivir sin dejar un rastro de violetas.
Cuando a la gran tenista y mundana Lili Álvarez le preguntaron sobre qué pensaba a propósito de las esencias del alma en un sesudo congreso dedicado al filósofo español Zubiri,- estaba presente Jesús Aguirre, Duque de Alba que es quien me lo contó alborozado-, ni corta, ni perezosa respondió, "A mí las únicas esencias que me gustan son las de Chanel nº 5".
Sí, Señor: hoy en día, quien no huele a nada, huele mal. Tal vez por eso, encontrar entre la selva de anuncios del ramo uno que no desprenda insinuaciones eróticas, ya sean las del poder financiero, del sexual o del político, es muy de agradecer. Si además tiene una clara intención cómica, cuando estos anuncios suelen tener un estilo pomposo, 'filosofántico' o vagamente ecológico, mucho mejor.
El último perfume de Carolina Herrera, el CH, aparece en un frasco redondo y rojo, amigable, casi con pinta de animal dibujado. A alguien que piensa se le ha ocurrido inundar una lujosa habitación decadente, desordenada y tibia, como corresponde a una mujer caprichosa, de cientos de pequeños frasquitos.
En alfombras, repisas, sofás, cortinas, los ratoncitos rojos avanzan hacia la bella muchacha que se remanga el vestido de baile con el leve susto que provoca una invasión de roedores. Es una imagen 'petillant', que sugiere muchas cosas, todas ellas graciosas y fantásticas; es como un microrelato, de los que ahora están tan de moda. Miradla y sonreíd.
ILUSTRACIÓN: Sergio Sauce.
15/10/2007.- Se decía, "hay que levantar la moral de la tropa", que no era más que un eufemismo de, "mandadme a una maciza famosa para calentar a los chicos", y luego iban Marylin, Blanca Sánchez o la irrepetiblemente ordinaria Rosa Morena, se contoneaban con desgana, no fuera a ocurrir una desgracia, y cundía el efecto rebote: fatiga de combate.
Las armas, no hay que ir de genio para comprenderlo, con sus cañones, calibres, gatillos y cartucheras son una metáfora sexual muy reconocible, de hecho, cuando no se cumple en la cama, se habla de gatillazo. Por eso, la que se ha armado, nunca mejor dicho, por el reportaje 'softporno' de Steiven Meisel en una revista americana, con chicas semidesnudas y marines aburridos, me parece, una vez más, digno de la hipocresía santurrona de los de siempre.
Se escandaliza quien quiere y donde quiere; yo, por ejemplo, creo que es una obscenidad exhibir en noticiarios los cuerpos medio desnudos y medio abrasados o ya muertos de cualquier ser humano; de una persona que fue en su casa y entre sus amigos, alguien con nombre y apellido: única.
Es el anonimato el que ofende; la abstracción, la que centuplica el horror. Pero que salgan unas cabezas de chorlitos disfrazadas de pilinguis de alto standing junto a unos zánganos alienados por las armas no pasa de ser una manera de llamar la atención, ya caduca por otra parte.
Más nueva, y desde luego singular, me parece esa otra publicidad de las Fuerzas Armadas Españolas en la que una señorita con gorrilla, muy parecida por cierto a la "teniente OŽNeill" interpretada por Demi Moore en mala hora, llama a la "matriculación" de futuros militares. ¿Es esto, en cambio, sexo seguro? ¿Están en los cuarteles al tanto de que esta temporada arrasa la moda paramilitar y los uniformes de cadete? Alucino.
ILUSTRACIÓN: Sergio Sauce.
09/10/2007.- Creo que la llamada división del trabajo en nuestra sociedad sin imaginación ha creado monstruos especializados en nada, y no seré yo quien se ponga a criticar a quien desde una profesión salta a otra; odio la expresión "intrusismo laboral" que suele encubrir el nefasto gremialismo en el que se refugia a veces la ineptitud corporativa de muchos supuestos "gurús".
Por cierto, ya antes de entrar en materia, la profesión de gurú de la moda, ridícula donde las haya, amenaza con desbancar a esa otra entelequia llamada icono de la moda. ¡Señor, dame paciencia para sobrellevar a los cursis!
A lo que iba, además de las hermanas Cruz, las Miller, Kate Moss, una prima suya australiana y la señora que pasea a los perros de todas ellas, ahora resulta que David Beckham planea "crear" el vestuario de las Spice Girls para la próxima gira de diciembre.
Que una chica amante de la moda o abducida por ella tenga ojo para vestirse y hasta mano para diseñar, y que su nombre atraiga por ser ella famosa, entra dentro del mamoneo generalizado, pero que nuestro metrosexual hiperactivo meta la mano también, teniendo como tiene tan buen pie, es para sacarle la tarjeta amarilla. Dice que se inspirará en las fotografías de las colecciones de Julian MacDonald, de quien son clientas Lindsay Lohan y Cristina Aguilera; pues peor.
O tal vez se trata de que el citado modisto será su "negro" y así se cura antes en salud. La verdad, "Posh" demostrará una vez más que es una obediente esposa si se enfunda en las inspiraciones de su marido, pero, bien pensado, ¿Y no es eso lo que lleva haciendo toda la vida?
No hay comentarios:
Publicar un comentario