Los estereotipos negativos hacia el proceso de envejecimiento, mantenidos por la sociedad y por los propios ancianos, son fenómenos que pueden abrumar las capacidades adaptativas de las personas e incidir en su calidad de vida y en su salud.
Se definen los estereotipos como representaciones simplificadas, esquematizadas y deformadas sobre un grupo de personas u objetos, en el que sólo una parte es debida a experiencias directas con la categoría a la que pertenecen tales sujetos u objetos, en tanto el resto se "llena" con ideas preconcebidas referentes a esta categoría.1
Los estereotipos están compuestos por adjetivos, o sea, términos calificativos, que al unirse entre sí forman un conjunto monolítico, y es a través del "prisma" del estereotipo que son vistos todos los miembros de cierto grupo social.2
Los estereotipos del individuo dependen del grupo social del que provienen y del medio social (contexto histórico-social). En el proceso de formación de los estereotipos es de suma importancia el aprendizaje, desde la infancia, en la interacción entre el sujeto y la realidad que le rodea, gracias a la educación, la enseñanza y la influencia de los medios masivos de difusión.
Estudios realizados en distintos países han encontrado que las personas ancianas son vistas como un grupo marginal y la imagen general es que son inútiles e improductivas, y predominan en diversos grupos de edad los estereotipos negativos.3-5
Debido a la importancia de la vejez como última etapa de la vida humana, ha de ser de interés para todos aquellos que tengan que ver con la salud, en especial para los médicos generales integrales, el conocimiento de los estereotipos hacia los ancianos en distintos grupos poblacionales. Este conocimiento constituye el paso previo para desplegar una labor de promoción de salud que contribuya a solidificar o potenciar actitudes positivas de las personas hacia quienes tienen 60 años o más de vida.
Por todo lo anterior, este estudio descriptivo pretendió determinar cómo se estructuran los estereotipos hacia los ancianos en distintos grupos etáreos, con vistas a una futura intervención comunitaria cualitativamente superior.
Método
A cada uno de los sujetos se le aplicó, de manera individual, el instrumento de evaluación confeccionado para la ocasión: la escala de adjetivos (anexo), compuesta por 25 pares de adjetivos distribuidos aleatoriamente y que se relacionan con cualidades que pueden poseer los ancianos. Cada adjetivo se presentó separadamente, en una tarjeta y siguiendo siempre el mismo orden, con el fin de que los sujetos eligieran los 10 adjetivos que más tipificaban, desde sus respectivos puntos de vista, a los ancianos.
Los estereotipos grupales quedaron conformados por todos aquellos adjetivos elegidos por, al menos, el 20 % de los integrantes de cada grupo etáreo, criterio de inclusión similar al utilizado por González et al.6
Los datos obtenidos fueron llevados a una base de datos, mediante el sistema DBase III Plus Versión 1.1, para su almacenamiento, organización y clasificación.
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