Llévame al baile hijo,
que aún no estoy tan vieja
¡Quiero lucirme contigo!
bailando en tus brazos.
Llévame al teatro, hijo,
que aún no estoy tan ciega,
escucharé los preludios
contigo a mi lado, bien cerca.
Llévame a la calle, hijo,
aún tengo piernas,
a caminar sin rumbo fijo,
a tu lado, no me sentiré vieja.
Háblame con cariño, hijo,
no me retes ni te exaltes,
los viejos somos como niños
que nos mimen, nos sonrían,
sin desaires.
Festeja mis ocurrencias
no critiques mis locuras
trataré de ser valiente,
aunque surjan amarguras.
No me alejes de tu lado,
no me hables con engaños;
tengo aún mi mente clara,
los recuerdos son de antaño
Ven a verme a casa, hijo,
yo no te pediré nada.
solamente tu presencia
y contemplar tu linda cara.
No me dejes triste y sola
ni me metas a la cama
los doctores se equivocan
“el dolor esta en el alma..
Enfrentar la vejez..
Es un poema muy bello y conmovedor que nos invita a la reflexión
permanente sobre la realidad del día a día que les toca vivir a nuestros
abuelitos(as) y si nos sinceramos de corazón, muchas veces esta
situación esta presente dentro de nuestros hogares o entornos más
cercanos... Que duro debe ser envejecer y sentir la soledad e
indiferencia, de personas que muchas veces son tu propia familia, tus
hijos, tus hijas en fin, nadie merece semejante dolor ni tristeza, solo
nuestro Creador nos puede juzgar... Este poema anónimo es un himno de
amor y humanidad , es un grito de auxilio... es un llamado urgente a
revisar nuestras conductas y prioridades como personas y sociedad...
Todos algún día y más temprano que tarde contemplaremos el ocaso de
nuestras vidas y seguramente desearemos estar rodeadas de personas que
nos quieran, cuiden y nos mimen... Brindemonos entonces esta hermosa
oportunidad de acompañar en su letanía a quienes tenemos por familia y
que seguramente esta esperando un acto de generosidad, de respeto y
amor... Contemplemos por un minuto su rostro y sus arrugas cuyos surcos
evidencian los dolores y tristesas más grandes que se llevan en el alma,
su pelo cano, su voz temblorosa, su andar cuidadoso y lento, su cuerpo
frágil y encorvado, su mirada triste y lejana... Es un desafío de amor
en su máxima expresión... Es una lección de hermandad que debemos
aprender y que nos debe acercar hacia lo más puro que tiene el
sentimiento humano y que es volver a ser niños.
que aún no estoy tan vieja
¡Quiero lucirme contigo!
bailando en tus brazos.
Llévame al teatro, hijo,
que aún no estoy tan ciega,
escucharé los preludios
contigo a mi lado, bien cerca.
Llévame a la calle, hijo,
aún tengo piernas,
a caminar sin rumbo fijo,
a tu lado, no me sentiré vieja.
Háblame con cariño, hijo,
no me retes ni te exaltes,
los viejos somos como niños
que nos mimen, nos sonrían,
sin desaires.
Festeja mis ocurrencias
no critiques mis locuras
trataré de ser valiente,
aunque surjan amarguras.
No me alejes de tu lado,
no me hables con engaños;
tengo aún mi mente clara,
los recuerdos son de antaño
Ven a verme a casa, hijo,
yo no te pediré nada.
solamente tu presencia
y contemplar tu linda cara.
No me dejes triste y sola
ni me metas a la cama
los doctores se equivocan
“el dolor esta en el alma..
Enfrentar la vejez..
Es un poema muy bello y conmovedor que nos invita a la reflexión permanente sobre la realidad del día a día que les toca vivir a nuestros abuelitos(as) y si nos sinceramos de corazón, muchas veces esta situación esta presente dentro de nuestros hogares o entornos más cercanos... Que duro debe ser envejecer y sentir la soledad e indiferencia, de personas que muchas veces son tu propia familia, tus hijos, tus hijas en fin, nadie merece semejante dolor ni tristeza, solo nuestro Creador nos puede juzgar... Este poema anónimo es un himno de amor y humanidad , es un grito de auxilio... es un llamado urgente a revisar nuestras conductas y prioridades como personas y sociedad... Todos algún día y más temprano que tarde contemplaremos el ocaso de nuestras vidas y seguramente desearemos estar rodeadas de personas que nos quieran, cuiden y nos mimen... Brindemonos entonces esta hermosa oportunidad de acompañar en su letanía a quienes tenemos por familia y que seguramente esta esperando un acto de generosidad, de respeto y amor... Contemplemos por un minuto su rostro y sus arrugas cuyos surcos evidencian los dolores y tristesas más grandes que se llevan en el alma, su pelo cano, su voz temblorosa, su andar cuidadoso y lento, su cuerpo frágil y encorvado, su mirada triste y lejana... Es un desafío de amor en su máxima expresión... Es una lección de hermandad que debemos aprender y que nos debe acercar hacia lo más puro que tiene el sentimiento humano y que es volver a ser niños.
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