miércoles, 6 de enero de 2010

LA PERDIDA DE UN SER QUERIDO

Muchas personas dicen sentir síntomas físicos que acompañan a la aflicción. Dolor de estómago, pérdida de apetito, trastornos intestinales, problemas de sueño y pérdida de energía son síntomas comunes tras la muerte del ser querido. De todos los acontecimientos estresantes de la vida, el duelo puede poner a prueba seriamente tus sistemas naturales de defensa. Las enfermedades existentes pueden empeorarse o pueden aparecer otras nuevas.

También pueden darse profundas reacciones emocionales. Estas reacciones incluyen ataques de ansiedad, fatiga crónica, depresión y pensamientos de suicidio. Una obsesión con la persona fallecida es también una reacción común ante la muerte.

Afrontar la pérdida

Afrontar una pérdida es siempre difícil. Tus reacciones se ven influenciadas por las circunstancias de la muerte, particularmente cuando es repentina o accidental, así como por tu relación con la persona fallecida.

La muerte de un niño despierta una sensación abrumadora de injusticia; por el potencial perdido, los sueños incumplidos y el sufrimiento sin sentido. Los padres pueden sentirse responsables de la muerte del niño, no importa lo irracional que esto pueda parecer. También pueden tener la sensación de que han perdido una parte vital de su propia identidad.

La muerte de un esposo o pareja es muy traumática. Además del choque emocional severo, la muerte puede causar una crisis financiera potencial si el esposo era la fuente principal de ingresos familiares. La muerte puede hacer necesario que se realicen ajustes sociales importantes y el esposo superviviente ha de ejercer la paternidad en solitario, ajustarse a una vida sin pareja y tal vez volver a trabajar si antes no lo hacía.

Los ancianos pueden ser especialmente vulnerables cuando pierden a su esposo porque significa perder toda una vida de experiencias compartidas. Además, la sensación de soledad puede intensificarse por la muerte de amigos cercanos.

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