A pesar de que los avances de la medicina en estas últimas décadas han permitido prolongar la vida, no hemos conseguido garantizar para todos aquellos que lleguen a la tercera edadque esta etapa de su vida se desarrolle con la calidad necesaria. Es una realidad contrastada que la población del mundo occidental ha ido envejeciendo progresivamente. Estimaciones muy recientes del Departamento Económico y Social de la Organización de Naciones Unidas, señalan que España tendrá en el año 2050 la población más anciana del mundo: por cada 3,6 personas de más de sesenta años sólo habrá una con menos de quince.A medida que aumenta su número, la vejez se ha ido convirtiendo en una fuente de problemas diversos (de índole personal o antropológico, de índole social y de carácter médico). A pesar de que los avances de la medicina en estas últimas décadas han permitido prolongar la vida, no hemos conseguido garantizar para todos aquellos que lleguen a la tercera edad que esta etapa de su vida se desarrolle con la calidad necesaria.Para hacernos una idea general de la situación de nuestros mayores (considerando como tales a aquellos que tienen más de 65 años), diremos que la mayoría viven en compañía de su cónyuge, siendo frecuente también los casos en los que cohabitan con sus hijos y nietos. Sin embargo el porcentaje de ancianos que viven en soledad sigue siendo muy alto (cercano al 20%), y tan sólo existen 3 plazas de residencias públicas y privadas para cada cien mayores. A estos datos hay que añadir el importante número de ancianos que viven en absoluta soledad en España (calculado en alrededor del millón y medio).
Como en casa propia….. Los ancianos prefieren mantenerse en un ambiente doméstico, en sus hogares. El problema es que suelen vivir en las casas más viejas y deterioradas, y en algunos de los casos en zonas de alta tasa de criminalidad (lo que les convierte en víctimas ideales en potencia). El vivir en su casa permite a nuestros mayores el no tener que acostumbrarse a otro entorno distinto, el poder llevar una vida más “normal” para ellos y el evitar el riesgo del desarraigo familiar. El objetivo principal de la asistencia geriátrica hoy en día es también que el anciano permanezca en su domicilio habitual, o que se reintegre a él, naturalmente en condiciones de bienestar y seguridad.Sin embargo cuando la atención domiciliaria resulte deficiente o imposible se hace preciso analizar la opción de desarrollar la atención al anciano en residencias.
Residencias, ¿la solución? Las residencias ofrecen a nuestros mayores la posibilidad de estar mejor atendidos, de poder disfrutar de la compañía de personas de su edad con las que poder charlar, pasear, compartir vivencias y experiencias, etc. Por contra está el problema ya mencionado del desarraigo familiar, así como el tener que cambiar, en mayor o menor medida, de estilo de vida. En la actualidad la mayoría de las residencias se encuentran orientadas hacia la creación de un clima “familiar”, por lo que suelen ser bastante limitadas en cuanto al número de residentes. En ellas se intentará facilitar la convivencia de todos, fomentar el apoyo mutuo y realizar actividades que permitan a los ancianos seguir sintiéndose activos y útiles. Este estilo de residencia evita la masificación, que genera despersonalización, y la pasividad, que aumenta el sentimiento de frustración.
Una nueva tendencia Durante los últimos años se está expandiendo por toda Europa la creación de construcciones y espacios destinados específicamente al acomodo de personas con edades en las que una atención médica frecuente se hace muy necesaria.Son complejos que acomodan su localización geográfica (espacios alejados de la polución de las ciudades para aliviar y mejorar la función respiratoria) y su arquitectura a las necesidades y limitaciones de nuestros abuelos.La idea reside en construir los diferentes edificios que la componen de forma que estén intercomunicados entre ellos, de manera que se pueda realizar el acceso e intercambio entre ellos de forma segura y fácil para los mayores (gracias a rampas, ascensores, pasillos, etc.).
Vida social, atención médica La mayoría de estas instalaciones incluyen una zona destinada a la vida social de sus habitantes, donde puedan charlar animadamente, hacer ejercicio en el gimnasio, recibir a las visitas, crear lazos afectivos, etc.; un centro asistencial operativo las 24 horas del día para poder afrontar con rapidez y con garantías cualquier contratiempo de salud, y habilitado para las posibles labores de rehabilitación post-operatorias; y el área destinada a las viviendas. De esta manera se hace compatible la idea surgida inicialmente en Gran Bretaña en los años 50 consistente en crear un “Hospital de Día Geriátrico”. Esta institución es un centro médico destinado a completar la recuperación física, psíquica y social del anciano, sin sufrir largos e innecesarios días de hospitalización. Así el anciano podrá disfrutar, cerca de su alojamiento y en compañía de sus seres queridos, de todos los cuidados médicos que fuesen necesarios.Por poner uno ejemplo de los precios de estas Urbanizaciones para Mayores, diremos que la Urbanización “Los Manantiales” (situada en Sevilla La Nueva, Madrid), un apartamento doble para dos personas (con salón-comedor, cuarto de baño, dormitorio y terraza) cuesta 10.150.000 pesetas, mientras que los apartamentos estudio (con zona dormitorio-estar y cuarto de baño) tienen un precio de 6.750.000 pesetas.
El problema económico Una de las mayores dificultades con las que se encuentran los mayores a la hora de poder disfrutar de una buena calidad de vida es obviamente el aspecto económico.La jubilación supone una disminución en el salario de un 50 a un 65% y, en general, los ancianos tienen un salario que es la mitad del de las personas más jóvenes. Sus gastos son también menores, pero estas reducciones muy pocas veces compensan la rebaja sufrida en sus salarios. Si a esto añadimos que las personas mayores de 65 años recurren a la asistencia sanitaria cuatro veces más que el resto de la población, entenderemos el que el cuidado de la salud, así como el disfrute del ocio y del tiempo libre sean las mayores preocupaciones económicas de este segmento de la sociedad.
Saber vivir la vejez El otro factor fundamental a la hora de que los mayores disfruten como se lo merecen de su vida reside en ellos mismos: es el factor psicológico.Es fundamental para poder vivir feliz el ser capaz de afrontar la vejez como el resultado de los avances de la medicina, y ver que la alcanzan quienes han logrado mantener determinados niveles de salud. La vejez debe ser considerada como la culminación, y no la decadencia, de una vida.La época de la vida en que uno es más propenso a padecer una gripe, un ataque de artrosis o una simple torcedura de tobillo, es también el momento en que se dispone de más tiempo libre para dedicarlo a conocer en profundidad y a cuidar el propio cuerpo. El tiempo libre de la jubilación resulta una buena ocasión para cuidar la salud, visitando regularmente al médico o intentando disfrutar de la práctica de algún deporte. Conseguir que los mayores que nos rodean se sientan orgullosos de dónde han llegado es también labor nuestra, y por ello hemos de mostrarles el respeto y la admiración que se merecen. A nosotros nos gustará ese mismo reconocimiento cuando hayamos hecho méritos suficiente para obtenerlo.
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