Afortunadamente, las cosas han cambiado en las últimas décadas. La nueva ciencia de la gerontología puso en manos de los médicos todo un arsenal de herramientas para combatir las dolencias que afectan al adulto mayor y convertir el último tramo de nuestras vidas en una experiencia cada vez más larga y saludable.
Al calor de estos avances científicos ha surgido lo que muchos llaman la nueva medicina ansiedad. La definición de esta disciplina es, todavía hoy, objeto de una viva polémica pero, en general, se entiende por “medicina ansiedad” todo tipo de intervención destinada a retrasar la aparición o disminuir los efectos de las enfermedades dependientes de la edad y otros males catalogados como patológicos, pero que sólo afecta a la persona adulto mayor.
Adulto mayor: en realidad, no puede decirse que exista una “medicina de la vejez”
En realidad, no puede decirse que exista una “medicina de la vejez” fácilmente contrastable porque, entre otras cuestiones, carecemos de un medidor objetivo de la ancianidad, una especie de termómetro o test clínico que determine cuándo una persona puede considerarse vieja. Por lo tanto, este tipo de prácticas médicas sigue navegando en un terreno tan novedoso como indefinido. Para colmo, la sociedad actual, que practica un culto desmesurado a la juventud y no al adulto mayor, es pródiga en ofertas referidas a la edad que rozan más el mundo de las pseudociencias. Bajo la etiqueta de “fármacos rejuvenecedores” no son pocos los productos en el mercado cuya eficacia deja mucho que desear.
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