Nos
pasamos la vida hablando del amor, y muchos de nosotros ignoramos el
verdadero significado que tiene esa palabra, porque lo confundimos con
atracción o deseo, amistad o pasión.
Cuando
amas, te das cuenta de que si genera desdichas es porque aún no ha
aprendido a sembrar alegrías, y en ocasiones haces que la otra persona
se sienta tan vacía y carente de sentido, que no pueda confiar ni
siquiera en ella misma. El que ama, no hace daño. Nada es mas importante
que ver la felicidad en los ojos y en la mirada del que amas.
Amar es comprender que detrás de la coraza de cada uno de nosotros, se encuentra un corazón sensible y solitario.
Amar
es descubrir por encima de cualquier apariencia, la verdadera intimidad
del que amamos, y apreciar honestamente su grandeza, como una expresión
única e irrepetible de la vida.
Amar
es permitirle al otro que conozca el ser que verdaderamente eres, sin
adoptar actitudes prefabricadas para causar una impresión favorable; es
exponer tus deseos y necesidades, sin esperar que se haga responsable de
saciarlas; es expresar tus ideas sin pretender convencer de que son las
correctas.
Amar
también es disfrutar del privilegio de ser tú mismo frente al otro, sin
pedirle reconocimiento alguno, y de esta forma, irte encontrando a tí
mismo en facetas nuevas y distintas; es ser sincero, y sin miedo ni
vergüenza, decirle con la mirada clara, "este soy yo, en este momento
de mi vida, y esto que soy, con gusto y libremente contigo lo
comparto... si tu quieres recibirlo".
Cuando amas, reconoces y respetas sus limitaciones, y lo ves con aprecio, sin idealizarlo.
Amar
es no exigirle al otro que actúe de acuerdo con tus expectativas, es
valorarlo por ser quien es, no por como tú desearías que fuera, es
confiar en su capacidad de aprender de sus errores y levantarse de sus
caidas mas fuerte y mas maduro, y comunicarle tu fe y confianza en su
poder como ser humano.
Amar
es reconocer y mostrar que esa otra persona tiene el derecho de elegir
su propio camino, aunque éste no coincida con el tuyo, es permitirle
descubrir su verdad interior por sí mismo, a su manera, apreciarlo sin
condiciones, sin juzgarlo ni reprobarlo, sin pedirle que se amolde a tus
ideales. Amar es aceptar.
Cuando
amamos, sabemos aceptar su experiencia sin pretender modificarla sino
comprenderla; le ofrecemos un espacio en el que pueda descubrirse sin
miedo a ser calificado, en el que sienta la confianza de abrirse sin que
se sienta forzado a hacerlo.
Amar
es atreverse a mostrarse indefenso, sin poses ni caretas, revelando tu
verdad desnuda, honesta y transparente, es descubrir al otro tus propios
sentimientos.
Cuando
amas, disfrutas de la fortuna de poder comprometerte voluntariamente y
de responder de forma activa, a su necesidad de desarrollo personal; es
creer en tu pareja cuando duda de sí mismo.
Cuando
amas, contagias tu vitalidad y tu entusiasmo cuando la otra persona
flaquea, animarlo cuando titubea, tomarlo de las manos con firmeza
cuando se siente débil.
Amar
es confiar en él cuando algo lo agobia, y acariciarlo con dulzura
cuando algo le entristece, sin dejarte arrastrar por su desdicha; es
compartir el presente por el simple gusto de estar juntos, sin ataduras
ni obligaciones impuestas.
Amar
es atreverse a expresar el cariño espontáneamente a través de tu
mirada, de tus gestos y sonrisas, de la caricia firme y delicada, de tus
besos, con palabras sinceras y sencillas.
Amar
es hacerle saber y sentir cuánto lo valoras por ser quien es, cuanto
aprecias sus riquezas interiores, aún aquellas que el mismo no conoce.
Amar,
es amar al otro en su totalidad, es amar su autentica naturaleza humana
tal como es, y por tanto, es amarte a tí mismo y sentirte orgulloso de
ser una nota en la sinfonia de este mundo.
¿Cuantos
de nosotros sabemos hacerlo?, ¿Cuantos de nosotros podemos?. Amar no es
facil, ni todos llegan a conseguir ese privilegio, por eso, los que lo
han conseguido, deberían de sentirse unos privilegiados.
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