martes, 26 de junio de 2012

PARA EL ADULTO MAYOR


Ser capaz de ser anciano hoy

Llegar a “adulto mayor”, “joven de la  tercera edad”, o más comúnmente llamado “viejo” no es siempre el final feliz de un cuento. Conflictos, muchas veces debidos a la cultura occidental en la que estamos insertos, hacen que los ancianos sean discriminados, excluidos, o se sientan incapacitados. La doctora María Isolina Dabove, explica cuándo es que una persona realmente ya no es capaz de actuar por sí misma, y aclara el panorama en cuanto al amor y la sexualidad en la vejez.





La doctora María Isolina Dabove es Doctora en Derecho por la Universidad Carlos III de Madrid, y Directora del Centro de Investigaciones en Derecho de la Ancianidad de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario.

Para comenzar a introducir el tema, cabe la siguiente  definición a cargo de la doctora. Dabove: “La ancianidad es la última etapa que nos toca vivir, cuando tenemos la suerte de llegar a lo que se llama “edad jubilatoria, es decir 60/65 años, tanto si se la persona se encuentra o no en condiciones de jubilarse desde el punto de vista jurídico”.

Nuestra cultura tiene por costumbre caer en la conclusión de que la vejez implica la incapacidad. Es sabido que al llegar a una determinada edad, las personas pierden agilidad, sus cuerpos ya no responden como cuando eran jóvenes, y suelen tener inconvenientes propios de personas que ya han vivido muchos años, y se han encargado de llevar adelante hijos, casas, y trabajos. Y es así, que a veces las familias, ante la situación de un adulto mayor que intenta colaborar en la casa, o de hacer determinadas tareas que antes hacia con facilidad, para protegerlos o por temor a que se lastimen, lo terminan haciendo sentir como inútil o incapaz.

Por consiguiente, la doctora. Dabove explicó: “Uno de los problemas más importantes que sufre un anciano, ocurre dentro del seno familiar. La discriminación se manifiesta a través de situaciones de violencia familiar, y por otro lado por medio del abandono, afectivo en primer lugar, que luego se traduce en económico, y luego en abandono social. La violencia hacia el viejo es psicológica, no física. Al él no se le pega, sino que se lo maltrata psicológicamente, se le hace sentir que no sirve para nada, que constituye una carga para la familia, y esto sucede tanto con malas como con buenas intenciones. A veces, la familia, para cuidarlo, lo termina colocando, sin querer, en el papel de inservible, y a lo mejor el anciano está perfecto por la edad que tiene, y puede hacer muchas cosas. Esto, a la larga, va corroyendo la identidad de ese viejo. Y las capacidades que posee, que conserva, indefectiblemente las va perdiendo. De esta manera se desarrollan sistemas paternalistas excesivos”.

Por otro lado, la profesional explicitó que existe un tema fundamental, que es el amor y la sexualidad en la vejez. Dijo: “Hay un tabú social, y más aun familiar, respecto del amor y la sexualidad en la vejez. La reacción de los parientes, en casos en que un anciano decide casarse porque se ha enamorado, es casi siempre mala, se crean escenas dramáticas, se generan grandes discusiones por el simple hecho de que esta persona quiere ejercer un derecho que tiene, y que tendrá hasta el día de su muerte”. A lo anterior, agregó que ella aconseja que si la persona no ha sido declarado incapaz o inhabilitado por ley, es autónoma, tiene derecho a equivocarse, y por ende es libre de decidir por si misma. La familia debería aceptar su voluntad.
En cuanto a la sexualidad en la vejez, la sociedad en general ve como una degeneración que una persona anciana, ya sea varón o mujer, tenga una necesidad sexual, y de esa manera tenga un encuentro con alguien para desarrollar este aspecto de su vida. “Se piensa que la sexualidad es exclusiva de la juventud, y se olvida que forma parte de las necesidades biológicas del ser humano, como comer, comunicarse, entre otras.”

