Tenemos un concepto de la hipnosis como un método sobrenatural capaz de manipular nuestra mente, peligroso y misterioso. Se trata de una idea alentada por esos espectáculos televisivos
donde un hipnotizador es capaz de manipular a las personas para hacer
cosas en contra de su voluntad. Desde ese punto de vista, la hipnosis sí
resulta un tanto peligrosa, pero deberíamos aprender a distinguir el
circo de la realidad.
La hipnosis como tratamiento
La hipnosis puede llegar a ser un tratamiento médico que, combinado
con otras terapias, puede ayudarnos a resolver infinidad de problemas de
salud. No sólo ayuda a mejorar problemas emocionales como la ansiedad,
el estrés o las fobias, sino que también puede ser útil para aliviar el dolor o resolver trastornos del lenguaje.
Además, la hipnosis se revela también como un tratamiento efectivo
para superar adicciones a la drogas o al alcohol, y también para dejar de fumar
De hecho, cada vez son más las personas que se animan a una sesión de
hipnosis en su lucha contra el tabaco animadas por el éxito de algunos
conocidos. Asimismo, supone una ayuda en la recuperación de los
pacientes con trastornos alimentarios como la anorexia o la bulimia.
En cualquier caso, y para que la hipnosis resulte beneficiosa, es muy
importante ponernos en manos de profesionales y evitar a todos esos
posibles estafadores que trabajan con la hipnosis como
si fuera un arte de brujería. Porque de lo que en realidad se trata, es
de llegar a un estado de consciencia distinto del habitual, algo que
puede ayudarnos a eliminar determinadas conductas que perjudican nuestra
salud.
Cómo funciona la hipnosis
La hipnosis consta de tres fases o niveles de concentración. Normalmente, para ayudar en los tratamientos médicos de algún problema de salud, basta con alcanzar la primera fase, donde el hipnotizado alcanza una gran concentración
y siente una pesadez corporal que dificulta sus movimientos.
Progresivamente, y si la situación lo requiere, el hipnotizador o
terapeuta puede avanzar hasta la fase tres donde se alcanza el nivel
máximo de concentración.
Parece conveniente eliminar algunos de los mitos que existen en torno
a esta técnica de la hipnosis. Se considera frecuentemente que las
personas que son hipnotizadas tienen debilidad de carácter o poca
inteligencia; todo lo contrario, para una sesión de hipnosis se requiere
una gran capacidad de concentración que no todos pueden alcanzar. Por
este mismo motivo, y en contra de lo que vemos en la televisión, no se
puede hipnotizar a una persona en contra de su voluntad.
A pesar de la relajación muscular y de la sensación
de incorporeidad que puede llegar a alcanzarse, no se puede levitar, tal
y como no quieren hacer ver desde determinados espectáculos. Para una
mayor tranquilidad, cabe decir que en un caso extremo, si el
hipnotizador no quiere revertir la técnica, la hipnosis lleva con el
paso de las horas a un estado de sueño normal , del que nos despertaríamos de forma natural sin rastros de la sesión de hipnosis.
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