¿Años dorados?
SON las 6.30 de una fría mañana de invierno en Soweto (Sudáfrica). Evelyn sabe que es hora de salir de la cama.* Pero también sabe que su casa no cuenta con calefacción central, así que levantarse supondrá una auténtica tortura.
Evelyn coloca cuidadosamente sus rodillas con artritis sobre el borde de la cama. Se sienta y espera a que, poco a poco, remita el dolor en las piernas. Entonces, ayudándose con las manos, se levanta entre lamentos y, con las manos en las caderas, como un “saltamontes [que] se arrastra”, va cojeando lentamente hasta el baño (
“¡Lo logré!”, se dice a sí misma. No solo ha despertado para ver un nuevo día; también ha conseguido mover su adolorido cuerpo.
Pero a Evelyn le preocupa algo más: “Que me falle la mente”. Aunque de vez en cuando pierde las llaves, su cerebro todavía funciona bien. “Oro para no perder la lucidez como les pasa a algunas personas mayores”, señala.
En su juventud, Evelyn nunca pensó en la vejez. Pero, sin apenas darse cuenta, el tiempo pasó, y ahora su cuerpo no deja de recordarle que tiene 74 años.
A diferencia de Evelyn, algunos mayores tal vez vean esta etapa como los años dorados de su vida, pues gozan de relativa buena salud y carecen de grandes preocupaciones. Quizá su caso sea similar al del patriarca Abrahán, quien alcanzó una “buena vejez, viejo y satisfecho” (Génesis 25:8). Sin embargo, otros ancianos sufren “malos tiempos” y solo pueden decir: “No disfruto la vida ahora” (Eclesiastés 12:1, La Palabra de Dios para Todos, nota). Como en cierta encuesta muchas personas hablaron negativamente de la jubilación, la revista Newsweek propuso llamar a esta etapa, más bien, los “años sombríos”.
Y usted, ¿cómo ve la vejez? ¿Qué problemas plantea a las personas mayores? ¿Es inevitable el deterioro mental en la tercera edad? ¿Cómo se puede conseguir paz interior en esta etapa de la vida?
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