Aprender de ENCONTRAR PAREJA EN LA TERCERA EDAD para personas mayores pareja
Acostumbrados a vivir toda una vida junto a nuestra pareja, es normal que cuando uno de ellos deja de existir sintamos un profundo vacío, una sensación de que todo se ha acabado. Pero la vida continúa y esa es una realidad. Es muy difícil afrontar nuestra vida, nuestras mínimas costumbres, luego de pasar una situación tal, y aunque la primera reacción sea de total abandono, no debemos rendirnos, porque el mundo nos ofrece todavía más y porque, sobre todo, la otra persona sería la primera en exigirnos que sigamos hacia delante.
Bajar los brazos y rendirse implica quizá que todo lo hecho no tuvo o tuvo poco sentido. Desde muy jóvenes sabemos que la muerte es una ley de vida, pero quién nos prepara para afrontarla. Pues bien, sólo tenemos que remontarnos a miles de casos en los que la vida continuó y en los que incluso se pudo formar una nueva pareja. Para ello, nuestro presente cuenta con todo tipo de actividades que hacen nuestras vidas un poco menos solitarias. Lo importante es seguir disfrutando ahora que no debemos trabajar día a día y sacrificarnos constantemente.
Existen, por ejemplo, clubs en cada ciudad, que nos ofrecen actividades tales como bailes de salón, juegos de cartas y excursiones a distintos destinos del país y del extranjero. También tenemos la posibilidad de realizar viajes y conocer mundo, pasear por distintos países acompañados por un grupo de gente que está en nuestra exacta situación. Lo importante, llegados al caso de encontrarnos de repente en soledad, es continuar activos y ver la realidad como tal: hemos perdido a nuestra pareja, pero la vida está repleta de cosas interesantes que valen la pena conocer y disfrutar, como también lo habría disfrutado la otra persona si la situación fuera la inversa. Porque, la pregunta que debemos hacernos es la siguiente: ¿qué desearíamos para la otra persona si el que ya no estuviera fuera uno de nosotros?
Las actividades son numerosas si tenemos la voluntad para rehacer nuestras vidas o simplemente plantearlas desde otro punto de vista. De alguna forma, todas nuestras costumbres (que siempre fueron compartidas) se han transformado, y lo mejor que podemos hacer es replantear nuestra realidad y volver a construirnos de otra forma, con nuevas ambiciones, con renovadas ganas de afrontar la vida.
Siempre, lo mejor es intentar ponerse en el lugar de la otra persona y reflexionar sobre el hecho de que a ella también le hubiera gustado seguir adelante, como también a nosotros nos hubiera gustado que esa persona continuara con su vida. Luego, las cosas suceden con naturalidad, incluso el hecho de volver a encontrar otra persona con la cual compartir todo lo que nos queda por delante. Rendirse sería algo así como negar todo lo hicimos hasta ahora, aunque nos sintamos cansados y sin fuerzas. Simplemente es cuestión de buscar las actividades y las compañías que nos lleven a terminar nuestras vidas de la mejor manera posible.