Nidia Schuster: Los adultos mayores y el mundo cibernético
"Los adultos mayores manifiestan una ansiedad especial por aprender el uso de las nuevas tecnologías, porque han transformado el lenguaje de la juventud. Para ellos no saber nada es casi como no saber español, se sienten nuevamente inmigrantes, inmigrantes en la informática."
En esta entrevista habla del Programa para adultos mayores de 50 años del Rojas, que hoy tiene 4500 inscriptos. Muchos de ellos son profesionales –a pesar de que el programa no tiene requisitos de escolaridad– que se lanzan a lo que les quedó como asignatura pendiente, y que muestran una actitud proactiva en el estudio y un interés que no siempre se encuentra en los jóvenes en los niveles iniciales de las universidades, como destaca. Cuenta además de la especial necesidad que esta población manifiesta de alfabetizarse en informática, fundamentalmente en el uso aplicado a sus actividades cotidianas: conectarse por internet con sus hijos y nietos que se fueron a vivir al exterior, con los bancos, usar la cámara digital para armar álbumes de fotos y mandarlas a sus familiares por internet, entre otras. “No conocer las nuevas tecnologías, que se han transformado en el lenguaje de la juventud, es para los adultos mayores casi como no saber español: se sienten nuevamente inmigrantes, inmigrantes en la informática”, dice.
—El Programa de Adultos comenzó a funcionar en 1987, como parte de las actividades que la Universidad de Buenos Aires abre a la comunidad. ¿Cuáles fueron los objetivos iniciales y cómo fue la evolución?
—El crecimiento fue con muchos altibajos. Primero se creó una dirección específica para el Programa Adultos Mayores, que no estaba del todo integrada al Rojas. Había un edificio donde fundamentalmente funcionaba el área de Cultura y Espectáculos –que existió desde un principio como plantel del Rojas–, y como había espacio pusieron también la dirección de Adultos Mayores y la de Capacitación. Entonces, todos los programas empezaron trabajando muy separados; eran Direcciones que dependían directamente del programa de extensión universitaria.
En este momento todos los programas están integrados; antes lo que sucedía era que los adultos mayores, al estar tan separados, tenían su propio equipo y la intención era armar una universidad de la tercera edad, cosa que no era posible porque estamos dentro de la Universidad de Buenos Aires, y no se puede hacer otra universidad dentro de ella. La solución de integrar a los diferentes programas trajo muchos beneficios, porque los adultos se sienten muy integrados a todo el ámbito de cultura y de capacitación de Rojas, de modo que muchos eligen cursos de adultos pero también se integran a otros programas que no son específicamente de adultos mayores, y todos participan de todo.
También, y desde el punto de vista institucional, se abarataron los costos, porque antes cada programa tenía su propia promoción, su propia prensa, etc., y eso encarecía el sistema. Al unirse todos los programas disminuimos muchos gastos administrativos y pudimos ampliar la promoción de los cursos. Ahora hay un solo sector de cursos, y dentro están los cuatro programas: Adultos, Adultos Mayores de 50 años, Cultura, Capacitación para el trabajo y Ciencias (divulgación científica).
—Hoy el programa Adultos Mayores de 50 años cuenta con más de 150 talleres en diferentes áreas. ¿Cuáles son las más requeridas?
—A los adultos mayores lo que les interesa es estar al día. Quieren actualizarse en ciencias básicas y en todo lo que está pasando en la Argentina y en el mundo. Para esto último está el área de Humanidades. También se interesan por los idiomas y la informática. Muchos adultos están eligiendo seguir ciencias con la misma ansiedad de actualización que otros tienen en informática: el interés del adulto es estar al día, poder conectarse con sus hijos, con los bancos... y los bancos también están interesados por los adultos (se ríe), y para ello los adultos mayores deben poder manejar las nuevas tecnologías. En cuanto al tema informático hay una ansiedad especial porque ha transformado el lenguaje de la juventud, y para los adultos mayores no saber nada es casi como no saber español, se sienten nuevamente inmigrantes, inmigrantes en la informática.
