jueves, 18 de agosto de 2011

PARA EL ADULTOS MAYORES


Hablar de adultos mayores es pintar con palabras una imagen de cabellos plateados y de surcos que los aguijones del tiempo dejaron marcados en rostros cansados.
El abuelo es el dulce añejado en la mirada de la vejez, en los espejos marchitos de los ojos que vieron un mundo diferente al que ahora tenemos y que para ellos se pierde entre las olas oscuras de un mar infectado de vicios y maldades.
Algunos han sido abandonados en los asilos, a su suerte, ya no caben en la familia  y son considerados estorbos por   esos mal nacidos que deberían protegerlos y cuidarlos.
Lejanos cada vez más de sus tiempos antiguos, cuando representaban para la familia el respeto y la sabiduría, patriarcas y leyendas vivas de un antepasado rico en conocimientos.
Al indagar sobre las emociones de un adulto mayor, una bisabuela nos decía:
Nuestras alegrías a esta edad, está en poder ver a nuestra descendencia convertida en personas de bien, con valores, honestos y trabajadores.
Seremos felices siempre y cuando recibamos el cariño y el respeto de nuestros seres queridos,  mientras  sigan considerandonos  parte importante en el núcleo familiar,   en esta parte que nos queda por vivir.
Nuestra tristeza, la de todos, es mirar estos tiempos, los territorios de la moral destruidos por la infección de las drogas y otros vicios, males que se vuelven protagonistas en las más crueles derrotas del ser humano.


Según los abuelos, la soledad, el desamor y el abandono provocan  sentimientos de dolor y tristeza en ellos.
Algunos cierran sus ojos a estos días que duelen, cuajado de costumbres extranjeras que solo han venido según ellos a mutilar los valores, la cultura y las buenas costumbres.


Reviven en silencio con sus memorias aquel entonces, cuando las sociedades estaban menos contaminadas y la gente tenía un espíritu sano, viviendo en una tierra sagrada donde la moral y el temor a Dios eran esenciales para la familia.
La cultura era heredada y había respeto hacia los padres y a los mayores, el amor era escrito en noviazgos de no menos de cinco años, los hombres eran caballeros y las mujeres verdaderas señoritas.
La verdadera cultura según los abuelitos es la que  sobrevive en ellos, encerrada dentro de sus almas.


Es increíble ver que los abuelos tengan que mendigar en las calles para recibir la caridad de un extraño, que tengan que sentarse en las esquinas de la vida con la mirada perdida en un mañana incierto.
Ojala  en alguna esquina del ser humano  aun exista un remanente de conciencia,  de respeto y amor hacia estos abuelos que lo merecen todo.

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