Por Alicia G.Arribas / Agencia EFE
Madrid- La
actriz y cantante Sara Montiel, fallecida hoy inesperadamente en su domicilio
de Madrid, será enterrada mañana en el cementerio de San Isidro, en cuyo
tanatorio acaba de ser instalada su capilla ardiente, han informado a EFE
fuentes familiares.
La artista,
de 85 años, falleció sobre las diez de esta mañana cuando estaba en su casa en
compañía de su hija, Thais, y de su gobernanta, Ana, según las mismas fuentes.
Thais y
Zeus, los hijos que Sara Montiel, nacida como María Antonia Abad Fernández en
Campo de Criptana (Ciudad Real) hace 85 años, adoptó con su tercer marido, Pepe
Tous, están ya en el tanatorio junto a otros familiares.
El
periodista José Manuel Parada ha asegurado a la salida del domicilio de la
artista, en el madrileño barrio de Salamanca, que ha sido "una muerte que
no se esperaba nadie", porque "estaba preparando su maletita para ir
a visitar a unos médicos para una revisión de rutina y en ese momento se ha
encontrado mal y ha fallecido".
Se refería Parada
a que hoy tenía previsto viajar a Oviedo para acudir a la consulta del doctor
Fernández Vega, en la que fue tratada el pasado mes de enero de la lesión en un
ojo que se produjo en un accidente doméstico.
La
representante, "y por encima de todo, amiga,", Carmen Grey, ha
explicado a EFE que "anoche estaba perfectamente" y que, aunque tenía
"los achaques propios de su mujer de su edad, gozaba de buena salud".
"Me
contó lo del viaje y me preguntó qué película estaba viendo yo por televisión.
Y las dos estábamos viendo la misma, Siete almas", protagonizada por Will
Smith, que programó La Primera de TVE.
Sara
Montiel "estaba bien, normal -ha insistido Grey-. Me dijo que me fuera a
acostar, que ella iba a hacer lo mismo", ha añadido.
Trayectoria
artística
La actriz
cumplió 85 años en marzo. Con su chispa de siempre, ácida, mordaz, provocativa,
sus últimas apariciones en los medios, que tanto la encumbraron como la
vapulearon, fueron para desmentir su muerte: "Estoy muy bien gracias a
Dios", dijo. Y lo creímos. Sara, "Saritísima", parecía inmortal.
Porque
María Antonia Abad Fernández, nacida en Campo de Criptana (Ciudad Real) en un
momento en el que nadie soñaba siquiera con Hollywood, tan triste, tan gris y
tan pobre era España en 1928, siempre supo que sería una estrella.
De origen
humilde, huérfana de padre y estudiante interna en un colegio de monjas en
Orihuela (Alicante), la joven María Antonia sólo quería cantar y ser actriz.
Siendo
apenas una niña, unos productores la escucharon cantar una saeta durante una
procesión de Semana Santa y la contrataron por 500 pesetas al mes.
Con ese
"dineral" se trasladó con su madre a Madrid y recibió clases de
dicción y canto. Allí fue descubierta, con solo 15 años, en un concurso de
jóvenes talentos por Vicente Casanova, fundador de la emblemática Cifesa.
Así comenzó
una carrera marcada por unos labios sensuales, unos ojos almendrados de color
miel y unas preciosas piernas rematadas en una cadera oscilante de minúscula
cintura, tan al gusto de la época, que no solo enamoró a los galanes del
celuloide sino que mantuvieron a María Antonia en el candelero nada menos que
cincuenta años.
Trabajó en
más de medio centenar de películas en España, México y Estados Unidos, junto a
artistas de la talla de Raf Vallone (su partenaire en "La
violetera"), Burt Lancaster, Joan Fontaine, Vincent Price o Charles
Bronson; Dolores del Río, María Félix, Agustín Lara o Pedro Infante.
De la época
estadounidense son "Veracruz" (1954), a las órdenes de Robert
Aldrich; "Dos pasiones y un amor" (1956), de Anthony Mann; y
"Yuma" (1957), de Samuel Fuller, entre otros.
En España
protagonizó uno de los grandes éxitos del cine español "El último
cuplé" (1957), de Juan de Orduña, que la convirtió en un mito erótico.
