¿Hace cuánto tiempo le dijiste a tu pareja, a tu padre, a tu madre, a tu mejor amigo o a las personas que quieres en general, cuánto significan en tu vida?, ¿Lo haces frecuentemente o solo en fechas especiales?… Para algunos es sumamente difícil expresar sus sentimientos.
Esta dificultad para expresar sentimientos corresponde a los llamados bloqueos afectivos, que son las limitaciones que desarrollamos para amar y dejarnos amar, así como para sentir la vida plenamente.
Son las inseguridades internas, el temor a lo desconocido, el miedo al ridículo, los prejuicios propios, la baja autoestima, entre otros, parte de las causas de esta dificultad para demostrar lo que uno realmente siente.
Este bloqueo no siempre es algo negativo. Suele aparecer como una manera de protegernos contra alguna experiencia que nos produjo miedo y confusión, una experiencia tan difícil y dolorosa que nuestra frágil psiquis no pudo manejarla. Tal vez desde una visión adulta nuestros bloqueos afectivos no parezcan tener mucho sentido pero si exploramos nuestras experiencias tempranas, inevitablemente descubriremos que hay amplios motivos emocionales que los explican.
Cuando la necesidad infantil de amor no es satisfecha en la medida necesaria, ocurre algo trágico: el niño o la niña comienza a perder su receptividad natural para el amor. Es decir, cuando no recibe bastante afecto, su receptividad natural disminuye, tal como se contrae un estómago que no recibe alimento.
Los mecanismos de supervivencia que nos ayudaron en la infancia a sobrevivir y a seguir adelante suelen volverse contra nosotros en la vida adulta y toman la forma de bloqueos afectivos, y en última instancia nos causan más daño que beneficio.
Los bloqueos afectivos o las dificultades para decir y sentir lo que uno siente se encuadran en tres categorías principales:
- Las que afectan sobre la visión interior que tenemos de nosotros mismos: “no merezco amor” o “no necesito a nadie pues soy fuerte”, y estas creencias pueden dañar seriamente nuestra receptividad al amor.
- Las que inciden sobre nuestra visión del mundo en general y reflejan nuestra filosofía de vida y nuestras expectativas. Esto se explica en la experiencia de muchas personas a quienes les tocó vivir en un mundo amenazante y fueron educadas con la idea de que el mundo es un lugar frío u hostil, y en consecuencia deben defenderse y no confiar. A otras personas se les enseñó a ver el mundo como un lugar en el que las oportunidades se esfuman rápidamente, por lo cual creen que para ellos “es demasiado tarde”.
- El tercer tipo de bloqueos afectivos determina nuestra visión de los demás y nuestras expectativas respecto de cómo deben tratarnos.
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