En este trabajo se presenta a la Educación Sexual para Adultos Mayores, como un espacio vital que debe ser instalado en el ámbito comunitario. Esta es una propuesta de Educación Permanente que tiene como gran objeto el de favorecer el esclarecimiento de pensamientos confusos y desmitificar creencias y prejuicios acerca de la sexualidad del anciano. Se pretende prevenir y/o corregir la aparición de conductas o emociones que dañen la autoestima y la interrelación con el otro. Desde aquí la Educación Sexual del Adulto Mayor se constituye en una posibilidad de contribución para el alcance de una mejor calidad de vida.
Este trabajo se apoya en dos conceptos principales, ellos son sexualidad y educación permanente.
Al referirme a la sexualidad, lo haré concibiéndola esencialmente como una forma de comunicación, de intercambio afectivo, de expresión de ternura y de necesidad de otro. Como una energía vital que esta presente en todo el proceso de la vida, desde el nacimiento hasta la muerte y que es expresada de diferentes maneras según la edad.
Se propone una forma de entender y sentir la sexualidad en la que el placer no está supeditado al coito, sino que es encontrado en la intimidad compartida, en el encuentro, en descubrir y ser descubierto, en mimarse los cuerpos.
También se propone un modelo de sexualidad en la que la reproducción no es la gran protagonista, sino que se le otorga mayor importancia a la función placentera o función erótica. Hoy se legitima esta función de placer desde la ciencia al darle un valor y sentido propios y no como un señuelo de la naturaleza para preservar la conservación y propagación de la especie a través de la reproducción.
La sexualidad del anciano fue negada durante mucho tiempo, al igual que la del niño, esto responde al hecho de haber considerado a la sexualidad estrechamente vinculada a la reproducción, en la que niños y ancianos (especialmente las mujeres) no forman parte. Desde este marco, los períodos humanos no reproductivos, fueron considerados por mucho tiempo como carentes de manifestaciones sexuales, privándolos así de todo derecho a recibir las gratificaciones naturales de la función placentera de la sexualidad.
La Organización Mundial de la Salud considera el placer sexual como un derecho humano básico. Según la OMS "la salud sexual es la integración de los elementos somáticos, emocionales, intelectuales y sociales del ser sexual, por medios que sean positivamente enriquecedores y que potencien la personalidad, la comunicación y el amor. Presenta decisiva importancia desde ese punto de vista el derecho a la información sexual y el derecho al placer. (OMS 1975)
El otro concepto clave en este trabajo es el de Educación Permanente, entendido como Educación para la actividad y el crecimiento continuo de los Adultos Mayores, con un posicionamiento que considera a la vejez como una etapa más de desarrollo personal en la que es posible continuar aprendiendo. Desde la Educación para el envejecimiento se propone facilitar las herramientas que ayuden a comprender y apropiarse de los cambios que significa el proceso de envejecer.
También se propone informar para desmitificar ideas y prejuicios acerca de la vejez. En lo que refiere específicamente a la sexualidad, se pretende modificar el imaginario social en el que envejecer es sinónimo de pérdida, de enfermedad, de falta de deseo, de carencia de atractivo y de fin de la actividad sexual.
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