—Y de informática, ¿qué es lo primero que quieren aprender?
—Primero quieren tener un conocimiento en general y después algo muy particular: manejarse con internet y con el e-mail. Todo lo que la informática puede brindar de útil para sus necesidades, como la de tener un vocabulario común con sus hijos y sus nietos. Porque conviven con las computadoras en sus casas –muchos viven con sus hijos– y quieren que la computadora deje de ser un objeto extraño. Entonces vienen acá a hacer un curso introductorio que empieza desde cómo prender la máquina, es decir desde lo más básico. Lo que ha pasado en los últimos años es que muchos de sus hijos y nietos se van a vivir al exterior, y ellos encuentran que la manera más barata y más rápida de comunicarse ya no es teléfono sino el mail. Lo que sucede es que quizás su primer interés sea aprender a enviar mails, pero antes tienen que hacer un proceso.
—¿En qué se diferencia el proceso entre los adultos mayores y los más jóvenes para aprender las nuevas tecnologías?
—Si bien estamos intentando la mayor integración posible entre todos los programas, los de adultos mayores y los destinados a los más jóvenes –porque hay áreas en las que sabemos que el adulto mayor está tan capacitado como el adolescente o bastante más en muchos casos–, en el área de idiomas e informática se justifica mucho esta discriminación positiva entre las distintas edades, porque cada una requiere de una pedagogía especial.
En idiomas lo que aparece es una cuestión de las temáticas propias del adulto mayor, y también una cuestión de más de lentitud en el aprendizaje. La temática de los jóvenes va por el lado específico del trabajo; en cambio, hay adultos mayores que están más interesados en los idiomas por una película que vieron, por ejemplo. En estos casos es conveniente una discriminación por edades en la formación. Siempre hablo de discriminación positiva, en el sentido de que tienen intereses distintos y conviene separarlos, porque a veces no se tienen paciencia mutuamente.
En cambio en el área de informática lo que sucede es que hay una fobia que vencer. Los adultos mayores no hemos nacido con las tecnologías y hay una reacción fóbica ante el aparato nuevo. Ellos comentan que cuando en sus casas aparece una computadora no se animan ni a tocarla, es como si hubiera un fantasmita adentro que hace cosas. También la lucha con el mouse es un tema, los profesores cuentan que hay personas de 70 o 75años que tienen problemas para dominar la flechita del mouse. Lo que sucede es que, en general, cuando no saben nada los otros miembros de la familia no quieren que toquen la computadora. Para ellos saber que la computadora no se rompe por más que hagan cualquier cosa, que la computadora es uno de los elementos que menos se rompe, o que mientras ellos guardan sus cosas en sus carpetas no se pierde ni se rompe nada es muy importante, porque si no les produce mucho miedo. Entonces, los contenidos de los cursos de informática para adultos son progresivos, pero graduados más lentamente. Trabajamos con dos personas por máquina, no una sola por máquina como en otros cursos, y esto también tiene que ver con una cuestión pedagógica. En adultos nos resulta mejor trabajar así porque se ayudan, vencen mejor la fobia y además se tienen más paciencia. Ahora tenemos dos salas que tienen 12 máquinas cada una y hay veinte personas por grupo.
— ¿Internet se convirtió en una real necesidad para ellos?
—Sí, informática en general es una necesidad para ellos, pero tanto como otras áreas, porque los adultos que vienen acá –actualmente tenemos 4500 inscriptos– tienen muchísimos intereses. En general el que estudia informática estudia también, por ejemplo, ciencias sociales, y entonces busca por internet cosas sobre esa área. En el área de humanidades, el adulto que hace un taller sobre la globalización es alguien que ya no lee el diario en papel, lee el diario por internet, lee varios diarios porque lee por internet.
—Los cursos de informática para adultos mayores ya no son una rareza, sino que se están reproduciendo en centros de jubilados, hogares municipales y universidades. ¿Cuáles son las ventajas competitivas que presentan los cursos de informática del Rojas en relación con otros?
