sábado, 12 de mayo de 2012

ABUELOS DE LUJO,CUESTIÖN DE ACTITUD

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Estos abuelos merecen una ola

Los abuelos se han convertido en cuidadores. Cinco famosos nos relatan cómo viven la experiencia con sus nietos.

Abuelos famosos
Aarón lleva sudadera de Petit Bateau y ‘short’ de Lacoste. Víctor, sudadera de Muji.

VÍCTOR ULLATE: "Tiene una fuerza increíble en las piernas, se nota que en su familia hay bailarines".
Recién operado de una rodilla, el coreógrafo y bailarín Víctor Ullate no supo negarse a posar con su nieto. «Si hubiese sido para otra cosa, no. Pero con mi nieto…». El recién llegado, Aarón, es el bebé de Víctor Ullate Roche, también bailarín y el más mediático de sus hijos. «Ha sido un regalo. Es el primero para las dos familias, así que va a ser el mimado». Al hablar de él se le dibuja una sonrisa de oreja a oreja. «Hace unos años el abuelo era el típico señor mayor. Yo me siento joven. Cuando eres padre tienes que educar, pero al ser abuelo no es tu responsabilidad. Yo soy el que da caprichos». No deja de mirarle y hacerle fotos. «¡Tengo el iPhone lleno!». Y ya tiene algún plan para él: «Quiero que cada segundo que pase con su abuelo lo disfrute al cien por cien. Cuando sea más grande me lo llevaré de viaje, a alguna gira… de hecho, me gustaría hacer algún cuento para él». Aún recuerda cómo sudó la primera vez que lo cogió en brazos. «Tiene una fuerza en las piernas y da unas patadas que se nota que en su familia ha habido bailarines. ¡Se pone ya de puntillas!».
Abuelos famosos
Galo lleva camiseta con diseño adaptado y gafas de Super. Javier, camiseta de 42 Barquillo.
Foto: Pablo Zamora
JAVIER MARISCAL: "Lo que más me emociona de los niños es ese punto de inocencia y curiosidad en el que el juego es fundamental".
Cuando el diseñador Javier Mariscal se pone a hablar de su primer nieto, Galo, no tiene fin. Te cuenta el embarazo, la evolución, el parto… pero aclara que no es orgullo. «Es solo la suerte de tener cerca a una nueva persona en tu familia a la que puedes ver evolucionar. Lo más importante es darle cariño y ser un punto de referencia y seguridad». No le gustan los tópicos. Por eso no se siente ni abuelo ni padre. «Los hombres no somos nadie, son las madres las que sacan esa vida». Así ve ahora a su hija, la madre de su nieto. «Esa chica pequeñita y poética de repente está embarazada y al verla te acuerdas de cómo es la mirada de los padres». Y eso que sus hijos pequeños, los gemelos Alma y Linus, tienen solo 10 años. «Me encanta el lenguaje corporal de los niños. Lo que más me emociona es ese punto de inocencia y curiosidad en el que el juego es fundamental. Es su mejor forma de relacionarse. Yo en los 80 sufrí mucho eso de: “Ya está bien, ya eres mayor, no juegues más”. Y resulta que ahora lo que yo hacía se llama pensamiento emocional».
Abuelos famosos
Paco, Toni y Guillermina llevan pijama de Shanghai Tang en Las Rozas Village. Las gafas de los nietos son de Super y las de la abuela de Óptica Toscana.
Foto: Pablo Zamora
GUILLERMINA BAEZA: "Mis 12 nietos me dan alegría y yo les enseño a tener los objetivos claros y a perseverar"
La diseñadora Guillermina Baeza tiene 12 nietos. Puede decir todos sus nombres del tirón y se acuerda de todos los cumpleaños. «Creo que soy una buena abuela, aunque me llaman mumi». El culpable de este apodo cariñoso tiene ya 23 años. «Es que empecé muy pronto. Mi primer hijo nació cuando yo tenía 20 años». Es moderna y coqueta. «Ellos saben que tengo un espíritu joven. Conocen mi edad, pero si se ponen pesados les digo que mis años del corazón son pocos», ríe. En la foto aparece junto a los más pequeños, Toni y Paco, de ocho años. De los 12 solo dos son chicas, «eso sí, tenemos poetas, fotógrafos, periodistas… Ellos me dan alegría y yo les he enseñado a tener los objetivos claros y a perseverar». Se considera amiga y cómplice de sus nietos, «de hecho, los mayores me llaman para ir de compras. Soy su estilista». Con ellos es imposible aburrirse, «cuando nos juntamos todos es muy divertido. Nunca imaginé que fuera a formar una familia tan grande. Fui discreta, solo tuve tres hijos, pero mira cómo ha acabado la cosa».
Abuelos famosos
Adur lleva camisa de D&G Junior, tirantes de Zara y pantalón de Gocco. Pedro, camisa de Emidio Tucci para El Corte Inglés y tirantes de Zara. Sobre la mesa, pañuelos de Hackett y de Talc.
Foto: Pablo Zamora
PEDRO SUBIJANA: "Mi bigote no me lo tocan ni enla peluquería. Solo le dejo a mis nietos que jueguen con él".
Tres hijos, tres nietos y tres estrellas Michelin. «Es mi número», dice Pedro Subijana, dueño del restaurante Akelarre de San Sebastián. «Mi bigote solo lo toco yo. No me lo tocan ni en la peluquería. Solo dejo a mis nietos que jueguen con él cuando son bebés», afirma. «¿Habéis traído anestesia?», bromea, «porque a este no lo para nadie». Habla de Adur, el más pequeño de la familia. «Tiene 15 meses, pero parece que tiene dos años. Mis otros dos nietos, Ekhi de cuatro años y Oihan de ocho, son guindillitas. Pero este va a ser levantador de pesas». Se declara un abuelo consentidor, «pero si algo está mal, también se lo digo, como comer con las manos o no esperar en la mesa». Lo ponen en práctica cada domingo. «Tenemos la tradición de cenar en el restaurante. Alguna vez mis nietos han cocinado conmigo. ¡O los he cocinado yo! Al mayor lo metí en una perola con verduras para una foto», ríe. No le llaman abuelo, sino Aitatxi, «que se dice por Navarra. En realidad es Aitatxi paparazi, porque siempre estoy con la cámara haciéndoles fotos».
Abuelos famosos
Héctor y Esther se han conjuntado en negro con su propia ropa. Las gafas de lectura son de Hackett.
Foto: Pablo Zamora
ESTHER TUSQUETS: "En general los niños no me gustan. Pero mis nietos me interesan, despiertan mi curiosidad".

