La pérdida de conciencia existente al
respecto de la importancia y trascendencia que tiene el formar una
familia, hace que cada día se tome más a la ligera lo que casarse o
tener hijos significa, sobre todo lo segundo.
Separarse, cuando existen unos hijos, es
algo extremadamente doloroso, sobre todo para los niños, que ni han
pinchado ni cortado en esa decisión que toman sus padres, una decisión
que alterará para siempre sus vidas.
No voy a hablar hoy de la manipulación y
uso que se hace en gran parte de estas separaciones, principalmente por
la parte femenina, de esos niños. Ni voy a entrar en que a menudo los
niños parecen maletas que unas veces portan unos y otras otros. Tampoco
el uso de los hijos cuando hay una discusión, ni el insulto al
progenitor ausente haciendo un tremendo daño psicológico al menor. Voy a
tratar de la parte que no tiene apenas voz en esto, el resto de esas
familias que se rompen, los abuelos.
Todos, haciendo memoria, tenemos un
tierno recuerdo de nuestros abuelos, o al menos de uno de ellos. A
menudo ese entrañable recuerdo nos acompaña el resto de nuestra vida. Y
es que los abuelos ocupan un lugar muy especial en la vida de los
nietos, tras los padres son las figuras más significativas para ellos.
Hoy en día, que a menudo se recurre al abuelo como niñera, más aun, no
lo olvidemos.
Los abuelos saben lo que es la vida, la
gran escuela, lo que sus mentes guardan por tantas lecciones aprendidas a
lo largo de sus años son tesoros de incalculable valor, legado que se
da con todo el amor del mundo a los nietos.
La entrega de más amor y cariño que hacen
esos abuelos es necesaria para el equilibrio emocional de los menores.
Ellos no tienen las prisas de papa y mama, el correr de un lado a otro
para seguir con el roll que esta consumista sociedad ha establecido les
impide tener la paciencia que tienen los abuelitos. Esta sociedad no
tiene tiempo ni para los niños, ni para los abuelos o como muchos dicen
despreciativamente “viejos”. La tranquilidad con que el olvidado ayer
(abuelos) da la mano al futuro (nietos) es imprescindible.
Los abuelos son el lazo que une
generaciones, unos son los guardianes de la historia viva, y otros son
los ejecutores de la continuidad de ésta, en medio, los padres, que
debieran procurar que ese equilibrio jamás se rompiese.
Los nietos saben que sus abuelos están
ahí, dispuestos a escucharlos sin juzgarlos como lo harían sus padres,
sin traicionar su confianza, la mano educadora en los roles “naturales”
suelen ser la de los padres, así que la mano del abuelo puede ser mucho
más benévola, suele acariciarles la cabecita.
La importancia de que los padres
fomenten este vínculo es grande, ya que en el caso de los adolescentes,
que siempre tienden a buscar fuera del círculo materno/paterno el
consejo, ¿qué mejor fuente que la de sus abuelos que siempre aconsejaran
lo mejor para esos nietos?
Los adolescentes hacen preguntas sobre la vida, temas especialidad de sus abuelos, que están diplomados en ella.
Toda la exposición anteriormente hecha
creo que justifica, más que de sobra, el que se vea como una tremenda
injusticia, e incluso como un maltrato al menor, el hecho de que, cuando
tras una separación/divorcio el progenitor que tiene la custodia
impida la normal relación de los hijos con el progenitor que no la
tiene. Hay quien incluso alimenta en los niños un odio hacia el que no
tiene la custodia y que hace extensible a los abuelos de esa parte, e
incluso a toda la familia política.
En el año 2003 se aprobó la llamada Ley
de los abuelos para garantizar la relación entre abuelos/nietos, así
mismo hizo efectiva la posibilidad de obtener un régimen de visitas de
esos abuelos con los nietos. Este régimen de visitas es independiente
del que tiene asignado el progenitor sin la custodia.
En una investigación, publicado en el
último número de la revista ‘Journal of Family Psychology’, se
repartieron cuestionarios en 1.010 colegios de Reino Unido y Gales.
“Cerca de 1.515 estudiantes de 11 a 16
años respondieron a las preguntas para averiguar si la relación de los
chicos y chicas con sus abuelos modifica su estado emocional”.
Un 66% de los encuestados vive con los
padres biológicos, mientras que un 18% reside con uno sólo de ellos. Un
15% pertenece, en cambio, a familias rehechas a las que se han sumado
nuevos miembros.
Los datos revelan que los estudiantes
criados con abuelos confiesan hablar más con ellos, realizan más
actividades sociales, se muestran menos hiperactivos y se comportan
mejor que los que viven alejados de los mayores. “Los efectos positivos
se observan en los tres tipos de familias, pero son mucho más fuertes en
los hijos de padres separados o los que tienen padrastros que en los
que viven con ambos progenitores biológicos”, destacan los
investigadores.
“(…) los hallazgos se corresponden con
las hipótesis establecidas en la literatura científica que hablan de las
consecuencias que tiene para el adolescente crecer lejos de uno de los
dos progenitores. Los abuelos se identifican como una fuente capaz de
moderar las influencias negativas de las familias separadas o con
múltiples transiciones”, rezan las conclusiones.
“deberían reconocer el valor de los
mayores en el soporte emocional de los adolescentes, en sus vidas,
especialmente en las de aquéllos de familias desestructuradas”
Así pues, ya que la ley atiende las
necesidades del menor, sin anteponer nada más a ello, debiera exigir que
los abuelos y los nietos se vean tras la separación de los
progenitores, porque la salud emocional y psíquica de los niños está en
juego, y eso es algo que jamás se debiera permitir. Aunque también hay
que tener en cuenta que unos abuelos tampoco merecen que les arranquen
de los brazos a sus nietos, su sangre, porque los padres se hayan
separado, menudo pago a toda una vida, menudo dolor que llevarse, tras
tanto penar en la vida.
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