El 30.08.1976, a la edad de 44 años tuve un ataque de apoplejía con derrame cerebral. Desde entonces la mitad izquierda de mi cuerpo estaba paralizada. Estuve seis semanas en el Hospital. Se me llevó a otro hospital, donde tuve que estar seis semanas más. Recibía infusiones, masajes y tratamientos de gimnasia, respectivamente. Mi brazo y mi pierna izquierda seguían paralizados, igual que antes. El médico me hizo la observación que yo tenía que vivir con esta parálisis. Después de tres meses de estar internada en el hospital, volví a casa. Mi marido tenía que ayudarme en todo: lavarme, peinarme, llevarme al baño y a la cama. Además tenía él que hacer todas las tareas hogareñas, ya que yo no estaba en condiciones de hacer nada. Yo podía solamente comer comida ya servida y con mi mano derecha sana. Yo recibía periódicamente masajes y electroterapia, por lo menos ésto me condujo a poder mover dos dedos de los pies. Ni pensar en levantarme y caminar sola.
En la primavera de 1977 había mejorado lo suficiente como para por lo menos caminar sola por la vivienda con dos muletas. Para ésto arrastraba la pierna izquierda ya que solamente podía apoyarme con la pierna derecha sana. En 1978 mi situación había mejorado lo suficiente como para poder cocinar algunas cosas pequeñas. Yo podía sostener la olla con la mano izquierda, pero a veces ocurría que la mano se me acalambraba, al tomar la olla y retirarla de la cocina, así me quemaba con la comida. En los otros trabajos podía por ejemplo planchar solamente sentada o limpiar verduras, todo lo demás tenía que hacerlo mi marido. No me daban más masajes, pues no dieron resultado alguno.
En 1981 recibí para la pierna una prótesis de sostenimiento de plástico, desde la rodilla hasta los talones, ya que se me torcía el pie siempre hacia la izquierda y a pesar del uso de las muletas no tenía apoyo seguro por motivo de la parálisis. Desde que obtuve este apoyo de plástico necesitaba solamente la muleta derecha. Podía caminar mejor. Podía subir las escaleras arrastrando la pierna. No me era posible salir de casa ni caminar por más tiempo.
Mi marido tenía que seguir realizando las tareas del hogar. Esta situación de parálisis siguió sin cambio, durante ocho años, ni mejoraba ni se empeoraba. Después del ataque de apoplejía en 1976 me daban poco a poco depresiones. No podía hacer nada que tuviera sentido. Mi única ocupación diaria era la de contar copos de nieve, observar pájaros y mirar la televisión. Ni aún mis nietos me levantaban el ánimo.
A partir de 1985 se agregaron dificultades para dormir. No podía dormir una noche de corrido. Me sentaba largas horas frente al televisor para que las noches de insomnio no fueran tan largas. No quería tomar tabletas para dormir. Contra las depresiones se me recetaron tabletas de Lexotanil, las que solamente las tomé 3 veces al día, ya que tenía temor a una adicción.
A principios de octubre de 1989 estaba tan desesperada espiritualmente y me sentía al final de mis fuerzas. Yo pensaba que era la persona más inútil y quise suicidarme. Ya me había preparado tabletas, cuando de repente me llegó el pensamiento de que fuera a vaciar el buzón del correo. Allí me encontré entre otras cosas con la revista "Die Zwei" ("Los Dos"), a la cuál le dí una ojeada en la cocina y ví un gran artículo sobre Bruno Groening y las curaciones espirituales. Inmediatamente llamé a la señora Häusler, pues su teléfono estaba allí como posibilidad de contacto, y ella me dió esperanzas de que yo recibiría ayuda a través de Bruno Groening. Desde la llamada por teléfono me iba mejor, y yo esperaba con gran fe y suspenso la introducción.
El 11.10.1989 tomé parte en la introducción a las enseñanzas de Bruno Groening.
Ya durante la introducción pude sentir la corriente curativa: Mi cuerpo estaba completamente caliente, tenía fuertes dolores de cabeza en la parte derecha, justamente allí donde hacía 13 años yo había tenido el ataque de apoplejía. Después de la introducción se me quitaron los dolores de cabeza, me sentía más aliviada que antes. Diariamente a las 9 de la mañana y a las 9 de la noche me colocaba en sintonía para recibir la corriente curativa, la cuál la sentía siempre como una calor agradable.
El 19 de octubre de 1989, 8 días después de la introducción, pude experimentar mi curación. Yo me había echado en la banqueta de la cocina para mi siesta del mediodía, cuando repentinamente me desperté y tuve el presentimiento de que podía caminar. Inmediatamente me levanté, comencé a caminar por la cocina, por la escalera, hacia el jardín, y allí di vueltas, sin muletas, ni bastón, ni apoyo plástico. Podía apoyar mi pie izquierdo completamente sin que se me doblara, podía mover la pierna según mi deseo.
Casi no lo podía creer También la parálisis en los tres dedos del pie había desaparecido Yo estaba feliz Cuando mi marido llegó a casa estaba también sorprendido, pero él dudaba que durara la curación. Pero estos pensamientos de dudas no los acepté para nada.
El 23 de octubre de 1989 fuí después de 13 años sola a la ciudad, sin muletas, sin bastón ni apoyo alguno. Desde el 19 de octubre de 1989 puedo realizar todas las tareas hogareñas yo misma: Hacer las camas, cocinar, colgar la ropa, limpiar, todo lo hago desde entonces sin problemas, lo que yo durante 13 años no había podido hacer o lo había hecho con dificultades. Mi primera hora comunitaria fué el 27 de octubre de 1989 en F. Yo sigo visitando las horas Comunitarias periódicamente, también viajo a los Congresos de los amigos de Bruno Groening.
Yo me alegro otra vez de la vida, estoy activa con mis nietos, (paseos en trineo, etc.) y para ellos, soy nuevamente una abuela querida y alegre. Las depresiones desaparecieron por completo, los pensamientos de suicidio no los tengo más, el insomnio también desapareció desde la introducción. La mayoría de las veces me voy a la cama a las 21.30 horas, después de sintonizarme con la energía divina y duermo sin parar hasta las 6.30 horas. Yo agradezco de todo corazón por la nueva vida que se me regaló.
No hay comentarios:
Publicar un comentario