La atención a los ancianos no es un acto de solidaridad sino de gratitud, aclaró Benedicto XVI este sábado en la tarde al visitar una residencia de ancianos en el distrito londinense de Lambeth.
En las palabras que el pontífice dirigió a los ancianos, así como a las Hermanitas de los Pobres que los atienden, calificó a las personas mayores como "una bendición para la sociedad".
"Puesto que los avances médicos y otros factores permiten una mayor longevidad, es importante reconocer la presencia de un número creciente de ancianos como una bendición para la sociedad", dijo el Papa al explicar el motivo por el que había incluido en la agenda de su peregrinación por el Reino Unido esta visita.
"Cada generación puede aprender de la experiencia y la sabiduría de la generación que la precedió. En efecto, la prestación de asistencia a los ancianos se debería considerar no tanto un acto de generosidad, cuanto la satisfacción de una deuda de gratitud", afirmó.
A los ancianos presentó como ejemplo los últimos años de vida de Juan Pablo II; quien "sufrió de forma muy notoria en los últimos años de su vida".
"Todos teníamos claro que lo hizo en unión con los sufrimientos de nuestro Salvador. Su buen humor y paciencia cuando afrontó sus últimos días fueron un ejemplo extraordinario y conmovedor para todos los que debemos cargar con el peso de la avanzada edad".
Luego el mismo Benedicto XVI se presentó "como un hermano que conoce bien las alegrías y fatigas que llegan con la edad".
"Nuestros largos años de vida nos ofrecen la oportunidad de apreciar, tanto la belleza del mayor don que Dios nos ha dado, el don de la vida, como la fragilidad del espíritu humano".
"A quienes tenemos muchos años se nos ha dado la maravillosa oportunidad de profundizar en nuestro conocimiento del misterio de Cristo, que se humilló para compartir nuestra humanidad".
Los años de la vejez, aseguró, "constituyen una oportunidad de recordar en la oración afectuosa a cuantos hemos querido en esta vida, y de poner lo que hemos sido y hecho ante la misericordia y la ternura de Dios".
En las palabras que el pontífice dirigió a los ancianos, así como a las Hermanitas de los Pobres que los atienden, calificó a las personas mayores como "una bendición para la sociedad".
"Puesto que los avances médicos y otros factores permiten una mayor longevidad, es importante reconocer la presencia de un número creciente de ancianos como una bendición para la sociedad", dijo el Papa al explicar el motivo por el que había incluido en la agenda de su peregrinación por el Reino Unido esta visita.
"Cada generación puede aprender de la experiencia y la sabiduría de la generación que la precedió. En efecto, la prestación de asistencia a los ancianos se debería considerar no tanto un acto de generosidad, cuanto la satisfacción de una deuda de gratitud", afirmó.
A los ancianos presentó como ejemplo los últimos años de vida de Juan Pablo II; quien "sufrió de forma muy notoria en los últimos años de su vida".
"Todos teníamos claro que lo hizo en unión con los sufrimientos de nuestro Salvador. Su buen humor y paciencia cuando afrontó sus últimos días fueron un ejemplo extraordinario y conmovedor para todos los que debemos cargar con el peso de la avanzada edad".
Luego el mismo Benedicto XVI se presentó "como un hermano que conoce bien las alegrías y fatigas que llegan con la edad".
"Nuestros largos años de vida nos ofrecen la oportunidad de apreciar, tanto la belleza del mayor don que Dios nos ha dado, el don de la vida, como la fragilidad del espíritu humano".
"A quienes tenemos muchos años se nos ha dado la maravillosa oportunidad de profundizar en nuestro conocimiento del misterio de Cristo, que se humilló para compartir nuestra humanidad".
Los años de la vejez, aseguró, "constituyen una oportunidad de recordar en la oración afectuosa a cuantos hemos querido en esta vida, y de poner lo que hemos sido y hecho ante la misericordia y la ternura de Dios".
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