Envejecimiento normal
El envejecimiento es un proceso normal de la vida. La
vejez puede llegar a ser un camino hacia la sabiduría o por lo contrario
hacia la declinación del sujeto.
Los cambios que aparecen con el envejecimiento en general
responden a un paulatino enlentecer de las funciones orgánicas, debido a
una gradual declinación en la actividad celular.
Estos cambios no se presentan en forma uniforme en todas
las personas: en algunos es más rápido y de aspecto dramático, en otras
es lento y menos significativo.
La diferencia no está dada solamente por la diversidad de
contextura orgánica, sino también por la estructura psíquica de cada
persona y la manera como se posiciona frente a las vicisitudes del
envejecimiento.
Los avatares del tiempo ponen a prueba y cuestionan la
propia identidad, produciendo heridas en la autoestima. Pero una persona
que puede aceptar el paso de los años, que puede aceptar el declinar de
algunas funciones e irlos acompañando; puede encontrar recursos para
recomponer su autoestima.
Desde nuestro psiquismo inconsciente, la vejez no existe.
Lo que si existe es el trabajo psíquico del envejecimiento, que consiste
en ir metabolizando las marcas del tiempo, en la medida que se lucha
por sostener la esencia de la persona, e ir atesorando la experiencia y
la sabiduría.
Este trabajo psíquico parte del reconocimiento de las
primeras limitaciones, de los primeros cambios corporales y el declinar
de algunas funciones, los cuales van acompañados de angustia, que en
algunos casos puede paralizar. No todas las personas tramitan de la
misma manera la angustia que genera el envejecimiento. Depende aquí de
los recursos psíquicos de cada uno y la actitud frente a la vida. El
reconocimiento de la propia angustia permite su elaboración y la
puesta en marcha de los mecanismos necesarios para compensar pérdidas
con ganancias.
No todo es pérdida en la vejez: las mismas limitaciones
hacen que pueda disfrutar de cosas que antes no podía o no tenía tiempo
para hacerlas.
Si bien hay una disminución de las funciones (hay menos
vista, a veces dificultad en la audición, etc.), y aún considerando el
dolor y el desasosiego que ello produce, estos mismos tienen su lado
positivo.
Es cierto que un anciano camina más lento, pero también
tiene menos apuro y puede disfrutar otras cosas para las que antes tenía
menos tiempo.
No necesita recurrir al pasado idealizado y decir: “yo en
el pasado podía tal cosa..”que lo instalaría en una situación
nostalgiosa.
Por el contrario, aceptar el propio proceso de
envejecimiento, como hecho natural de la vida, permite construir un
proyecto diario que le organice la vida. Desde ir a la plaza, asistir a
un taller, tejer para sus nietos, cuidarlos en ocasiones, empezar una
carrera, estudiar un idioma, realizar un deporte, aprender computación
.......
Es la etapa de la vida que permite la concreción de las
asignaturas pendientes, y la realización de los deseos inconclusos.
Un adulto mayor que acepta un proceso de envejecimiento
normal es aquel que es capaz de cuidarse, intentar valerse por sí mismo a
pesar de las enfermedades y patologías posibles, mediante la
posibilidad de compensar pérdidas con ganancias.
Una persona que atraviesa un envejecimiento normal, no es
necesariamente una persona sana, sino una persona que está en
condiciones de hacerse cargo de su salud y su enfermedad, aunque en
ciertos casos necesite de la atención y cuidado de los otros.
Riesgos de la tercera edad
Toda persona mayor debe atravesar por situaciones de
pérdidas y duelos, pero no todo el mundo los atraviesa de la misma
manera. Se envejece como se ha vivido.
Llega mejor a la vejez quien es capaz de enfrentarse a sus
propias limitaciones y puede implementar recursos para encontrar una
salida creativa frente al desamparo que a todos nos atraviesa.
Ante el envejecimiento , una persona puede:
1) Lamentarse ante el paso del tiempo, sosteniendo que “
todo lo pasado fue mejor”, y en algunos casos con una dependencia total
de los otros.
2) Negar el paso del tiempo, realizar una elaboración patológica de los duelos.
“Yo no necesito a nadie”
“No me pongo los lentes porque me avejentan”
“No uso bastón porque me hace viejo” aunque tiene dificultades para
caminar.
Al no poder aceptar su propio envejecimiento no pueden poner en marcha
los mecanismos de auto cuidado, colocándose en situación de riesgo.
3) Y aquellos que pueden procesar sus pérdidas , elaborando
adecuadamente sus duelos, implementando mecanismos de auto cuidado y
pudiendo elaborar un proyecto diario de vida.
El trabajo preventivo en la vejez permitirá anticipar a edades más
tempranas la posibilidad de la elaboración del envejecimiento gradual.
Son cuestiones que el ser humano debe revisar a lo largo de toda su
vida, es una postura frente a la vida. Se envejece como se ha vivido. El
problema no es la vejez, sino la actitud frente a ella.
Pero para que el adulto mayor pueda desplegar su proyecto de vida,
implementando salidas creativas, es necesario una sociedad con sus
instituciones que propongan actividades de recreación, y una
infraestructura que proteja su salud y les permita seguir siendo
sujetos activos, con propuestas de trabajo, para aquellos que deseen
hacerlo.
La Fundación Ciap, a través del equipo de adultos mayores, brinda un
servicio a la comunidad, no sólo desde la asistencia, sino también
realizando diversos talleres: de memoria , reflexión, de cuento, del
cuerpo, los vínculos etc. con el objetivo de convocarlos a integrarse a
grupos de pertenencia.
Los grupos brindan a los adultos mayores la posibilidad de estar entre
pares, poder intercambiar experiencias de vida, compartir proyectos....
Es un espacio donde pueden escuchar y ser escuchados acerca de las
vicisitudes de la tercera edad, y comprobar que uno no está solo y que a
los otros les pasa lo mismo , lo cual causa mucho alivio.
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