¿Hasta que edad una persona está capacitada para decidir y actuar por sí mismo, es decir, es capaz con todo el sentido de la palabra?
Según la doctora, en este punto suelen existir confusiones: “desde el derecho la persona es capaz desde los 21 años, como está inscripto en nuestro Código Civil, a menos que se la haya emancipado judicialmente, o por autorización de los padres, o bien por matrimonio. Esa capacidad es plena a partir de dicha edad, y la misma no se pierde, a menos que el sujeto fallezca, o que a la se lo incapacite o inhabilite por medio de la ley. La capacidad es un atributo de la persona, del ser humano, así es como lo entiende el Derecho, y eso le permite a la persona decidir, ejercer, y realizar su vida, siempre en el marco de la ley. Ninguna persona por llegar a una determinada edad se incapacita automáticamente, es decir, ella sigue siendo capaz jurídicamente hablando”.

Existen dos mecanismos que son utilizados para los casos extremos. Por un lado, la “incapacitación” que se efectúa cuando el individuo es afectado por demencia grave (por ejemplo, si padece Alzheimer). La persona ya no podrá ejercer sus derechos, sino que lo hará por medio de un representante, que se encargara de decidir en su lugar.

En segundo lugar, la “inhabilitación” es la otra opción, a través del cual se protege al anciano cuando se presentan casos de: embriaguez habitual, uso de estupefacientes, entre otras. Cabe mencionar que la persona no pierde la capacidad de ejercer sus derechos, como sí ocurre en la incapacitación, pero los mismos tienen que ser ejecutados con la asistencia de un curador, siempre que se trate de la administración de sus bienes, y no en otros, por ejemplo, cuando se quiere contraer matrimonio.




Estudiando la ancianidad

El Centro de Investigaciones en Derecho de la Ancianidad de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario, dirigido por la doctora Dabove, es único con sus características en el país. En el mismo se trabaja de manera interdisciplinaria, y está integrado por Abogados, Trabajadores Sociales, Médicos, Terapeutas Ocupacionales, Psicólogos, un Arquitecto, y un Economista, y estudiantes de Derecho, Comunicación Social, y Medicina. Esta unidad se dedica a indagar acerca de los derechos del anciano, así como su integración a la familia y a la sociedad.

Las actividades que se desarrollan en el Centro son de investigación, docencia, y además se realizan tareas de extensión, es decir, acciones dirigidas a la comunidad y no a la Facultad. Este año, por sexta vez consecutiva, se reeditará el ciclo de cine “La ancianidad con los ojos del cine”, y desde el 2007 la idea es “ir hacia” las instituciones, modalidad itinerante por la que se ha optado para acercar a distintos geriátricos, y puntos estratégicos de la ciudad de Rosario, buenas películas para que sean disfrutadas especialmente por los ancianos.

Es importante destacar que el Centro de investigaciones brinda asesoramiento jurídico gratuito a personas mayores sobre los derechos de la ancianidad. El mismo es llevado a cabo todos los jueves de 16:00 a 18:00 horas, en la Facultad de Derecho, primer piso. Por consultas, e inquietudes, dejamos a su disposición el correo electrónico del centro: centro_ancianidad@yahoo.com.ar

Varias maneras de decirlo

Detrás de los distintos modos que se utilizan generalmente para denominar a esta fase como “Tercera edad”, “adultos mayores”, o “personas de edad”, hay una ideología, una manera de entender la vida, pero todas tienen algo en común: esconden el propósito de no decir con todas las letras que estamos hablando de “los viejos”, de los ancianos, de aquellos que están atravesando la parte final de sus vidas. Como subrayó la doctora Dabove: “Esta estrategia de ocultamiento de la última etapa viene asociado con un miedo ancestral a vivir este ultimo estadio. Sabemos que la vida se cierra con la muerte, de manera que tomar conciencia de que estamos atravesando la última etapa, significa asumir también que nos vamos a morir. Esto influye en la cultura para no llamar a las cosas por su nombre”.

Una de las temáticas que han sido más discutidas desde el centro de estudios es la manera de nombrar a la última etapa. “Se conversa bastante sobre este tema, y se ha llegado a la conclusión de que el término “ancianidad” es el más neutral, ya que no conlleva connotaciones peyorativas como la palabra “viejo”, pero tampoco oculta el hecho de referirnos a personas que están experimentando la mencionada fase de la vida. Cabe aclarar que la palabra “ancianidad” viene del Romance, de fines de la Edad Media, y significa “el de antes, el que tiene un pasado mayoritario a la esperanza de vida que le toca transitar”.

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