Su público,
un público gris y triste de posguerra española, sintió una bocanada de aire
fresco en sus seductoras canciones, susurradas más que cantadas, a la estela de
un puro (imagen que siempre la acompañó): "Fumando espero",
"Bésame mucho", "La violetera" o "Amado mío".
En la meca
del cine americano firmó contratos millonarios para Warner Bross y United
Artits, trabajó con directores como Anthony Mann, quien fue su primer marido,
cuando la estrella ya había amortizado su nombre en las pantallas españolas.
Desde su
debut, en 1944, en "Te quiero para mí", de Ladislao Vajda, junto a
Fernando Fernán Gómez, hasta "Veracruz" (1954), la primera americana,
Sara Montiel rodó seis largometrajes.
"Bambú"
(1945), de José Luis Sáenz de Heredia, con el que repitió en "Mariona
Rebull" (1946); "Don Quijote de La Mancha" (1947), de Rafael
Gil; "Locura de amor" (1948) y "Pequeñeces" (1949), ambos
de Juan de Orduña, y "El capitán Veneno" (1950), de Luis Marquina.
Antes de
Hollywood, la racial María Antonia marchó en 1950 a México, donde participó en
13 películas y obtuvo grande éxitos, como "Piel canela" (1953), de
Juan J. Ortega.
Después de
"El último cuplé", la cinta por la que ya siempre será recordada, se
puso a las órdenes de Luis César Amadori en "La violetera" (1958),
"Mi último tango" (1960) y "Pecado de amor" (1961); de
Tulio Demicheli en "Carmen la de Ronda" (1959) y "La mujer
perdida" (1966), y de Alfonso Balcázar ("La bella Lola", 1962).
Con Rafael
Gil trabajó en "La reina del Chantecler" (1963) y "Samba"
(1964); con Ladislao Vajda en "La dama de Beirut" (1965); con Luis
Marquina y Jorge Grau en "Tuset Street" (1968); con Mario Camus, en
"Esa mujer" (1969) y con Juan Antonio Bardem, en "Varietés"
(1971).
A partir de
los setenta se volcó en la música y grabó y actuó en directo ("Bésame
mucho", "Sara y...punto", "Saritísima",
"Saritízate", "Sara de La Mancha" o "Ven al
Paralelo"), en espectáculos muy ovacionados con los que recorrió España y
EEUU, donde llegó a actuar en el Hall Lincoln Center de Nueva York.
Su último
largometraje, "Asaltar los cielos", de José Luis López Linares, en
1996, dio paso a una nueva dimensión de la artista, ya cumplidos los setenta
años.
En 2000
presentó su biografía "Toda una vida" y, dos años más tarde, el
volumen "Vivir es un placer", ambos escritos por Pedro Manuel
Villora; dos años después se estrenó el documental "Sara, una
estrella" sobre su vida personal y artística.
Colaboró
con Alaska en el tema central del disco de Fangoria "Absolutamente"
(2009), y en 2011 regresó al cine tras casi 40 años de ausencia con la comedia
"Abrázame", rodada en su Mancha natal donde se interpreta a sí misma.
Su azarosa
vida sentimental incluyó cuatro maridos: Anthony Mann, del que se separó en
1961 y obtuvo la nulidad en 1963; el productor José Vicente Ramírez Olalla, al
que se unió en 1964; y, en 1979, con el que ella llamaba el amor de su vida, y
tras nueve años de convivencia, el industrial mallorquín Pepe Tous.
Con Tous,
fallecido en 1992, con el que adoptó a sus dos hijos, Thais y Zeus.
A los 75
años se volvió a casar, esta vez con un cubano cuarenta años menor que ella,
Tony Hernández, con el que terminó "como el rosario de la aurora".
Sus amores
"imposibles" fueron mucho más elevados: el premio Nobel de Medicina
Severo Ochoa, el poeta León Felipe, el dramaturgo Miguel Mihura, el cineasta
Mario Camus, y el director Ernest Hemingway.
Medalla de
Oro al Mérito en el Trabajo (2008); Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes
(1958); Actriz del Año (1959) y Disco Oro en 1959, por "La
violetera", recibió la Medalla de Oro de la Academia Española de Cine en
1997 y el guila de Oro de Hollywood (el Oscar hispano) en 1986, entre sus más
destacados galardones.
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