miércoles, 20 de julio de 2011

SIGAMOS JUGANDO POR NUESTRA MEMORIA

El Juego y la Memoria en los adultos mayores


“Todo empezó como jugando”…. dice una canción de César Altamirano. El juego siempre ha sido parte de nuestras vidas y no está supeditado a una sola etapa, sino que acontece a lo largo del tiempo, “jugamos para hacer amigos, competir, tomar decisiones, ganar o perder y a veces, hasta nos “jugamos la vida””


El Juego en el Proceso EducativoEl juego nos permite aprender y como tal puede estar vinculado a todo proceso educativo. Es la educación popular la que introduce el juego en la educación de adultos “para facilitarle al común mortal, el acceso a temas tan serios como la organización y planificación, así como el análisis estructural, ideológico, económico y político” En la educación con adultos mayores, el juego no es la excepción. Sea que la persona mayor esté inscripta en un programa universitario; en cursos y talleres no formales, siempre encontraremos al juego como herramienta o estrategia metodológica. En ese sentido, el juego puede ser una herramienta muy útil que acompaña los diversos ejercicios de estimulación cognitiva, para hacerlos más amenos y llevaderos.
El Juego y la CreatividadOtro de los beneficios de las actividades lúdicas es la posibilidad de fomentar la creatividad. El adulto mayor necesita liberarse, divertirse, darse permiso a descubrir nuevas potencialidades y posibilidades en esta etapa que atraviesa. La actividad lúdica en sus diferentes expresiones le va a permitir redescubrirse, potenciar su creatividad, abrirse a nuevas experiencias, combatir los prejuicios y estereotipos, expresarse libremente. Esta actitud, es la que nos interesa rescatar, preservar, y acrecentar en el adulto mayor. Esta actitud será la que contribuya a mejorar su calidad de vida.


Promoviendo la socializaciónEl establecer nuevos vínculos sociales en los grupos está considerado en sí mismo un efecto preponderante dentro del proceso de estimulación cognitiva. El hecho de tener un ámbito donde me pueda encontrar para conversar, para desafiarme, para dar lugar a la sana competencia, para compartir pequeños y grandes logros en el aprendizaje es liberador. Estos vínculos obviamente trascienden el espacio de los talleres, llegándose a consolidar fuertes grupos de pertenencia.


Otros beneficiosEl juego puede contribuir al recuerdo, brindando estímulos para que nuestra memoria logre ubicar acontecimientos que sucedieron hace mucho tiempo, y a que a su vez puedan traer recuerdos de personas, afectos y momentos significativos. También puede ayudar a bajar la ansiedad ante los desafíos que presenta un ejercicio, brindando mayor confianza, seguridad y comodidad a los mayores para asumir nuevos desafíos.


Nuestra ExperienciaA los talleres de entrenamiento de la memoria llegan generalmente adultos mayores cuyas edades fluctúan entre 60 y 90 años. Generalmente son personas autoválidas, algunos profesionales, muchos de ellos jubilados. En su mayoría arriban con quejas mnésicas: el olvido de dónde dejaron las llaves, el nombre de una persona; la incapacidad de aprender cosas nuevas, o la dificultad para encontrar la palabra adecuada (fenómeno de “la punta de la lengua”). El temor y la desconfianza inicial se va perdiendo conforme transcurren las reuniones, al darse cuenta que no están siendo evaluados, bajando de esta manera la ansiedad frente a la evaluación, transformándose en un aprendizaje a través de dos dispositivos recreativos: el juego y la diversión.
El recorrido por las actividades recreativas sensibiliza a los adultos mayores a tomar contacto con los cambios que se van dando en la vida y con las transformaciones que recuerdan el paso del tiempo. Nosotras tomamos en cuenta esta premisa incorporando este tipo de actividades de estimulación cognitiva. De ese modo, en los talleres realizamos diversas actividades para el entrenamiento, estimulación o rehabilitación de la misma tienen como objetivo el mantenimiento de las funciones cognitivas: atención, concentración, memoria, lenguaje, orientación temporo-espacial, razonamiento, funciones ejecutivas, etc.; sin perder de vista que el fin último no es sólo la mejora cognitiva, sino también psíquica, emocional y social.
Esto les permite encontrar diversos modos de encarar su envejecimiento con creatividad, flexibilidad, promoviendo así su autonomía y afianzando el capital psíquico que posee cada uno y que plasma en el grupo permitiendo la recuperación o re-creación del lazo social, la reubicación frente a la vida y al tiempo y la construcción de una vejez con calidad de vida.

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