jueves, 6 de mayo de 2010

ABUELITAS INVASIVAS

Hace unos días, una amiga me confesó que su suegra era demasiado invasiva. “Llega a casa sin avisar, se instala para tomar mate y reparte consejos que nadie pidió”, se quejó (reservo su nombre por razones obvias). Dio el toque de gracia cuando me contó, muy en voz baja, que cuando estaba embarazada le enviaba mensajes de texto a la panza…
Y sí, me pareció demasiado. Pero prefiero a las abuelas presentes que a las ausentes. Porque si la abuela está, ganan los hijos, a pesar de las invasiones y poniendo los límites necesarios. Pero si desaparece y no llama por teléfono ni invita a pasear, son los chicos los que sufren.
Hablé del tema con Amalia Bonelli, orientadora familiar, que sostiene que el vínculo de abuelos y nietos es el más perfecto porque los niños están en la etapa de recibir, y los abuelos, en la etapa de dar. “El niño necesita quién lo escuche, y el abuelo tiene tiempo para escucharlo”. Me pareció muy positivo.
A pesar de la invasión, mi amiga NN decidió abrir un poco el panorama y dejar que su hija se relacione con la abuela. Es posible que algún día los mensajitos de texto diviertan a la nena, y que los mejores recuerdos de su infancia sean las tardes de mate compartidas.
Tengo padres maravillosos, de esos que ponen el hombro a los problemas con buen humor y platos ricos. Debo reconocer que los terminé de conocer cuando nacieron mis hijos, con los que formaron un vínculo único. Lujos que hay que permitirse.

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