Una consejera matrimonial comparte los
indicadores a los que debes poner atención para que tu relación no
termine en un divorcio.
Cuando un hombre y una mujer se casan, por lo general aspiran a
hacerlo para toda la vida o por lo menos por un largo tiempo. En
ocasiones su deseo se cumple, pero en otras todo se va por la borda y la
relación que alguna vez fue promisoria, llega lamentablemente a su fin.
¿Qué hice mal? ¿En qué no equivocamos? Son
preguntas que de seguro se cruzan por la cabeza de por lo menos uno de
los miembros de la pareja después del rompimiento. Sin embargo, éste
habitualmente no ocurre de un día para otro y muchas veces es posible
evitarlo si se pone atención a ciertas señales.
Alison Cohen,
una consejera matrimonial de California que ha colaborado con
reconocidos medios como Cosmopolitan o The Huffington Post, identificó
10 signos que muestran que una pareja está atravesando por una crisis
que podría terminar en divorcio. Los califica como los “grandes
indicadores” que otorgan la oportunidad de dar vuelta todo y reparar el
daño. A continuación te mostramos cuáles son, ¿te sientes identificada
con alguno?
1.- Comienzas a tomar las decisiones sola/solo: como
en las relaciones las cosas son de “a dos”, es común que ambos miembros
de la pareja se pregunten mutuamente su opinión sobre una gran variedad
de temas, desde los más triviales como qué hacer el fin de semana,
hasta otros más complicados como la mejor forma de superar las
diferencias con el difícil jefe de alguno de los dos. Sin embargo,
cuando te percatas de que esos días quedaron atrás y te encuentras
tomando decisiones sin considerar los sentimientos del otro/otra o
dejando de lado cómo podrían afectarlo a él/ella, debes preocuparte.
2.- Comparas las contribuciones tuyas versus las que hace él/ella:
en una relación que va “viento en popa”, tanto para ella como para él
es fácil dar y recibir. Pero, cuando todo comienza a complicarse,
comienza el juego del “ojo por ojo” y mentalmente empiezas a tomar notas
respecto a cuánto contribuyes tú versus cuánto lo hace él/ella.
3.- Te proclamas como la reina/el rey del castillo:
cuando un matrimonio marcha bien, las necesidades y deseos de uno son
igual de importantes que las del otro, por lo que ambos hacen lo posible
porque se cumplan. El problema surge cuando la tensión, el estrés y el
resentimiento se apoderan de la relación, y cada uno pone como prioridad
número uno sus propias necesidades dejando de lado las del otro.
4.- Pasan de ser compañeros de equipo a compañeros de dormitorio:
un hombre y una mujer que “compiten” por el mismo equipo, trabajan en
conjunto para lograr metas, comparten ideas respecto a cómo tener éxito,
y visualizan juntos los planes de la vida y del hogar. Sin embargo,
cuando pasan a ser sólo compañeros de dormitorio, sus proyectos
singulares son lo más importante, y dejan de respetar o pensar en la
otra persona que está en la casa. “Ellos limpian su espacio, ellos lavan
su ropa. Sus planes separados se convierten en vidas separadas”,
advierte Allison Cohen.
5.- Empiezas a sacar a flote los asuntos más conflictivos:
las parejas que llevan mucho tiempo juntas se conocen lo
suficientemente bien como para saber cuáles son los puntos más
complicados de uno y de otro. Puede ser que en el pasado los hayan
tocado por accidente, pero en su momento ambos aprendieron de sus
errores y prometieron no repetirlos. Pero, cuando todo comienza a ir
mal, empiezan a sacar a flote esos asuntos y se sienten bien al hacerlo.
6.- Dejas de tener citas: cuando una pareja se
siente feliz y enamorada, suelen tener encuentros o citas, y hacen cosas
para mantener vivo el romance, como sorprender al otro/otra con la
comida que más les gusta a los dos o incluso cuidar la apariencia. Sin
embargo, si la relación atraviesa por una crisis, comienzas a sentir que
el otro es como un grillete atado a tu tobillo en lugar de aquella
persona especial para quien desplegabas todos tus encantos.
7.- Comienzas a buscar a otro/otra: ya sea de una
forma emocional o física, si una relación no va bien, alguno de los dos
empieza a buscar a una persona diferente a su pareja para conectarse y
sentirse conectado.
8.- Haces el sexo a un lado: según la consejera
matrimonial, muchas veces las personas dejan de tener sexo cuando los
sentimientos positivos que tienen hacia su compañero/compañera comienzan
a desaparecer. “Nadie quiere tener sexo con la persona que se ve como
un impedimento para la felicidad”, afirma. Incluso cuando la pareja pasa
por un momento difícil, es posible que ambos todavía tengan deseos
sexuales, pero los reprimen para “castigar” al otro/otra.
9.- Cada vez menos palabras: si un hombre y una
mujer se llevan bien y tienen una buena relación, las conversaciones son
una delicia. Pero cuando todo cambia, los diálogos empiezan a ser
vacíos y agotadores. Ambos comienzan a utilizar la menor cantidad de
palabras posibles para transmitir sus sentimientos hacia el otro y
cualquier conversación deriva en asuntos cotidianos, como por ejemplo
los arreglos que son necesarios hacer en la casa.
10.- La interacción se vuelve “ciega”: en los
tiempos felices, los miembros de una relación ven en el otro/otra un
refugio, porque son los mejores amigos y se brindan momentos de alegría.
Sin embargo, a medida que la tensión se establece, la interacción entre
ambos se vuelve “ciega” y la atención de uno por el otro es reemplazada
por las fantasías que cada uno tiene sobre su nueva vida, lejos de su
actual compañero/compañera.
“Si estás decididamente sacudiendo tu cabeza en señal de
confirmación, considéralo como un aviso de que se avecinan problemas (…)
Tienes la oportunidad de llevar a tu matrimonio lejos de los problemas
antes de que la luz amarilla se vuelva roja”, recomienda Allison Cohen.
Asimismo, la consejera sugiere a quienes se encuentren en esta
situación, dejar de buscar la motivación que perdieron, ya que -afirma-
“ninguna fantasía sostiene la realidad y complejidad de una relación”.
“Todas requieren esfuerzo, diligencia y consistencia. .
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