ADULTOS DE LA TERCERA EDAD.
Hasta ayer las personas querían vivir muchos años, hoy ya son legión
las que además, tienen la voluntad de prepararse para vivir muchos
años, y los van a vivir, es la naturaleza la que lo anuncia y todos
sabemos de las consecuencias de querer poner trabas a la vida, por lo
que es necesario que antes de decirnos que vamos a ayudarles, empecemos
a prepararnos para cambiar nuestra forma de verlos, única manera de
poder proporcionándoles sus herramientas necesarias.
El adulto mayor no quiere compasión, está vivo, lo que quiere es
el respeto merecido para seguir sirviendo, tan solo pide eso. Muchos
solo reclaman la libertad necesaria para cumplir con sus
responsabilidades, a veces –en una primera lectura- en franca
competencia con nuestros intereses. No quieren ser tratados como
dependientes. Ellos al igual que ayer, quieren seguir siendo participes
de la vida, sujetos de pleno derecho en la toma de decisiones, y todo
con el respeto debido; un mayor no es nuestro invitado, aunque a veces
le podamos colgar el marchamo de invitado de honor. Un mayor, es uno más
en el engranaje de nuestra sociedad.
Apartar a un mayor es tan grave como apartar a cualquier otro sujeto.
Además ¿por qué un mayor no puede tener proyectos de vida? La ciencia
le ofrece esperanza de vida a la vez que la sociedad le niega, le obliga
a renunciar a su propósito, a su aspiración vital y necesaria.
Hoy el hombre sabe que va a vivir casi el doble de sus abuelos, que
muchos de ellos se mantendrán vivos pasados los ochenta, y que los hijos
cuando ya estén rozando las tres décadas abandonarán el hogar de toda
la vida dejando a sus padres solos, o en el mejor de los casos con una
ayuda domestica, y a esta realidad tenemos que empezar a acostumbrarnos,
por lo que es un buen momento para empezar a proporcionar a los hijos
las herramientas que necesita para acompañar a sus padres, ayudarles a
ser, entregándoles pautas para potenciar su autonomía mental y física.
Si vamos a vivir hasta los cien años, la probabilidad de que casi
todos los mayores vayan a tener alzhéimer puede crecer, y pocos serán
los hijos que hereden las empresas de sus padres. Tan solo hace cuarenta
años en una familia de empresarios, un joven al finalizar a los
veintitrés años la carrera y/o el Servicio Militar, sus padres rondaban
poco más de cincuenta años, con lo que la probabilidad de hacerse cargo
de ella de manera más o menos inmediata era alta. Hoy, un joven va a
tener que compartir, esperar más de cuarenta años para heredarla. ¡Va a
tener que esperar toda una vida!, con lo que las expectativas y metas
de hoy no pueden ser las mismas.
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