sábado, 24 de julio de 2010

MAYORES DE60

MUJERACTUAL
Pareja de personas mayoresNo cabe duda de que el ser humano es básicamente interdependiente y conforme avanza el tiempo y van pasando los años, esto se acentúa aún más dentro del matrimonio. Aunque esto no quiere decir que el amor de la juventud se haya difuminado tras el paso de varias décadas de convivencia, no tiene porqué haber ningún impedimento para que la pareja siga siendo activa afectiva y sexualmente.
Al inicio de cualquier relación de pareja la atracción y el físico suelen tener gran relevancia, pero con el paso de los años estos factores irán perdiendo peso conforme otros como el compromiso, la estima, la solidez y la estabilidad, van cobrando mayor importancia.
Durante este período evolutivo y cambiante de la pareja, es habitual que se sufran ciertas crisis. Y precisamente, la capacidad que se tenga para superarlas, unida al grado de independencia que la pareja tenga (respecto a los hijos, el trabajo, el estrés cotidiano, etc.) serán los puntos clave que determinarán el tipo de convivencia de la pareja anciana. Otros factores como superar unidos una importante enfermedad o una crisis económica, tener la mismas aficiones, planificar juntos las vacaciones, la educación de los niños, la economía doméstica, etc., pueden contribuir también a que la pareja se consolide con mayor fuerza.
Lógicamente, para la pregunta que planteaba nuestro título, cada pareja tendrá su propia respuesta, respuesta que vendrá marcada por el tipo de vida y de relación que éstos hayan mantenido a lo largo de su matrimonio. Con este artículo lo que pretendemos básicamente, es poner de relevancia que es precisamente en la vejez cuando más claramente se ve si la vida de los cónyuges ha corrido paralela, o si éstos han tomado caminos diferentes a lo largo de su convivencia.
Y es que los recién casados, enamorados y solos, viven el uno para el otro, pero con los años vienen los hijos y con el nacimiento de éstos la vida de la pareja quedará diluida dentro del núcleo familiar. Ahora (y durante largos años) la pareja ya no estará sola y su preocupación por la educación de sus hijos, la economía familiar, diversos problemas domésticos y profesionales y otros avatares de la vida cotidiana, propiciará que el diálogo sobre asuntos más personales y propios de la vida afectiva de la pareja queden relegados a un segundo plano, en ocasiones, casi olvidado. Situación que no se pondrá de manifiesto hasta que los hijos se independicen, regresando de nuevo a la soledad inicial.
Llegados a este punto, la pareja se reencontrará pudiendo hacer todo aquello que no pudieron en el pasado, o por el contrario descubrirán el vacío que ha dejado en sus vidas la partida de los hijos y la falta de intereses o ilusiones comunes que compartir con el cónyuge tras tan largo paréntesis. A veces la situación resulta tan insostenible que acaba en ruptura, claro que esto, se hubiera podido evitar si la pareja hubiese sabido reservar un hueco en sus vidas para salvaguardar su intimidad. Prueba de ello es que los matrimonios sin hijos suelen llegar a la vejez con una relación más sólida como pareja; y es que, por una parte, éstos están más acostumbrados a la soledad, y por otra, nos guste o no, los hijos constituyen cierto obstáculo para nuestra independencia y nuestra relación interpersonal.
Pero si hemos sabido conservar cierto grado de independencia en nuestra relación, ya sea por objetivos o aficiones comunes, o manteniendo una vida social activa (salir con otras parejas con las que dialogar, jugar, pasear o bailar... puede enriquecer mucho nuestra relación de pareja), al llegar a la vejez nuestra vida se puede asemejar mucho a una verdadera luna de miel, pues si existe una buena compenetración, ahora dispondremos de todo el tiempo del mundo para convivir con la persona amada. Por eso no es de extrañar que al llegar a esta etapa de la vida, aumente la demanda sexual (pese a lo que contrariamente se suele pensar), pues si la rutina y el aburrimiento son motivo de desgana y apatía, al disminuir otros factores como el estrés, la fatiga y las preocupaciones en general, muchas son las parejas que ven aumentadas sus relaciones sexuales.
Ya sabemos que la capacidad orgásmica no se ve afectada con el paso de los años, por tanto, no cambiará el fondo aunque si la forma, pues en la vejez las relaciones se vuelven mas tiernas, serenas y comunicativas, no hay prisas..., tan solo el deseo de amar al ser querido, ¿será precisamente entonces cuanto comprendamos lo que significa realmente... hacer el amor?

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