martes, 27 de septiembre de 2011

CUANDO EL VINO SE HACE AGRIO



 Como tantas cosas en la vida encontramos que hay una contraparte o lo que pudiera ser “la otra cara de la moneda”. Pues bien, no siempre el buen vino se mejora haciéndose añejo, también el vino bueno se echa a perder, se vuelve agrio… Según vamos avanzando en edad pudiera ser que algunas de las virtudes o las bondades de carácter que poseíamos se van debilitando y por el contrario los defectos casi incipientes que aparecían en nuestra personalidad van creciendo como la mala hierba.
Casi sin darnos cuenta, aunque los que nos rodean sí lo perciben, nos vamos tornando fríos, indiferentes, egoístas ,necios, resentidos, malhumorados,…en una palabra: agrios.
Pasaron los años y aquel gracejo, aquel buen humor, aquella sonrisa fácil, aquella ternura … se fueron apagando hasta que solo de vez en cuando surgen algunos destellos de todo aquel caudal que hacía que nuestro vino fuese agradable de paladear por su sabor dulce y fresco.
A una persona que me llamó hace unos días, le preguntaba yo:- ” ¿Cuánto tiempo hace que no le dices a tu esposo que lo quieres?. Hubo un largo y doloroso silencio al otro lado de la línea. ¿ Por qué somos así? ¿Por qué dejamos que la rutina y la falta de entusiasmo nos atrape hasta irnos despojando de todo lo que nos hacía ser gratos como personas y compañeros?. Esto no solo es en el matrimonio, es para todos, hermanos, hijos, padres, nietos y amistades.
Nuestro vino hemos de servirlo cuando está fresco o cuando se añejó por los años y la experiencia .El ánfora de nuestra alma está llena de ese vino, sirvámosle antes de que se haga agrio. Porque no solo se sirven vinos añejos cuando han pasado los años, también hay vinos que saben a jóvenes, frescos y dulces. Los que están en los albores de la vida también han de cuidar que este vino no pierda su calidad y se torne insípido, ese vino con el que brindan con sus padres, sus hermanos o amigos puede volverse agrio ¡cuidado!.
El vino requiere de ciertos cuidados para estar en optimas condiciones: reposo, temperatura, etcétera y así, nosotros, debemos cuidar con esmero nuestras actitudes y trato para los demás y muy especialmente para los seres que amamos y que nos rodean. Porque también es cierto que algunos dan el buen vino a los de afuera y dejan el de menor calidad y a veces el ya muy agrio, para los de la casa. No dejemos que nuestro vino se torne agrio, renovémosle cada día.
Hoy podemos pensar qué calidad de vino estamos ofreciendo a aquellos con los que convivimos. ¿Tiene aromas de recuerdos, tiene color y calor de ternura y comprensión, tiene fuerza y energía para consolar y guiar a quién lo necesite?¿Cumple en fin, su verdadera misión, dar grato sabor a los que nos aman, conocen y tratan?.Todo, todo nuestro empeño ha de ser día con día, ofrecer el mejor vino de nuestra existencia y nunca dejar que ese vino bueno se llegue a agriar.

1 comentario:

Martha bernal dijo...

Gracias por recordarnos ésto, pretextos no faltan para amargarse uno, pero eso mismo es lo que nos debe motivar para tratar de dar felicidad a los demás. Abrazos Martha.