La editora y escritora Esther Tusquets es una abuela diferente. Cuando se le pregunta por sus tres nietos confiesa: «Creo que es casualidad que me lleve bien con ellos, porque en general los niños no me gustan. Pero mis nietos me interesan, me despiertan curiosidad». En cuanto aparece el mediano, Héctor, cambia su actitud. «
Prefiero el papel de abuela al de madre. Cuando eres madre eres joven, pero tienes muchas cosas que te distraen. Ahora disfruto de más tiempo libre». Con ellos se considera divertida y fantástica, aunque «no pretendo transmitir nada porque cuando lo he intentado ha sido un desastre. Además, ellos cogen de ti cosas que ni te enteras. En mi casa hay un arte para el que estamos negados, la música y el mayor me pidió el otro día la novena de Beethoven. Yo pensé, ¿de dónde ha salido esto?». Sabe que la relación que tiene con sus nietos es única. «No la podría tener con nadie más. Lo interesante del amor es que cada caso es diferente. Eso de que cuando eres viejo y el matrimonio está acabado vienen los nietos a sustituir, no funciona. El que no me quiere, pues no me quiere»
Las estadísticas son contundentes: la entrega de los abuelos españoles al cuidado de sus nietos va mucho más allá de la eventualidad. Según la Encuesta Mayores 2010 del Imserso, (Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad), más de un 50% atiende a sus nietos casi todos los días. Y un 22% los cuida durante una media de siete horas, lo que equivale prácticamente a una jornada laboral. Finalmente, un 45% ejerce de canguro casi todas las semanas. Frente a la frialdad de los porcentajes, la realidad ofrece evidencias por todas partes de la estrecha convivencia entre los niños y los padres de sus padres. En el parque, a las puertas del colegio, en el pediatra, en el mercado, en la biblioteca o en la peluquería, son infinidad las situaciones cotidianas compartidas por abuelos y nietos en ausencia de los progenitores.
La figura del abuelo como cuidador habitual emergió en paralelo a la reducción del número de hijos por familia y la mayor incorporación de la mujer al mercado laboral. Hoy por hoy, la crisis ha extendido aún más el perfil del abuelo canguro. «En muchas familias, una o varias de las personas han perdido su empleo, y no pueden pagar una guardería. Las hay que han debido mudarse a la casa de los abuelos por no poder siquiera pagar los gastos mensuales de una vivienda. Y en otros casos la familia entera está viviendo gracias a la pensión de los abuelos», señala la doctora en Psicología Sacramento Pinazo-Hernandis, que ha participado en numerosos estudios sobre la materia, entre ellos, Mis abuelos me cuidan. Guía para los canguros del siglo XXI (Grupo Editorial ICM), libro en el que colaboró con el pediatra Joaquín Ybarra.
Sea cual sea la casuística, muchos asumen el papel de guardería con agrado y entrega devota. «Estamos en una época en la que, a diferencia de lo que ocurría antes, lo que no sirve, se tira. Así que nosotros queremos ser útiles para que se nos respete y considere dentro de la familia», resume gráficamente Francisco Muñoz, presidente de la Asociación de Abuelos y Abuelas de España (Abuespa), cuyos socios abarcan un amplio espectro de edades, desde quienes transitan la cuarentena hasta los nonagenarios. «Cuidar de los nietos es beneficioso para los abuelos porque los aleja de la amenaza de la tristeza, la soledad y la depresión», apunta el doctor Pedro Gil, presidente de la Asociación Española de Geriatría y Gerontología (SEGG). Por su parte, la doctora Pinazo-Hernandis pone de manifiesto que los beneficios viajan en ambos sentidos. «La relación cotidiana con los nietos permite estar al día de los avances tecnológicos, y en muchas ocasiones es una nueva oportunidad para la paternidad, sobre todo en el caso de los abuelos varones que dedicaron muchas horas a trabajar y se perdieron la niñez de sus propios hijos», indica.
