El dolor
intenso que siente un individuo que está sufriendo un infarto puede en realidad
ser beneficioso, dicen científicos.
Y los
medicamentos que se dan a estos pacientes para aliviar el dolor, como la
morfina, podrían bloquear el proceso de recuperación.
Según los
investigadores de la Universidad de Bristol, Inglaterra, el dolor envía señales
a las células para que reparen el daño que causa un infarto en el corazón.
Los fármacos
analgésicos bloquean esas señales, obstaculizando ese proceso de reparación,
dice el estudio publicado en Circulation, la revista de la Asociación
Estadounidense del Corazón.
Se sabe que
el dolor es un proceso muy complejo que no sólo sirve para advertirnos que algo
está mal, también puede echar a andar mecanismos en el organismo que ayuden a
reparar el problema.
En la nueva
investigación, el profesor Paolo Madeddu y su equipo descubrieron en
experimentos con ratones que durante un infarto -cuando un coágulo bloquea una
arteria a través de la cual circula oxigeno al corazón- las señales que envía
el dolor a los nervios cardíacos atraen a las células madre que se encargan de
reparar el daño causado durante el evento.
El hallazgo,
afirman los investigadores, puede tener implicaciones muy importantes para el
cuidado de los pacientes con infarto.
El
tratamiento rutinario para estos pacientes incluye la administración de morfina
para aliviar el dolor, pero la morfina, igual que otros analgésicos, funciona
bloqueando las señales del dolor, incluidas las que promueven la actividad de
las células madre para reparar el músculo cardíaco.
Nuevas terapias
Tal como
explica el profesor Madeddu, durante el infarto los nervios cardíacos liberan
una sustancia, llamada sustancia P, la cual se encarga de "reclutar"
a las células madre desde la médula ósea hasta el sitio de la lesión.
Cuando llegan
a las arterias dañadas las células madre pueden generar nuevos vasos para
restaurar el flujo sanguíneo y el abastecimiento de oxigeno al corazón.
El hallazgo
apoya los resultados de otros estudios que han encontrado una alta mortalidad
de pacientes que recibieron morfina durante un evento coronario.
Pero tal como
señalan los científicos, ahora habrá que llevar a cabo más estudios para
confirmar estos resultados y revaluar la mejor forma de aliviar el dolor de
estos pacientes sin minimizar sus posibilidades de recuperación.
Quizás,
dicen, se podrían desarrollar nuevos medicamentos basados en la sustancia P que
ayuden a la reparación del daño de un infarto.
"Nuestro
hallazgo de que los receptores del dolor están involucrados en la reparación de
vasos sanguíneos dañados, reclutando a células madre, podría llevarnos a nuevas
formas de mejorar los mecanismos naturales de reparación del organismo"
expresa el profesor Madeddu.
"El
objetivo último es desarrollar una terapia que ayude a regenerar el músculo
dañado o perdido después de un infarto" agrega.
El dolor, un "proceso complicado"
Por su parte,
la doctora Hélène Wilson, de la Fundación Británica del Corazón, que ayudó a
financiar el estudio, expresa que "el dolor es un proceso muy
complicado".
"No
solamente es la forma que tiene el organismo de advertirnos que algo está mal,
cuando sentimos dolor también puede ser una señal de que el organismo está
haciendo todo lo posible para arreglar el daño".
"Este
estudio, además de abrir nuevas e importantes avenidas para el desarrollo de
tratamientos de reparación cardíaca, muestra el potencial papel que tiene el
dolor en nuestra respuesta natural ante un infarto".
"El
dolor de un infarto es una experiencia extremadamente angustiosa para los
pacientes, y tenemos que hacer todo lo posible para ayudar a mantener ese dolor
al mínimo".
"Pero
este descubrimiento presenta la posibilidad de que en el futuro podamos manejar
el dolor de forma más efectiva durante un infarto y al mismo tiempo reducir al
mínimo el daño que causa" agrega la experta.
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