sábado, 23 de marzo de 2013

AL QUE LE CAIGA EL GUANTE QUE SE LO CHANTE

Hace mucho tiempo vivía un rey malvado, a quien le gustaba maltratar y violentar a niños y adultos. Era un tirano perverso que odiaba a todo el mundo Una mañana de verano observó por la ventana que un extranjero estaba junto a su castillo. Un gran número de personas lo rodeaba y todos lo escuchaban divertidos y reían. El malvado rey abominaba la risa y la alegría y ordenó a sus guardias que aprehendieran a este hombre y lo arrojaran al calabozo. 
Por la noche cuando el rey se fue a acostar, cerró los ojos y estaba por quedarse dormido cuando de pronto vio que el extranjero estaba de pié ante él. Furioso le preguntó qué hacía en su habitación, a lo que el hombre le anunció que era un mago y estaba a punto llevarlo a un viaje. Por más que el soberano llamó a sus guardias, todo empezó a dar vueltas y cuando logró abrir los ojos, se encontraba en una ciudad hermosa, soleada y había muchas personas a su alrededor.

Pero había algo fuera de lo común en este conjunto; observó de cerca y vio que todos estaban conectados unos a los otros mediante delgados filamentos, los mismos que los ligaban con las plantas y los animales. Caminó entre ellos pero los filamentos no se rompían, eran como finos rayos de luz.
El mago le explicó que esa era la conexión que existía entre todo ser vivo del planeta que hacía que las personas dependieran unas de las otras y las plantas y los animales de ellas. Todo formaba un organismo cuyos lazos estaban formados por la energía de la bondad y la empatía que permitía que todos vivieran en paz. Si acaso las personas llegasen a romper estos lazos de amor permitiendo que se instalara el odio, la hostilidad, la intolerancia, el engaño, la avaricia, la ambición, esto acarrearía sufrimiento y dolor entre ellos. Dañar a una sola persona, podía causar la destrucción y el infortunio de muchos, incluso la ruina de los animales y las plantas.
El rey opinó que esto era una tontería y airadamente preguntó cuál era ese lugar.
 -Es tu planeta, contestó el mago. -Te estoy dando la oportunidad de observar lo que realmente existe. Normalmente no lo puedes ver porque es invisible. Necesitas comprender que al actuar mal no solamente destruyes el mundo que te rodea, sino concretamente te destruyes a ti mismo.
-Qué gran tontería, exclamó el rey, y apresurando el paso, impaciente, empujó a un pasante que cayó al río. El mago tristemente movió su mano y…
El rey despertó en su habitación de un humor terrible. De inmediato envió a los guardias a inspeccionar la prisión: el mago había desaparecido. El malvado rey montó en cólera y llamó a su caballero para que mandara ejecutar a los guardias responsables, pero resultó que el caballero se había quedado ciego. Muy temprano esa mañana había pasado a proximidad del planeta un brillante cometa y todo aquel que lo había visto había quedado cegado por su intenso resplandor, y lo peor era que la mayoría de los ciudadanos lo había visto pues todos partían a sus tareas muy de madrugada como lo ordenaba el rey.
¿Cómo era posible que los astrónomos faltaran a sus deberes? El rey gritaba cada vez más encolerizado. Las investigaciones revelaron que los astrónomos habían hecho bien su trabajo y habían enviado a un mensajero a advertir a los habitantes, pero alguien lo había empujado al río y se había ahogado.
Casi todos en el reino habían quedado ciegos. Nadie podía realizar su trabajo. Las calles eran un completo caos, los campos estaban abandonados y los animales a la deriva, las mascotas huían; todo se marchitaba y nadie podía servir al rey. El miedo y el horror se apoderaron del planeta.
El hambriento, petrificado y miserable rey quiso ocultarse, pero de pronto apareció el mago y cuando el rey estaba a punto de atacarlo vio el deslumbrante filamento que los conectaba.
-¿Todo esto es verdad?, preguntó horrorizado.
-Así es, te di la oportunidad de ver por ti mismo que todo está interconectado. Has visto que todos dependemos de todos, ¿y tú qué hiciste?
- ¿Qué puedo hacer para restaurar el daño?
Pero el mago había desaparecido en el aire, y el rey se encontraba de nuevo junto a la ventana, en un día cálido de verano como los otros y la gente pasaba. Vio al extranjero que estaba junto al castillo y las personas se reunían a su alrededor. Él platicaba con ellas y todos reían.
-¡Guardias!, gritó enojado el rey. Pero de inmediato se quedó pensativo. Vayan con ese extranjero, ofrézcanle de beber y comer. Pregunten si necesita algo más.
En el momento que dijo esto, vio que todos estaban conectados por filamentos luminosos. Y si refulgían esto quería decir que estaban plenos de bondad y empatía que circulaba a través de ellos y podían vivir felices y en paz.

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