El matrimonio de don Rafa y doña Chonita tiene casi sesenta años y ellos consideran como un regalo de Dios el poder seguir unidos, acompañándose ahora que más lo necesitan. Los atributos de su juventud, e inclusive los de su edad madura ya desaparecieron, o por lo menos disminuyeron; el tiempo no perdona: la piel ya no es tersa, la memoria no es tan buena y el buen humor a veces se pierde fácilmente.
¿Qué es entonces lo que mantiene unido a este matrimonio?
Don Rafa dice que es la voluntad firme de amarse mutuamente y pensar más en el bienestar del compañero que en el propio. Chonita insiste en que la voluntad es muy frágil y que gran parte o posiblemente todo, se lo deben a la gracia especial que recibe el matrimonio.
Reflexionando sobre el tema, algunos autores han llegado a la conclusión de que lo que corrientemente se llama amor no es un sentimiento único y sencillo, sino que en realidad podemos distinguir varios factores mezclados en muy diversas proporciones, según el caso:
- La atracción básica entre un hombre y una mujer.
- El cariño-ternura.
- La afinidad de pensamientos.
- El amor superior.
El verdadero amor
El hombre y la mujer son limitados y frágiles. Cuando no falta una cualidad, sobra un defecto. Afortunadamente existe el camino del espíritu, en donde todo es perfecto y duradero, allí podemos recurrir cuando estamos dispuestos a iniciar la gran aventura de compartir nuestra vida con la pareja.
Así, aparte de preocuparse por su físico, sus sentimientos y pensamientos, las parejas han cultivado el espíritu, saben que deben trabajar como si todo dependiera de ellos puesto que nunca podremos determinar cuándo termina nuestro trabajo y dónde empieza esa gracia que si nos acordamos defendía Chonita como ingrediente indispensable de su matrimonio, la gracia sobrenatural, que las mujeres tienen la facultad de captar más fácilmente que los hombres.
Los sentimientos de la edad avanzada
El hombre o la mujer de 60 ó más años, han tenido más tiempo y oportunidades que los jóvenes para aprender a amar de verdad, con un amor completo.
Durante la juventud, en realidad, casi nunca se sabe lo que es amar de verdad; suele más bien ser enamoramiento y pasión. Esto significa que en la mayoría de los casos ese pretendido amor recibe toda su fuerza del impulso instintivo.
Más que amor es un deseo corporal o sentimental que busca al otro para sentirse feliz, pero casi nunca busca la felicidad de su pareja, sino la propia.
En cambio, pasada la juventud, en las personas de carácter sano, el amor suele volverse más maduro y son capaces de amar de verdad a la persona que escogen para compartir su vida, porque entonces ya no es tan fácil que seamos dominados por la pasión ciega o el romanticismo exagerado.
En estos tiempos, sobre todo en las grandes ciudades, se da mucho el fenómeno del divorcio, que sorprende a las parejas de gente de la tercera edad que viven felices después de muchos años de matrimonio.
Estas han aprendido a compartir también la enfermedad, los achaques, las despedidas de los hijos, la muerte de amigos, en fin, su paulatina disminución de actividad e incluso de fuerza, para apoyarse mutuamente y poder decirse: aquí estoy viejito, cuenta conmigo, te ayudo, viejita, no cargues eso que está muy pesado.
Es en la edad avanzada, cuando su comunión es total, porque quedan atrás egoísmos, vanidades, superficialidades, competencias inútiles, pleitos y malentendidos.
Doña Chonita y don Rafa no son gente extraordinaria, simplemente son un matrimonio que deseó permanecer unido hasta que la muerte los separe... y esperan no sólo llegar a los sesenta años de casados (unidos y felices), sino aún más..
¿Qué es entonces lo que mantiene unido a este matrimonio?
Don Rafa dice que es la voluntad firme de amarse mutuamente y pensar más en el bienestar del compañero que en el propio. Chonita insiste en que la voluntad es muy frágil y que gran parte o posiblemente todo, se lo deben a la gracia especial que recibe el matrimonio.
Reflexionando sobre el tema, algunos autores han llegado a la conclusión de que lo que corrientemente se llama amor no es un sentimiento único y sencillo, sino que en realidad podemos distinguir varios factores mezclados en muy diversas proporciones, según el caso:
- La atracción básica entre un hombre y una mujer.
- El cariño-ternura.
- La afinidad de pensamientos.
- El amor superior.
El verdadero amor
El hombre y la mujer son limitados y frágiles. Cuando no falta una cualidad, sobra un defecto. Afortunadamente existe el camino del espíritu, en donde todo es perfecto y duradero, allí podemos recurrir cuando estamos dispuestos a iniciar la gran aventura de compartir nuestra vida con la pareja.
Así, aparte de preocuparse por su físico, sus sentimientos y pensamientos, las parejas han cultivado el espíritu, saben que deben trabajar como si todo dependiera de ellos puesto que nunca podremos determinar cuándo termina nuestro trabajo y dónde empieza esa gracia que si nos acordamos defendía Chonita como ingrediente indispensable de su matrimonio, la gracia sobrenatural, que las mujeres tienen la facultad de captar más fácilmente que los hombres.
Los sentimientos de la edad avanzada
El hombre o la mujer de 60 ó más años, han tenido más tiempo y oportunidades que los jóvenes para aprender a amar de verdad, con un amor completo.
Durante la juventud, en realidad, casi nunca se sabe lo que es amar de verdad; suele más bien ser enamoramiento y pasión. Esto significa que en la mayoría de los casos ese pretendido amor recibe toda su fuerza del impulso instintivo.
Más que amor es un deseo corporal o sentimental que busca al otro para sentirse feliz, pero casi nunca busca la felicidad de su pareja, sino la propia.
En cambio, pasada la juventud, en las personas de carácter sano, el amor suele volverse más maduro y son capaces de amar de verdad a la persona que escogen para compartir su vida, porque entonces ya no es tan fácil que seamos dominados por la pasión ciega o el romanticismo exagerado.
En estos tiempos, sobre todo en las grandes ciudades, se da mucho el fenómeno del divorcio, que sorprende a las parejas de gente de la tercera edad que viven felices después de muchos años de matrimonio.
Estas han aprendido a compartir también la enfermedad, los achaques, las despedidas de los hijos, la muerte de amigos, en fin, su paulatina disminución de actividad e incluso de fuerza, para apoyarse mutuamente y poder decirse: aquí estoy viejito, cuenta conmigo, te ayudo, viejita, no cargues eso que está muy pesado.
Es en la edad avanzada, cuando su comunión es total, porque quedan atrás egoísmos, vanidades, superficialidades, competencias inútiles, pleitos y malentendidos.
Doña Chonita y don Rafa no son gente extraordinaria, simplemente son un matrimonio que deseó permanecer unido hasta que la muerte los separe... y esperan no sólo llegar a los sesenta años de casados (unidos y felices), sino aún más..
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