Contracturas, dolor de espalda y lumbalgias
Una contractura se produce con la contracción constante e involuntaria de un músculo que puede provocar o producirse como consecuencia de un dolor de espalda. Sus causas pueden ir desde una anomalía en la columna vertebral hasta un esfuerzo mayor al que el músculo está capacitado para realizar que hace que se tensione y contracture.
El dolor surge porque la contractura de un músculo activa los nervios del dolor que están en él. Otra consecuencia puede ser que se comprima una arteria, lo que lleve a una reducción del flujo sanguíneo, y esto ocasiona una especie de círculo vicioso, ya que el músculo con menos sangre es más propenso a contracturarse.
Además, e independientemente del motivo, el propio dolor de espalda puede causar contractura muscular y, en algunos casos, lo intensifica.
Si bien las contracturas se presentan en todo tipo de personas, es más frecuente en adultos mayores y en individios que realicen grandes esfuerzos sin estar acostumbrados a ello.
De manera general, para prevenir las contracturas es recomendable realizar actividad física y ejercicios de estiramiento, cuanto menos, unas dos veces por semana, evitar la vida sedentaria, llevar una vida y alimentación sana, y reducir el estrés.
Para aliviar contracturas se puede recurrir a analgésicos y antiinflamatorios, y en casos extremos, el médico quizás también administre corticoides. De todos modos, vale aclarar que estos medicamentos ayudan a reducir el grado de dolor, pero no corrigen su origen, no sanan la contractura.
Para tratar de descontracturar la zona se podrá recurrir a masajes y a un terapeuta que accione en la misma zona afectada.
La lumbalgia, por su parte, es un dolor recurrente en la zona lumbar, de ahí su nombre. Esta zona baja de la espalda es bastante vulnerable por estar muy sometida a esfuerzos, malas posturas o usos indebidos, entre otros causantes.
En la mayor parte de los casos, tiene un origen mecánico-funcional, es decir, de una mala función de las vértebras lumbares. Así también puede darse por contracturas musculares, hernias discales, escoliosis o artrosis.
Entre los factores de riesgo destacan el tener malas posturas, sedentarismo, falta de resistencia en la columna vertebral, accidentes o traumatismos previos, escoliosis, edad avanzada, sobrepeso y osteoporosis, entre otros.
Para evitar ambos malestares, será necesario entonces cuidar la espalda y tratar de reducir el dolor cuando aparezca y de prevenir las recurrencias.
Asimismo, apunta los siguientes consejos: a la hora de levantar un objeto del piso, tendrás que hacerlo flexionando las rodillas y levantándolo cerca del cuerpo, sin forzar la espalda; al sentarse, lo harás con la columna recta sobre el respaldo; procura no permanecer mucho tiempo sentado o de pie, y, en el caso de las mujeres, utiliza zapatos que no tengan mucho taco.
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