Desde el punto de vista de los pequeños, «los abuelos influyen en la socialización familiar de los niños, transmiten valores, cuentan historias de antes. Disponen de más tiempo y lo viven de otro modo, con menos estrés. Para los nietos, son un referente sobre cómo hacer las cosas», explica. El doctor Eduardo Estivill, pediatra y experto en sueño infantil, añade: «Los abuelos de hoy no son iguales a los de hace 50 años. Son más saludables, están mejor preparados y pueden seguir perfectamente las normas correctas de educación y cuidado de los niños. Para el nieto, estar con sus abuelos puede ser un buen complemento a su proceso de maduración. Solo es necesario que padres y abuelos actúen bajo las mismas directrices. El niño solo saldrá perjudicado si se imparten normas diferentes. Adaptarse a las circunstancias del momento en el que vivimos me parece una actitud inteligente».
Pero el placer y la satisfacción pueden esfumarse rápidamente cuando la labor de cuidador se realiza sin límites (ocasionando así el denominado síndrome del abuelo esclavo, sobrepasado por la carga e incapaz de quejarse para no enfrentarse a los hijos) o cuando la salud no acompaña. Puede ocurrir que, aunque su predisposición sea muy buena, la persona mayor no esté preparada para asumir el ejercicio físico y las responsabilidades de tener un menor a cargo de manera habitual. O que, simplemente, no se quiera renunciar a la parcela de libertad conquistada tras la jubilación. «Que ejercer de canguros sea algo placentero no depende tanto de la edad como del estado físico», señala el doctor Gil, y recomienda a los abuelos que no se olviden de sí mismos, en ningún ámbito. «Deben tener tiempo para sus contactos sociales, su actividad intelectual, para cuidar de su propia salud».
En esta línea, la SEGG ha elaborado un decálogo con recomendaciones para los abuelos cuidadores, uno de cuyos puntos aconseja «aprender a decir no». Fortalecer la asertividad, saber qué dedicación se puede y se debe ofrecer, es algo que se promueve firmemente desde la Asociación de Abuelos y Abuelas de España. «No podemos ser solo recaderos y canguros. Estamos para todo lo que sea necesario, pero no para caprichos. Debemos poder tener nuestra vida social, profesional y personal», señala el presidente. Cuando habla de necesidad, la entiende en un sentido amplio: desde abuelos que abren las puertas de su casa a los hijos en paro hasta los picos de fiebre de un bebé que impiden llevarlo a la guardería. En cuanto a los caprichos, señala situaciones que considera injustas, como los padres que aparcan a los niños con los abuelos todo el fin de semana para poder descansar, o quienes ahorran en guardería lo que luego invierten en un coche de lujo.
Muñoz, profesional en activo a sus 70 años, da ejemplos a partir de su propia experiencia. Cuando nació su nieta mayor, su mujer y él la cuidaron durante sus dos primeros años de vida porque la situación laboral de los padres así lo requería. Ahora que ya tienen «cinco nietos» se hacen cargo de ellos de manera puntual: no hay necesidad de una entrega mayor. Así tienen ocasión de disfrutar de los niños sin desatender sus propias inquietudes. Pero entiende que cada caso es distinto. «A muchos abuelos les viene muy bien, los mantiene en forma, les indica que no pueden quedarse en un rincón y vestirse de negro a la espera de morirse. Lo primero que le enseñamos a los socios es que no son viejos, son abuelos. El viejo es el que no tiene proyectos, tenga 80 años o 18».
Pinazo-Hernandis también diferencia entre «ofrecerse como ayuda en el cuidado» y «tener que renunciar a lo que a uno le apetece hacer por cuidar de los nietos». Para lograr un buen entendimiento recomienda que abuelos e hijos se sienten «a negociar qué tipo de cuidado pueden ofrecer a los nietos, respetando siempre los derechos y gustos personales y dejando claro hasta dónde llegar. Si todos son conocedores de estos límites, nadie abusará del otro y nadie tendrá por qué sentirse defraudado».

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