Secretos para vivir mejor
Tahao Arayama, japonés de 70 años, 7 meses y 13 días, llegó a la cima del monte Everest, y se convirtió en la persona de mayor edad en conquistar el pico más alto del mundo, informó una compañía de montañísmo.
Yuichiro Miura fue el otro japonés que ascendió la cima a la edad de 70 años, 7 meses y 10 días, el 22 de mayo del 2003.
No todos son capaces de ascender el Everest a los 70 años. Eso queda para algunos privilegiados, aunque la verdad es que a los 70 muchas personas están en plena forma.
Los ancianos son una gran riqueza. El anciano ya resplandece en la sagrada Escritura, donde se destaca a Abraham y Sara (Gn. 17:15-22), se llama a los sacerdotes con el nombre de ancianos (Hch 14:23), se sintetiza el homenaje de toda la creación en la adoración de veinticuatro ancianos y por último, se designa a Dios mismo como Anciano.
El Antiguo Testamento promete a los hombres larga vida como premio por el cumplimiento de la Ley de Dios: El temor del Señor prolonga los días.
Era convicción común que la prolongación de la vida física hasta la Feliz ancianidad, cuando el hombre podía morir lleno de días, considerarse una prueba de particular benevolencia por parte de Dios.
Las personas ancianas pueden alcanzar con los años una mayor madurez en inteligencia, equilibrio y sabiduría. No hay que considerar q las personas ancianas sólo como objeto de atención, cercanía y servicio.
También ellas pueden dar una valiosa contribución a la vida. Gracias al rico patrimonio de experiencias que han adquirido a lo largo de los años, pueden y deben ser transmisoras de sabiduría y testigos de esperanza y caridad.
El mismo papa apela a la sensibilidad de las familias para que acompañen a sus seres queridos hasta el término de su peregrinación terrenal.
Cómo no recordar estas conmovedoras palabras de la Escritura. Hijo cuida a tu padre en su vejez, y en su vida no le causes tristeza.
Aunque haya perdido la cabeza, sé indulgente, no lo desprecies en la plenitud de tu vigor. Pues el servicio hecho al padre no quedará en olvido.
El día de tu tributación Dios se acordará de ti.Los ancianos son importantes en la vida actual. Son una gran riqueza para todos. Los necesitamos para no caminar a tientas, para no improvisar, para no andar por senderos de deshumanización y de egoísmo.
Los niños necesitan el ejemplo del abuelo para aprender lo que es la vida.
El joven ha de poner los ojos en él para no dejarse engañar por el éxito de la vida profesional, para conocer la historia viva, para palpar la cosecha de toda una entrega sacrificada a la familia y a la sociedad.
Los ancianos son un pozo de sabiduría, son los grandes depositarios de la tradición. Ellos conocen del tiempo, de las plantas, de las enfermedades: todo.
No tiene perdón el que el ser humano no aproveche esta sabiduría y los relegue a la soledad y al olvido.Cuando un anciano muere, es la biblioteca lo que desaparece. Dice un refrán africano.
Sin embargo, es cierto lo que afirmó Johnatan Swift;. Todo el mundo quiere vivir muchos años, pero nadie quiere llegar a viejo.
A veces, en nuestra sociedad, el que no produce, el anciano, ya no es valorado, y en no pocas ocasiones se convierte en objeto de un desprecio que, aunque callado, no deja de resultar patente y doloroso.
Pero los seres humanos no perdemos nuestro valor como tales aunque seamos ancianos y estemos enfermos, ciegos, sordos, o tengamos dificultades para caminar, porque la vida es una sola, y no se termina con la juventud ni con la madurez, sino que culmina en una ancianidad que haya sabido nutrirse de ambas, tal como lo expresó Cicerón:
Debéis retener que yo alabo aquella vejez que descansa en los fundamentos que se han puesto en la juventud.
Ni el cabello blanco, ni las arrugas, señaló el filósofo, pueden, de repente, destruir el prestigio, sino que, si se han vivido honradamente en la etapa anterior, la última atapa recoge los frutos.
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