lunes, 5 de octubre de 2009

MI ABUELO Y YO.

Hoy por la tarde he llegado a Québec, donde pasaremos con la familia de mi padre las fiestas navideñas, a nuestra llegada mi abuelo Patrick me ha pedido que le acompañe por un par de cosas que faltaban para la cena.
Bajamos por la calle rumbo a la tienda donde mis abuelos compran sus víveres, él me ha notado seria y me ha preguntado que ocurre, le conté que deseaba terminar un cuento que escribía sobre navidad, pero que no había podido, por diversas circunstancias.
- En ese caso yo te cuento uno-
- Le mire y sonreí, él tenia la costumbre de sacarse de la manga cuentos e historias según la ocasión, ya casi no recordaba ese detalle de mi abuelo.
Frente a un pino estaba él, no dejaba de contemplarlo, mientras que acariciaba su larga y blanca barba. A su derecha tenía una gran bolsa, estaba vacía de cosas materiales, pero si estaba llena de esperanzas, de ilusiones, de recuerdos, pero en si no tenía nada, le faltaban caricias, amor, comida y una frazada que lo abrigara.
La gente pasaba y le arrojaba monedas, ni siquiera lo miraban, de pronto un niño corrió junto a él, lo miró a los ojos y lleno de ilusión le pidió por favor que para Navidad le regalara una familia que lo pudiera cuidar y amar, el pobre anciano le explicaba que él no podría hacer una cosa así, porque era lo que él también buscaba.
El niño llorando, lo miro y le grito, pero Papa Noel, no me puedes decir eso, yo no te pido juguetes ni nada de eso, solo alguien que me cuide, que me proteja, que me quiera, que abrigue por las noches, no me abandones ahora Papa Noel, eres lo único que me queda.
Y de pronto el árbol se iluminó y el viejo, en Papa Noel se convirtió, y nunca más de él se pudo separar, hoy están juntos repartiendo sueños en cada noche buena. Por fin el niño pudo tener su familia y el pobre viejo encontró las caricias que le faltaban.
-Te amo abuelo- le dije
Le tome del brazo y regresamos juntos a casa.

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