—Que los cursos de informática están integrados con todas las áreas y que pertenecen a la Universidad de Buenos Aires. Tenemos una calidad de docentes que probablemente, por ejemplo, un centro de jubilados no tenga. Además la gente que viene a nuestros cursos –que no es sólo de la capital sino también de la provincia de Buenos aires– no se identifica con un centro de jubilados, por eso viene a la Universidad. La Universidad ofrece un resguardo a nivel de seriedad académica.
Otra característica que tienen todos nuestros cursos es que se manejan en talleres. Lo que ellos dicen es que en otros lugares les dan clases, que son como conferencias donde ellos no pueden hacer ni construir. Y acá el área de informática es un instrumento para todo lo que hacen en otras áreas, y a fin de año cada uno presenta un trabajo. Además, al finalizar el taller se hace una evaluación y el docente trabaja con las distintas dificultades de cada uno. En adultos mayores no hay aprobados y desaprobados, todos tienen que estar aprobados, porque el docente trabaja hasta cumplir el objetivo con todos.
—Según su experiencia en estos talleres, ¿la adquisición del manejo de las nuevas tecnologías por la población adulta mayor la impulsa luego a completar o a lanzarse a nuevos y diferentes aprendizajes?
—No lo sabemos porque no hacemos un seguimiento de lo que hacen después, pero seguramente les facilita muchísimo seguir estudiando. Lo que sucede es que las personas que vienen –a pesar de que el programa no tiene requisitos de escolaridad–- son profesionales y ya tienen hecha una carrera, pero sí se lanzan a eso que quedó como asignatura pendiente, como estudiar filosofía, o escribir, etc. Además, en el Rojas hay un efecto social muy grande: se juntan a estudiar en el bar, se reúnen en sus casas y estudian un montón, van a los locutorios y practican, vienen con las últimas novedades de los diarios, se compran el último libro que salió a la venta, etcétera. Son actitudes que no se encuentran en los niveles iniciales de las universidades. Acá vienen a educación no formal, vienen porque les gusta. Y cada vez vienen más, porque se van recomendando los cursos entre pares. Los profesores de los cursos de adultos mayores están encantados: “nunca encontramos alumnos que estudien tanto”.
Los motivos que llevan a los adultos mayores de 50 a inscribirse en el curso de informática. Testimonios de sus protagonistas (tomados en el aula del curso “Word avanzado” del Centro Cultural Rojas)
“Saber de qué habla toda la gente.”
“Hoy en día la informática es la base de todo, y nosotros estábamos atrasados con respecto a nuestros hijos y nuestros nietos.”
“Es algo que a nosotros nos actualiza y de lo que podemos hablar con nuestros hijos y nuestros nietos.”
“Yo soy abogada, me recibí muy joven y me anoté para aprender a escribir a máquina porque un abogado que se precie de tal debía saber escribir a máquina. Fui a la academia Pitman –te hablo en idioma antiguo porque ya no existe más– y la profesora me dijo ‘si no se apura y no presta atención nunca va a conseguir trabajo’, porque yo nunca le había dicho que ya era abogada, le había dicho que había hecho hasta el tercer año del secundario. Y bueno... hoy, si quiero seguir trabajando –cosa que hago– tengo que conocer la computadora y transformar el conocimiento de escribir a máquina en escribir en la computadora. Yo escribo al tacto en la computadora, pero lo que no sé usar son las distintas herramientas que tiene la máquina, por eso estoy haciendo este curso.”
“Venimos al Rojas porque el curso, al ser específico para adultos a partir de los 50 años, hace que el profesor le dé más tiempo al alumno, porque no es lo mismo tener 20 años que 50, hay una gran diferencia. Si uno va a aprender a cualquier Instituto van tan acelerados que no podemos seguirlos y para nosotros es muy importante aprender porque nos lo exigen en el trabajo.”
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