sábado, 12 de noviembre de 2011

LOS ABUELOS LOS HIJOS Y LOS NIETOS


Los  abuelos son los cimientos de la familia, las raíces que sujetan el árbol de la vida. El abuelo es crucial en el desarrollo de la autoestima del niño y constituye un referente de seguridad inestimable. Al contar historias del pasado familiar con su estatus de “padre del padre o de la madre”, hacen que el nieto sienta su presente como la continuación de un pasado enriquecedor y perfilan el lugar que ocupa en el mundo. En estas fiestas, la mayor alegría para los niños es sentirse seguros en un mundo donde hay adultos (padres y abuelos) que les quieren.

Un cariño diferente

Los abuelos proporcionan a los niños una seguridad diferente a la que aportan los padres, más antigua. En ello se encuentra la base de lo que será nuestra vida amorosa. Por una parte quisieron y amaron a nuestros padres, y lo hicieron de tal forma que despertaron en ellos el deseo de tener hijos y repetir la experiencia. Su inconsciente determinó el de nuestros progenitores y, además, con el amor que nos dirigen, son el refugio más seguro y cariñoso de la infancia.

Ser abuela permite elaborar psíquicamente el hecho de haber sido madre. Ahora bien, lo que se da a los nietos es algo diferente. La abuela, cuando disfruta con su papel, quiere sin condiciones, es el amor más desinteresado que se puede encontrar en la vida. La abuela puede sentirse compensada con ver en su nieto una sonrisa que le recuerda a su hijo, porque encuentra ahí el placer de la transcendencia y de la productividad de su vida. Además, cuando se es abuela se puede elaborar lo que se hizo mal como madre. La abuela puede ayudar, pero si no ha conseguido vivir bien su maternidad es más frecuente que compita con la hija o con la nuera y que proteste por su función. Los abuelos han sido padres, pero esta experiencia, a veces, no es garantía de ayuda para los hijos y nietos. Si han tenido sentimientos de inferioridad y no han podido resolver complejos infantiles, tratarán de compensarlo con los niños y aquí aparecen los problemas, porque rivalizan con sus propios hijos.

Otra situación difícil se plantea cuando la abuela quita autoridad a la madre, aunque si ésta actúa segura de sí misma, su autoridad no se verá mermada. Cuando se encuentre a solas con el niño, conviene que le aclare la diferencia de puntos de vista debido a que pertenecen a distintas generaciones. Que el niño comprenda que los abuelos no piensan como sus padres no es un problema, sino un síntoma muy saludable pues fomenta su capacidad de tener un criterio propio.

Completando el círculo
Si el vínculo afectivo entre los abuelos y los padres es bueno nuestra capacidad para organizar lazos afectivos será mayor. Los niños disfrutarán de un afecto diferente. Los padres podrán devolver algo de lo que deben a quienes les dieron la vida y los mayores cerrarán su ciclo vital rodeado de afecto.


Recogiendo un armario, Inés tropezó con una caja donde había fotos. La abrió y cogió una antigua donde una mujer vestida de oscuro y con un moño  en la nuca tomaba en sus brazos a una niña pequeña. La niña, de unos tres años, recostaba su cabeza sobre el pecho de la mujer mientras se agarraba a su cuello y sonreía. Tras ellas, un hombre las rodeaba con los brazos y así, entre abrazos y sonrisas, se podría definir la relación que había tenido con sus abuelos. Pegada a la fotografía había una hoja con el título de una poesía: “Yo te llamaba “maina”. No leyó más, esa palabra le traía lo mejor de su infancia. Es como se llamaba a las abuelas en Asturias. Ahora se había perdido el término y su infancia. Pero le había quedado la convicción de que fue la relación con sus abuelos lo que la había ayudado a comprender a su madre y a sentirse segura en la vida. Ahora que ella se iba a convertir en abuela, sentía la labor tan importante que podría realizar con sus nietos.
         
Claves Los padres esperan que los abuelos sean una fuente de seguridad, que estén ahí cuando los necesiten. Ahora bien, también desean que aprueben sus decisiones.

Ese deseo de aprobación es muy importante porque los padres quieren que les consideren adultos delante de su pareja y de sus hijos, algo difícil porque con frecuencia los abuelos los siguen viendo como los niños que fueron. Otro desacuerdo es cuando los padres temen que maleduquen al nieto.

Los abuelos necesitan que se les tengan en cuenta sin que se les pida más allá de lo que pueden dar. Algunas abuelas, en su incapacidad de poner límites, aguantan y viven con resignación lo que tendrían que vivir con placer. Por el contrario, aquella que vive plenamente su condición, transmite un mensaje de esperanza.

Para evitar rivalidades es necesario establecer claramente que la educación pertenece a los padres.

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