viernes, 10 de septiembre de 2010

MEDICINA SIN PRISA

Basada en investigaciones de la escuela de medicina de la Universidad Dartmouth, la llamada “slow medicine” o medicina sin prisas exhorta a los doctores a ser moderados al considerar tratamientos que podrían implicar altos riesgos y resultados limitados para los adultos mayores, y educa a pacientes y familias para evitar viajes innecesarios a las salas de emergencia y hospitalizaciones, que deben enfocarse a personas con enfermedades tratables y no a quienes experimentan la inevitable erosión de la edad avanzada.

La “slow medicine”, que comparte con los asilos para enfermos terminales el objetivo de brindar comodidad en lugar de curar, es cada vez más común en las casas de reposo para ancianos. Sin embargo, para los que viven en sus hogares un susto médico por lo general termina con una llamada a los servicios de emergencia, con pocas oportunidades de optar por otra alternativa.

Por otro lado, el director de la facultad de medicina de la Universidad de California en Los Angeles (UCLA), el doctor Tom Rosenthal, señaló que los tratamientos “agresivos” para adultos mayores en hospitales de cuidados intensivos pueden llegar a ser “inhumanos” y que una vez que el paciente y su familia entran en ese sistema, “es realmente difícil salir de ahí.

Lo mejor sería explicar desde un principio que los adultos mayores raramente se salvan de un paro cardiaco con resucitación cardiopulmonar, o que una cadera rota puede implicar no volver a caminar nunca, con o sin cirugía, a menos que tenga la energía para realizar terapia física.

El término “slow medicine” fue acuñado por el doctor Dennis McCullough, geriatra de Dartmouth y autor del libro My Mother, Your Mother: Embracing Slow Medicine, the Compassionate Approach to Caring for Your Aging Loved One (Mi madre, tu madre: medicina sin prisas, el enfoque compasivo para cuidar a tu ser querido viejo).

Una de las duras verdades en torno a este tema es que nueve de cada 10 personas que viven más allá de los 80 años no podrán cuidarse por sí solas, ya sea por fragilidad o por demencia. “Todos piensan que correrán con suerte, pero no podemos confiar en ese mito”, comentó McCullough. “Si se hace evidente que nunca más vivirás de manera independiente o que enfrentarás un periodo indeterminado de incapacidad, lo mejor es reorganizar las ideas

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